❝Disfruta de los pequeños momentos que te ofrece la vida❞
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Broma A Fred Y George
Con los audífonos puestos y la música a todo volumen, Leo cerró los ojos un momento, disfrutando de la refrescante brisa que acompañaba al sol esa tarde. Estaba recostado frente al lago negro, con su mochila debajo de su cabeza y sobre él, el árbol más grande que había en la orilla del lago.
Estaba solo, ya que sus amigos estaban ocupados. Astoria consolado a su hermana que había terminado con su novio, un chico de Ravenclaw, y Jack estaba en la biblioteca con su pareja de clase de Herbología, un Hufflepuff con el que se solían juntar a veces para hacer tareas. Y como el pelinegro ya no tenía nada que hacer decidió relajarse un momento, su castigo con Snape por la pelea con Zabini ya había terminado.
Tan concentrado estaba escuchando a Oasis que no se percató de la Gryffindor que se sentó a su lado.
Ginny Weasley lo observó con cierta diversión, pues el Slytherin tenía los ojos cerrados y murmuraba la letra de la canción. La pelirroja siempre había admitido, para ella misma, que tanto Harry como Leo eran demasiados guapos, y por mucho que, desde que lo conoció, toda su atención había estado en Harry, convivir con Leo también había hecho que una parte de su atención se fuera al Slytherin.
Leo frunció el ceño al sentir a alguien cercas y cuando abrió por fin los ojos, di un salto en su lugar al ver a la menor de los Weasley sentada a su lado, esta soltó a reír por la reacción del pelinegro, quien se quitó los audífonos y se sentó, sin apartar la vista de la chica.
—¿Qué acaso quieres que muera de un infarto, Weasley? —preguntó con un tomo dramático y llevándose una mano al pecho.
—Que exagerado eres, Black —pasó un mechón de su cabello detrás de su oreja, llevando su vista al lago.
—Todo el mundo me lo dice —detiene su música y alza los audífonos y el Walkman en su mochila—, pero bueno. ¿A qué debo el gusto de que la señorita Weasley se siente a mi lado?
La pelirroja se encogió de hombros.
—Me gusta sentarme aquí a pensar.
—¿Y se puede saber qué es lo que piensas?
Ginny regresó sus ojos azules a los de Leo, que en ese momento eran iguales, azules, pero más claros que los de la chica Weasley y mantenía una sonrisa de lado.
—¿Desde cuando eres tan preguntón?
—¿Y desde cuando contestas una pregunta con otra pregunta? —preguntó Leo alzando una ceja— Eso es de mala educación ¿sabías?
