Primera historia

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Aclaración: Esta historia esta ambientada en la segunda mitad del siglo XIX en Uruguay

Desde hace un tiempo las cosas cambiaron drasticamente. Nuestros abundantes platos de carne vacuna, fueron reemplazados por humildes ensopados que no logran darme energía.

Ahora los campos están delimitados por altos alambrados, que impiden poder utilizar los animales dentro de ellos como comida. También, el país se infesto de inmigrantes europeos, con diferentes costumbres las cuales quieren imponernos a toda costa.

Pase de ser un vago sin oficio, a trabajar en trabajos mal pagados para no morir de hambre. Soy hijo de un gaucho, que contrario a sus costumbres corruptas, decidió optar por el trabajo honesto.

¿Como podemos vivir en un sistema que quiere eliminarnos por ser cargas? Somos la mano de obra barata de ricos que se bañan en dinero. Soy incapaz de soportar la rabia que me genera eso.

Encima, mi color de piel es un gran problema. No soy precisamente negro, pero mi tez es marrón claro. Herencia de mi madre. Ellos se dan el nefasto privilegio de rebajar mi salario, justificándose con que tengo suerte de que me dejen tocar su ganado.

Observo cada día a señores creyéndose superiores a mi, desperdiciando dinero en lujos insignificantes mientras mi estomago ruge, y recuerdo a mi hermana pequeña desmayarse por inanición.

Reconozco lo perjudicial que es la envidia, pero ¿quien puede no tenerla en una situación como esta?

Mi  usual oficio, en el que trabajo junto a mi padre, es esquilar ovejas. Por suerte, conseguimos una oferta de trabajo tentadora. Pareciera la primera vez donde nos ofrecen un monto decente. Toda mi familia se encuentra emocionada por la posibilidad de poder comer algo más sofisticado esta noche. Su sonrisa es la única razón por la que sigo soportando las condiciones deplorables en las que trabajo.

Lo menos que deseo es que mi madre o hermanas tengan que recurrir a la prostitución. No porque las prostitutas sean menos decentes que cualquiera otra persona, sino, por la simple de razón de que es un trabajo lleno de tratos aun más abusivos que los míos, donde la violación y maltrato es el pan de cada día. Nunca comprenderé la visión tan ignorante de esta sociedad podrida, de que una mujer no posee capacidades para desempeñar actividades más allá de satisfacer a hombres de forma sexual o ser sus maquinas de reproducción.

Dejo de divagar entre mis pensamientos, cuando diviso el terreno que estábamos buscando. Nos recibe un joven, el cual sospecho por su corta edad, que no es el propietario. Posiblemente sea su hijo. Pero le resto importancia.

El nos enseña donde se encuentra el ganado a esquilar, y comenzamos con nuestro trabajo. Un tiempo después, llega un señor mucho mayor junto al muchacho que vi antes. Seguramente para supervisar nuestro trabajo. No me parece raro, es común que suceda.

-¿¡Como te atreviste a traer a un negro aquí?! Debería ser mi propiedad, no mi trabajador. Seguro quiere robar todas nuestras pertenencias.

No de nuevo. No este tipo de estúpido.

Me levanto, enfurecido.

-Lamento informarle que la esclavitud fue abolida hace unos años. Usted no tiene ningún derecho de creerse superior, soy su igual.

-¿Mi igual? ¡Debes de estar bromeando! ¿Cómo un pobre como tu puede pensar en la idea de ser mi igual?

Quiero gritarle y depositar un puñetazo en su rostro. Pero mi padre toca mi hombro, señal de que piense antes de actuar.

-¿Cual es su relación con este...ser?

Esta vez, habla dirigiéndose a mi padre.

-Mi hijo.

Historias cortasWhere stories live. Discover now