El acuerdo. Parte 1.

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- Alba, hija, ¿puedes contarme ya qué coño te pasa? -la chica, centrada en darle vueltas a su infusión, tragó saliva antes de levantar la cabeza y atreverse a mirarla a la cara por primera vez esa tarde.

- ¿Eh? -preguntó en un burdo intento de ganar tiempo para pensar por dónde debía empezar.

- Ni eh ni ah, que me has invitado a merendar tú y no has abierto la boca desde que nos hemos sentado. ¿Qué te pasa? ¿Va todo bien? ¿Estáis bien? -Alba le dedicó una pequeña y nerviosa sonrisa, indicándole sin palabras que no debía preocuparse por ese tema. - Vale, pues si no es nada de eso cuéntame qué es, que me tienes en un sin vivir...

- Ay, Julia... -suspiró, llevándose la mano a la cara. - Es que es más complicado de lo que parece e igual no lo vas a entender... y no soportaría que una de mis mejores amigas no me entendiera. -Julia le cogió la mano sobre la mesa, transmitiéndole la tranquilidad y confianza que le faltaban en ese momento.

- Bueno, prueba a ver. -la animó con una pequeña sonrisa. - Al fin y al cabo, si soy una de tus mejores amigas es porque he sabido hacerlo todos estos años, ¿no? -la rubia asintió, un poco más decidida a abrirse con ella. -Que ya me dirás con quién me estás comparando, porque tu otra mejor amiga...

- Es Natalia. -la cortó en el peor momento, percatándose al instante de que Julia se había hecho una idea equivocada nada más escuchar su nombre. - No es lo que piensas.

- No pienso nada. -trató de sonar convincente y Alba alzó una ceja, incrédula. - Bueno, vale, reconozco que has dicho su nombre y me he montado una película en dos segundos en la que acababa partiéndole las piernas a la larguirucha por hacerle daño a mi niña.

- No tienes que partirle las piernas a nadie porque no me ha hecho nada... bueno, nada por lo que merezca que la dejes lisiada.

Alba no se estaba explicando bien y lo sabía, pero tampoco tenía ni idea de cómo soltarle la bomba a su amiga. Tenía totalmente claro que Julia era de fiar, ese no era el problema. Lo que la echaba para atrás era que había hecho una promesa y estaba a punto de romperla solo porque necesitaba la opinión de alguien cercano. Alguien que la quisiera y a quien ella quisiera lo bastante como para necesitar su apoyo y comprensión. Alguien que no la juzgara.

Esa misma mañana y en un arranque de valentía, la había invitado a merendar con ella con toda la intención de contarle lo que llevaba meses escondiendo de todo el mundo y, por fin, liberarse un poco. 

Debía reconocer que podía haber aguantado sin abrir la boca todo el tiempo necesario de no ser por lo sucedido la noche anterior con la otra parte del acuerdo, pero ahora ya estaban ahí y todo iba encaminado a que soltara lo que llevaba dentro desde hacía más de 5 meses.

- Natalia me ha besado. -dijo sin más. Por algún sitio debía empezar.

- Ah... ¿Y? -Alba suspiró con algo de impaciencia ante su reacción, definitivamente debía llevar el tema por otro sitio.

- Julia, ¿te acuerdas del día que te contamos que estábamos juntas? -redirigió la conversación, tratando de darle otro enfoque.

- Claro, de eso hace casi medio año y os dije que si no estabais seguras de lo que sentíais, no destrozarais una amistad como la vuestra así. -la rubia sonrió, había encontrado el camino perfecto. - Pero ya veo que seguridad era lo único que no os faltaba, porque anda que no os habéis metido prisa... -dirigió la mirada a su tripa todavía inexistente y Alba no pudo evitar llevar su mano libre hasta allí, acariciándola con el pulgar. - ¿Qué es eso de que te ha besado y por qué te tiene así? No estoy entendiendo nada, chica. -la rubia volvió a tensarse ligeramente.

- Te dijimos que llevábamos juntas 4 meses, que lo habíamos llevado en secreto porque queríamos ver hacia dónde iba todo antes de decir nada...

One shots AUWhere stories live. Discover now