Capítulo 33

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Al volver a casa, Zayn se encontraba feliz. Sus amigos volvían a hablarle, y eso era todo lo que él necesitaba para ser completamente feliz como lo era ahora, y todo era gracias a ella. Ella le había cambiado la vida, para bien. Esto era todo lo que él podría desear... Bueno, quizás ser algo más para ella, pero aún así era feliz. No sabía cómo agradecerle todo lo que ella estaba haciendo por él, claro que ella estaba más que feliz con su recompensa: su sonrisa. Vagamente se preguntó desde cuándo no pensaba en bienes materiales, y si preferiría su sonrisa antes que el dinero en otra situación. ¿Estúpido, no? Era más que obvio que preferiría el dinero, aquello era mucho mejor que una simple sonrisa.

—No sé cómo agradecerte todo esto. —dijo él mirándola. Sus ojos brillaban, como lo hacían ya desde hace un tiempo.

Ella sonrió y negó con la cabeza. —No hace falta que me agradezcas nada, Zayn. Para eso están los amigos, ¿no? —dijo ella, y él esbozó una pequeña sonrisa, su recompensa. —Bueno, ¿qué quieres cenar? —le preguntó, y él empezó a pensar.

—Hum... Pues... No sé. —dijo con una mueca que a ella le pareció adorable. —Me apetece hamburguesa. —dijo de repente, y ella rió, ya que lo dijo como un niño pequeño que quería ir al parque.

—Vale, voy a hacer la hamburguesa más rica que hayas probado en tu vida. —dijo ella. Hacer una hamburguesa era algo fácil, y puestos a que le hacía tanta ilusión, le gustaría encargarse de hacerla lo mejor posible, a su manera. —Así que vamos al supermercado. —dijo, y él asintió con la cabeza, impaciente. Ya que había probado su comida y era la mejor, estaba ansioso por probar una hamburguesa hecha por ella, porque estaba seguro de que estaría deliciosa.

***

No tenían coche, así que tuvieron que ir andando, y Zayn ya estaba algo cansado, ya que llevaban andando casi todo el día, y ahora era de noche y además, tenía hambre, aunque no mucha, aún. Por fin estaban en el supermercado, y Zayn quería sentarse ya.

—¿Cansado? —le preguntó ella al ver que arrastraba los pies, ella estaba como si se acabara de levantar del sofá, simplemente fresca como una rosa, y para nada cansada. Lo pronunció con cierta diversión al ver su cara de cansancio.

—Un poco. —admitió, pero no, un poco no, mucho.

Ella agarró un carro de la compra y se quedó frente a Zayn, apenas había gente, supongo que porque era tarde. —Sube. —dijo ella, y él alzó ambas cejas y negó con la cabeza. —Va, no hay gente, a parte, estás cansado.

—Nos mirarán mal. —dijo él, y ella rió. Realmente, le daba igual cómo los miraran si era que alguien lo hacía.

—Va. —insistió. Zayn suspiró. Estaba cansado, y a esas alturas ya haría cualquier cosa, incluso sentarse en el suelo. Ella sujetó el carro y él subió y se sentó, aliviándose bastante. —Vamos entonces. —dijo empujando el carrito de la compra por el pasillo.

—¿Qué necesitas? —le preguntó Zayn mirando hacia arriba apoyado en el carrito, ya que estaba apoyado en el respaldo, un tanto incómodo al ser de metal, pero sus pies lo agradecían.

—Veamos, yo voy a por los ingredientes, y si hay algo que no te guste me lo dices y lo dejo, ¿vale? —él asintió con la cabeza y ella se paró en el pasillo para coger un paquete de lonchas de beicon, y se lo dio a Zayn para que lo pusiera dentro del carrito. —¿Sabes si hay cebollas en tu casa? —le preguntó, y él asintió con la cabeza. Las había visto junto a las patatas. —Bien. —¿Ketchup? —volvió a asentir. —Tendremos que ir a la zona de carnicería. —dijo ella. —¿Lechuga y tomate?

—En la nevera. —dijo él. Muchas veces, cuando tenía hambre, abría la nevera y miraba a ver si encontraba algo para comer, y la había abierto tantas veces que podría decirse que se la había memorizado.

—Bien, pues vamos. —dijo, y tiró del carro para dar la vuelta en sentido contrario. Se encontraron con una mujer mirando las verduras y les dedicó una escasa mirada, aunque al parecer, algo llamó su atención y miró de nuevo, dedicándoles una mirada más larga. Zayn fingió estar mirando las frutas mientras aquella mujer los miraba, y ella miró a la mujer, que le dedicó una mirada de "inmaduros", como si lo que estuvieran haciendo estuviera mal. Noa simplemente le hizo un "8C" con la boca y la mujer avanzó con su carrito hacia otro lugar. —A ver, creo que la carnicería estaba más para allá. —dijo empujando el carrito.

Vieron a lo lejos el apartado de carnicería y el hombre cortando algo con un cuchillo, de espaldas a ellos. No había nadie más que ellos. El hombre, como si tuviera un sexto sentido para percibir la presencia de alguien, se dio la vuelta y los miró, con el cuchillo al aire. Daría miedo de no ser por sus ojos viejos y simpáticos. —¿Qué queréis, chicos? —preguntó, y a diferencia de aquella mujer amargada, les dedicó una sonrisa enternecida.

—Quinientos gramos de carne picada, por favor. —pidió ella. Al parecer, ella se entendía más, ya que él no sabría qué cantidad pedir.

—¿De ternera? —preguntó el hombre amablemente, y ella asintió con una sonrisa amable, también. Fuera y dentro del instituto, ella era muy diferente. Aquí, ella no debía aparentar nada. El hombre se dio la vuelta para cortar la carne, la pesó y después metió la cantidad en una máquina y empezó a girar una manivela.

—Nos falta el pan. —dijo Zayn, y ella asintió con la cabeza.

—Ahora vamos. —respondió ella.

—Aquí está. —dijo el hombre dándoles un paquete de papel plastificado, y lo metió en una bolsa y se lo entregó a ella.

—Gracias. —sonrió ella, y él le devolvió la sonrisa.

—A ti. —respondió el hombre amablemente. La chica giró el carrito y volvió a avanzar, para ir a por el pan de hamburguesa. Avanzaron por los pasillos llenos de comida y pasaron por el de las patatillas. El estómago de Zayn rugió y se sonrojó. Ella lo miró y rió.

—¿Cogemos algo de aquí para ahora? —le preguntó, y él asintió con la cabeza. Estaba deseando que se lo preguntara. —¿Qué quieres?

—Las de jamón y queso. —dijo él, y ella se acercó a la bolsa de color amarillo, la cogió y se la dio.

—Puedes abrirla, luego pagaremos. —dijo, y él asintió con la cabeza y abrió la bolsa, y le ofreció a ella. Agarró una patatilla y se la llevó a la boca, mientras que con la otra mano empujaba el carrito. Divisó el pan de las hamburguesas en una esquina y se acercó con el carrito para coger un paquete.

Se escuchaba a Zayn masticando patatillas mientras ella avanzaba con el carrito, y algunas veces Zayn alargaba la mano y le ponía una patatilla frente los labios para que comiera, y ella abría la boca para comérsela. Llegaron a las cajas y aquella mujer amargada estaba esperando a que la atendieran. Al parecer, algo en la caja registradora no funcionaba, y el chico acabó saliendo de aquella caja y yendo a otra para atenderla. Empujó el carro y se dirigió hacia ésta.

—Serán diez con noventa y cinco, por favor. —dijo el chico amablemente, tenía una voz un tanto afeminada, y no le costó mucho percatarse de su homosexualidad ante sus gestos y sus rasgos finos. La mujer hizo una mueca al escucharle hablar y le pagó, disconforme. Aquella mujer tenía un serio problema, lo único incorrecto que había aquí era ella y su cerebro, nada más. Trató al chico como si tuviera una enfermedad contagiosa, y se fue rápido de ahí. El chico no pareció afectado en absoluto y los miró, sonriendo otra vez para ser amable. —Hola. —saludó amablemente.

—Hola. —dijo ella esbozando una sonrisa, a diferencia de aquella vieja con los pelos lilas y la cara arrugada como una pasa, ella sería amable con él. Pasó todos los artículos por el sensor y tecleó algo en la caja.

—Serán seis cincuenta, por favor. —dijo el chico sonriente, y ella sacó su cartera para pagar. Iría de su bolsillo, de todos modos tenía dinero de sobra ahora.

—Luego te lo pago. —dijo Zayn, y ella negó con la cabeza mientras buscaba el dinero en su cartera.
—No hace falta, Zayn. —le dijo, agarrando un billete de cinco y una moneda de dos euros, y entregándosela al chico en mano.

El chico sonrió con ternura mientras metía el dinero en la caja registradora y cogía el cambio. Le devolvió una moneda de cincuenta céntimos y le regaló otra sonrisa amable. —Gracias. —dijeron ambos a la vez, y ella empujó el carrito hacia fuera, mientras Zayn cogía la bolsa de la compra y la ponía sobre sus piernas. Zayn salió del carrito con la bolsa de plástico en la mano y ella dejó el carrito en su lugar.

—Bueno, espero que hayas descansado, porque nos toca andar de nuevo. —dijo ella, y él asintió con la cabeza, con cansancio. Lo cansaba el hecho de tener que volver a andar, pero tampoco podía quejarse, porque era ella la que había empujado el carrito durante todo el rato que habían estado en el supermercado, y él había ido sentado dentro.

Era completamente de noche, al ser las ocho, y además, estar en invierno. Había sido suerte encontrar el supermercado abierto hasta tan tarde, como no solía ir a menudo, no sabía ni a qué hora abrían ni a qué hora cerraban.

***

Ella había hecho las hamburguesas mientras él veía la televisión, tenían una pinta impresionante, tanta que el hambre le había vuelto de golpe, y a parte, había freído unas patatas, lo cual agradeció mentalmente. Anduvo a paso rápido hasta la mesa y se sentó, al ver cómo dejaba los platos sobre la mesa. Ella sonrió al ver su impaciencia y se sentó también junto a él.

—Que aproveche. —dijo ella.

—Igualmente. —dijo él, no esperando más para agarrar su hamburguesa y hincarle el diente. Deliciosa. Sus papilas gustativas debieron ponerse felices con aquel exquisito manjar degustado, tan grasoso, y seguramente con muchas calorías, pero le daba igual ahora mismo. Estaba deliciosamente delicioso.

—¿Y bien? —preguntó ella, que todavía no había probado su hamburguesa esperando a que él lo hicera. Tragó y sonrió.

—Está deliciosa. —dijo él totalmente sincero. —Es la mejor hamburguesa que he probado en mi vida. ¿Cómo no te hiciste cocinera? —dijo él, y ella rió.

—No es fácil. —dijo ella. —Necesito terminar los estudios, ¿sabes? —dijo ella divertida, y él soltó una pequeña risa mientras se llevaba una patata a la boca.

—Si llegaras a abrir un restaurante tendrías mucho éxito. —dijo él, y ella esbozó una sonrisa. Para poder hacerlo debería librarse antes de su pasado y quitarse toda la mierda de encima, sabía que si todo su pasado acababa saliendo a la luz, estaría acabada. Que si todas las cosas que había hecho acababan por saberse, sería su fin, y jamás volvería a ver el sol.
—Eso nunca se sabe. —dijo ella, y él asintió con la cabeza.

—Seguro que sí. —le dio otro mordisco a su hamburguesa, disfrutando de su exquisito sabor. Dios, estaba demasiado delicioso.

Terminaron de comer, Zayn no tardó mucho debido a que la hamburguesa era demasiado tentadora frente a sus ojos, y comía demasiado rápido, eso sí, se quedó lleno, lo cual era difícil. Ella, por su parte, tardó más, y no dejaba de pensar en lo que Zayn había dicho, parecía haberle afectado, y lo había hecho, en verdad. ¿Y si no lograba poder salir de aquello? Tal vez era algo imposible salir de ahí una vez había entrado, mucha gente había intentado salir del tráfico de drogas, de esclavos... De temas ilegales. Y cuando lo habían logrado, alguien aparecía con un montón de pruebas y acababan encerrándolo, tuviera esposa e hijos, y una vida hecha. Su felicidad podría desaparecer en un chasquido, y era eso lo que a ella le preocupaba. ¿Y si ella acababa igual? Arruinaría la vida de su supuesto esposo e hijos. Suspiró silenciosamente y se llevó una patata a la boca. Ni siquiera sabía por qué pensaba eso. Tenía diecisiete años, no tenía por qué pensar en esas cosas aún, ni siquiera tenía por qué pensar en el amor cuando no creía en él. Ella seguiría viviendo como lo hacía ahora, cuando quería acostarse con alguien simplemente lo hacía, sin compromisos, y su futuro sería exactamente igual. No debía seguir calentándose la cabeza con esas cosas.

La canción "Habits" inundó el ambiente y ella salió de sus pensamientos rápidamente, llevando la mano a su bolsillo y sacando su móvil. Un número desconocido. Frunció el ceño y respondió. —¿Diga?

—Hola, Noa, soy Mario. —oh. Zayn la miraba desde su sitio, no podía escuchar las palabras claras de quien llamaba, no lo entendía.

—Oh, hola. —respondió ella, intentando no decir su nombre. Por algún motivo sentía que debía esconderlo, aunque Zayn tenía curiosidad y acabaría preguntando después.

—Te debo una cena, ¿qué te parece mañana? —preguntó. Ella tenía un debate interno bastante fuerte. Mario no estaba nada mal, pero Zayn... Zayn, Zayn, Zayn, ¿en qué estaba pensando? Ella y él no eran nada, tenía derecho a hacer lo que quisiera, y si aquello acababa como algo más que una cena, no pasaría nada.

—Claro, perfecto. —dijo ella. —¿Dónde?

—¿Quieres que pase a recogerte? —le preguntó.

—No, no hace falta, sólo dime el lugar. —dijo ella.

—En el "Pizza Blanche", ¿te parece bien? —propuso, imitando la pronunciación. Había escuchado que ahí hacían las mejores pizzas.

—Claro, ¿a qué hora? —le preguntó.

—A las ocho y media. —dijo él.

—Perfecto, ahí estaré. —dijo ella.

—Adiós. —se despidió él.

—Adiós. —se despidió ella igual, finalizando la llamada.

"Bien hecho." Su cerebro estaba feliz con la decisión, sin embargo, era su corazón el que se estaba encargando de hacer que se sintiera mal, con aquel dolor punzante en el pecho. "Gilipolleces, un tiro duele más."

La chica nueva | Zayn MalikWhere stories live. Discover now