Capitulo 25

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Se sentó en el lugar frente al que ella se sentaba siempre, ya que prefería esperar y rezar internamente para que ella volviera a preguntarle: "¿No te sientas conmigo?", como hizo el día anterior. La vio entrar, su nerviosismo aumentó y los latidos de su corazón también, ella ni siquiera le dedicó una mirada al pasar por su lado, se sentó detrás de él sin decir palabra alguna, con expresión neutra, y no le dijo nada. Sus esperanzas fallecieron. Ella no pensaba volver a hablarle, supongo. Fue entonces cuando supo que había metido la pata hasta el fondo, que había cometido una gran estupidez. Pero él fue incapaz de evitarlo. Recordó su brazo rodeándolo esa mañana, cómo le susurraba palabras para que se tranquilizara, cómo sus labios se plasmaron sobre los suyos, cómo quitaba las lágrimas de sus mejillas... Sintió un nudo en la garganta y se sintió como un imbécil, un completo imbécil. Él debía hablar con ella y pedirle disculpas.

Decidido, se dio la vueltay se la encontró mirando por la ventana, con los auriculares puestos, sinembargo, la llamó. —Noa. —ella desvió la vista durante un escaso segundo haciaél y después volvió a desviarla. Aquello fue como un gancho directo a sucorazón, impactando con una fuerza similar a la del increíble Hulk. Ellaacababa de pasar de él. —Lo siento. —se disculpó. Algo le decía que ella teníala música baja y era capaz de escucharlo. Esperó, pero ella no dijo nada,permaneció mirando la ventana, y él sintió sus ojos húmedos. —Me asusté.—siguió.

Ella escuchaba todo lo que él decía, sin embargo, nada de eso le afectaba, nadade lo que decía le llegaba y no tenía intención de volver a acercarse a él. Dealgún modo, su corazón había dejado de intervenir y dejaba que su cerebromandara sobre su cuerpo. ¿Estará bien? De todos modos, aquel hecho no lepreocupó. Con un solo órgano mandando sería mejor, ya que con dos acababaconfundida constantemente. Subió la música y se decidió a no escucharle más. Sucorazón seguía ahí, pero había resultado levemente herido.

Ahora escuchaba la música salir de sus auriculares, no podía descifrar quéestaba escuchando, pero sabía que estaba demasiado alta como para escuchar sussúplicas. Bajó la mirada y se giró de nuevo. Ella no quería escucharlo. Sintiólas miradas sobre él y los murmullos empezaron otra vez. No... Y esta vez,estaba solo.

***

Quiso quedarse ahí y seguirla cuando el autobús parara en su parada, pero tuvoque resignarse, tuvo que contenerse y escuchar a su razón, que no paraba dedecirle que aquello era mala idea y podría acabar mal, sus padres le habíandicho que no se metiera en sitios que no conocía.

Llegó a casa y dejó la mochila en el suelo, junto a la puerta. No tenía ánimospara nada, y entonces recordó el pastel que había hecho ella esa mañana,también recordó cómo cocinaban juntos, cómo se colocó detrás de él guiando susmanos cuando no tenía ni idea de cortar un simple tomate, el sabor de sucomida, y la manera en la que sonrió cuando él le dijo que estaba deliciosa.Soltó un débil suspiro y se mordió los labios con fuerza. ¿Por qué tuvo que sertan torpe, tan tonto, tan imbécil y cobarde? ¿Por qué?

Se tiró encima del sofá y cerró los ojos, sin ánimos ni ganas de levantarse deahí. A parte de estar solo en el instituto, también lo estaba en casa. Estabamás solo que nunca, y sus padres ni siquiera se preocupaban en llamar. Antestenía a Harry y a Liam, y ahora ni eso.

Un coche ya la estaba esperando al bajar de la parada, sabía perfectamentequién era el sujeto que la esperaba dentro. Anduvo hasta el coche y abrió lapuerta trasera, los cristales del coche estaban tintados. Ahora no estaba tandesacuerdo con lo que tenía que hacer, e iba a hacer. Austin sonrió en seguidaque la vio, y se relamió los labios.

—Me alegra que hayas venido. —dijo él con una sonrisa ladeada. —Siento habermepuesto de aquel modo, estaba enfadado, me exaspera no conseguir todo el dineroque puedo conseguir. —era su disculpa. Se acercó a ella y colocó la mano sobresu muslo. —Aunque realmente, me gustaría arreglar las cosas correctamente.

Ella medio sonrió, no era la primera vez que hacía esto con su amigo, el cualera muy atractivo. Ella tampoco deseaba negarse a su petición, supongo que erauna buena forma de pago. —Supongo que vas preparado. —mencionó ella, y él rió.

—Llevo una caja entera. —dijo alzando y bajando sus cejas.

—Ya, uno basta. —lo frenó ella en seguida, sentándose encima de él. Él rió ycolocó las manos en sus caderas.

—Eso lo dices ahora. —murmuró él, uniendo sus labios con los de ella. Ella nose echó atrás, y mordisqueó sus labios salvajemente, como a él le gustaba.Sabía que a Austin le gustaba lo salvaje, por lo tanto, sabía que esa era lafaceta que tenía que usar con él. Rápidamente pasó las manos bajo su camiseta yacarició el tonificado torso de su amigo y amante, mientras pasaba a besar sucuello y dejaba de acaparar sus labios.

Él gimió. De todas las chicas con la que se había acostado, nadie era capaz deigualarla a ella en su manera de hacer las cosas, tan decidida, salvaje ysensual. Nadie tenía comparación a su lado, ni siquiera la puta más cara,nadie.

Lo gracioso de aquello, era que mientras ella no se lo estaba pasando del todomal junto a su amigo, Zayn se encontraba en el sofá con la cara hundida en unode los cojines que había encima del sofá, llorando por su soledad y lamentandoel momento en el que dio aquel paso hacia atrás, tropezó y cayó al suelo. Jamásle debería haber temido a su salvadora, porque ella jamás le dio un motivo paratemerle. Nunca. Pero él no eligió ser tan imbécil como para asustarse por nada.

El teléfono sonó rompiendo el silencio de la casa —a parte de sus sollozos— yse levantó para ir a responder. Cogió aire y respondió. —¿Diga? —dijo. Habíafingido al teléfono muchas veces, estar bien.

—Hola, mi amor, ¿qué tal va todo por ahí? —la voz de su madre erainconfundible.

—Bien, ¿y por ahí? —respondió, sonaba convincente, claro que de tenerla delanteno colaría, sus ojos rojos lo delataban.

—¿Estabas durmiendo? —preguntó.

—Sí. —mintió él. Sabía que su voz estaba más ronca de lo normal debido alllanto, así que que estaba durmiendo era la mejor excusa que podía elegir.

—Oh, lamento haberte despertado. —dijo su madre. —¿Y con el dinero? Te basta,¿no? Sino no hay inconveniente en mandar más. —dijo.

—No, no, va perfecto. —dijo él. El dinero no le resultaba precisamente lo másimportante ahora mismo, de hecho, era una de las cosas que menos le importabanen ese momento. —Supongo que por Navidad no estaréis aquí, ¿verdad? —dijo, sinfe alguna de que le dijera que sí de verdad. Podía decir que sí, pero él sabríaque ella estaría mintiendo.

Escuchó un suspiro. —En verdad lo dudo, Zayn. —por lo menos fue sincera. —Losiento mucho. Si quieres puedes ir a casa de los primos.

—No, prefiero quedarme en casa. —dijo, y no mintió. A medida que sus primoscrecieron cambiaron, y ahora eran "pasotas", burlones, y se creían ser elcentro del mundo. Digamos que él y sus primos no se llevaban del todo bien, yla prima dulce y adorable con la que antes jugaba a las muñecas, ahora era unaputa que se pasaba la vida teniendo sexo con cualquiera. Era extraño que suspadres siguieran sin saber aquello.

—Como quieras. —dijo su madre en suspiro. —Cuídate, ¿vale? Tengo que colgar.

—Claro, igual. Adiós. —colgó la llamada antes de que ella lo hiciera. Siemprellamaba para preguntar cómo iba, y llamaba pocas veces. Una llamada de escasosminutos.

***

Tres condones sobre la alfombra del coche, usados. El olor a sexo era lo únicoque se respiraba en el aire, había sido una dura sesión llena de pasión ysalvajismo, supongo que ambos lo disfrutaron, ¿para qué negar aquello? Ella seestaba poniendo los pantalones de nuevo, mientras él no hacía amago devestirse, simplemente seguía estirado sobre los asientos, con la respiraciónmás calmada que hace unos minutos después de haberse corrido por tercera vez.

—Sigues siendo una diosa del sexo. —dijo el chico a su lado, y ella sonrió delado.

—Lo sé. —dijo con egocentrismo y orgullo. —Seguro que ninguna de las zorras conlas que te has acostado me llega a la suela de estas sucias y viejas botas, ¿meequivoco? —dijo ella divertida. Él rió y negó con la cabeza.
—No, no te equivocas. Ellas no saben manejar a un hombre como tú lo haces.—mordió su labio inferior y se sentó, acercándose a ella, la cual ya estabacompletamente vestida. —Voy a pagarte ahora. —dijo, mordiendo el lóbulo de suoreja. Cualquiera diría, después de escuchar eso y saber lo que acababa desuceder, que ella acababa de prostituirse, pero no. Ella había recurrido envarias ocasiones a la prostitución, sin embargo dejó de ser opción cuando semetió en el tráfico de drogas, claro que con Austin era una cosa distinta, algoextraño.

Le entregó una gran cantidad de dinero en efectivo, y ella lo contó con susdedos, mirando los billetes entre sus manos. Once mil euros en efectivo, nadamal. —Bonita cantidad. —siseó ella guardando los billetes dentro del bolsillointerior de su chaqueta. —Sin embargo, espero más.

Austin sonrió. —Tranquila, habrá más, este sólo es el primer pago. —dijo. —Aver si acabas remodelando un poco tu... Humilde pisito.

Ella puso los ojos en blanco y abrió la puerta del coche, saliendo de éste yempezando a andar, sin despedirse, el abrir la puerta era su despedida. Eranamigos, unos amigos extraños, mucho. De hecho, nadie diría que lo eran, sinomás bien, lo fueron. Austin se vistió y pasó al asiento de delante, arrancó yse esfumó.

Ella llegó a su casa, no quedaba muy lejos de ahí en donde Austin le habíaestado esperando con su coche. Al cruzar las puertas de cristal fuedirectamente a recepción, donde Clark estaba siempre sentado, y casi siempredormido, como en esa ocasión. Colocó el dedo sobre el botoncito y la campanitasonó, despertándolo de golpe. Él frunció el ceño, molesto porque habíaninterrumpido su sueño. Ni que no durmiera.

—¿Qué? —dijo de mala manera.

—El dinero. —dijo ella secamente, sacando un billete de quinientos y dándoselo.El enfado del hombre pareció esfumarse y sonrió, mirando el billete con losojos brillantes. Clark era un puto amante del dinero, y no podía decirse que loviera a menudo, debido a su adicción al alcohol y al tabaco. —Ya puedestacharme de la lista. —dijo ella, y él obedeció, y la tachó de la lista degente que no había pagado aún. Había pocos nombres tachados.

Ella subió por el ascensor, aquel que parecía que en cualquier momento seaveriaría y acabaría atascándose, o peor, cayendo al vacío, y pulsó el botón desu planta. Divisó una mancha blanca sobre el cristal y puso los ojos en blanco.Definitivamente, aquel lugar de mierda podría tener a alguien que mantuviera,al menos, un poco limpio el lugar. Esa mancha llevaba una jodida semana ahí, yella tenía una sospecha de lo que era, por eso mismo se mantenía siempre lejos deésta. Alguien había tenido una sesión de sexo ahí dentro.

Las puertas se abrieron y ella salió, yendo directamente a su habitación,cuando escuchó un ruido en seco y un gemido al pasar por la puerta más decoraday hecha polvo del lugar, estaba segura de que ella no tenía el dinerosuficiente como para cambiarla. Sonrió, Nancy estaba con otro cliente, y ellamisma se encargaría de que perdiera el dinero cuando terminara. No había nadaque deseara más que que ella se largara de ahí y se fuera a vivir bajo unpuente, nada. No frenó a pesar de los gemidos, ya que supuso que todavía lesfaltaba un tiempo para terminar. Entró en su apartamento y cerró la puerta,dejando la mochila en el suelo y agarrando el dinero de su chaqueta. Fue a suhabitación, movió la cama y quitó la baldosa, metiendo el dinero dentro delagujero que había convertido en su caja fuerte. Sabía que nadie buscaría ahí, aparte de que no tenía cuenta bancaria.

Movió la cama de nuevo y se sentó sobre ésta, que chirrió. La pobre estabahecha polvo, y es que aquella cama estaba ahí desde antes de que ella llegara.Los gemidos se escuchaban desde su habitación, odiaba que las paredes fuerantan delgadas. Puso los ojos en blanco y se levantó, debajo de la mesa llena deobjetos, encontró su caja de tabaco con rapidez, y su mechero. Supongo que eracostumbre. No le costaría mucho comprar más muebles, y tenía dinero, pero ellano quería, lo veía algo innecesario. ¿Para qué? Si de todos modos, acabaríayéndose de aquí en cuanto terminara los estudios. No sacaba buenas notas porquesí, ella tenía la esperanza de dejar lo ilegal, ganar una beca e irse lejos deaquel lugar lleno de mierda, crear una vida y empezar de cero, ya que desde uninicio estuvo metida aquí, sin ella quererlo.    

[Heeey, sorpresa :) He estado pensando lo de poner fechas de actualizaciones pero vamos despacio, no vaya a ser que empecemos como antes y al final no suba un capítulo y sea esto un caos xD ]

La chica nueva | Zayn MalikDonde viven las historias. Descúbrelo ahora