Capitulo 6

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—¿Y cómo lo sabes? —siguió preguntando. Se negaba a que no pudiera mentirle. Ella apenas le miraba, él era el único que la miraba a ella, por lo cual tal vez, él sí que podría descifrar cuándo mentía, pero ella no.

Sonrió de lado.

—Eres incapaz de mentir a la gente a los ojos. —le dijo. —Antes de responder apartas la mirada, miras hacia un lado y lo dices, y después devuelves la mirada. A parte, respondes con aire desinteresado, para quitar tensión y restarle importancia, cuando en realidad, la pregunta te interesa. —y aquella respuesta le sorprendió, por el hecho de que ni él mismo se había dado cuenta hasta ahora. —A parte, juegas con tus dedos sin darte cuenta. —bajó su mirada y se fijó en que jugueteaba con la toalla. Enrojeció.

—¿Cómo sabes todo eso? —murmuró, sin salir de su asombro.

—No es lo único que sé. —dijo misteriosamente. Se dio la vuelta y agarró también su camiseta y se la puso. Él todavía seguía desnudo, y dudaba mucho que ella llevara algo para él en esa mochila. Decidió no decir nada más a cerca del tema.

—¿Por qué antes me has apartado de ese modo? —preguntó, y aquella pregunta pareció captar toda su atención, porque dejó de hacer lo que estaba haciendo, que era guardar su chándal en la mochila.

Se dio la vuelta. Ella sabía que tenía que responder a eso de algún modo, y no podía responderle con un "no te importa", porque sí lo hacía.
—Porque querías respuestas. —dijo, y él tuvo que parpadear.

—Sólo te he preguntado por qué dejaste el baile, no si eras virgen y con cuántos te habías acostado. —contraatacó, pero ella no sonrió, ni rió, sino que al parecer se lo tomó en serio. Lo que ella le había preguntado eran temas más personales en ese sentido, aunque para ella no lo fueran. Para ella las preguntas acerca de su vida personal eran mucho más íntimas e incómodas.

—Vale, pues yo con veintidós. —respondió ella, y él frunció el ceño, sin comprender a qué se refería. No tenía sentido que con veintidós hubiera dejado el baile cuando tenía diecisiete. Pero entonces encajó la pieza en su lugar.

—Oh. —dijo, anonado. No era una santa, ni mucho menos. Enrojeció. Veintidós eran muchos. Probablemente de todos esos veintidós, todos serían mejores que él. No tenía posibilidades de ser el veintitrés, y de eso estaba un 99% seguro, y no decía 100% porque quería ser optimista. —¿Me respondes a eso y no a por qué dejaste el baile? —dijo, y ella se encogió de hombros. La campana sonó y él dio un pequeño bote. Él todavía estaba desnudo, y Louis tenía su ropa.

—¿Tus padres lo saben? —preguntó ella, dejándolo desorientado. No sabía a qué se refería. —Que se meten contigo. —añadió, y él negó con la cabeza, avergonzado. No, ni ellos ni sus amigos, a los que les mentía. Era curioso, ellos llevaban más tiempo junto a él y no sabían cuándo mentía, sin embargo, ella, ahora, que era la primera vez que entablaba conversación real, se había dado cuenta.

—No. —murmuró. —Les rompería el corazón si lo supieran. No quiero que se preocupen por mí.

—¿Cuánto tiempo hace que se meten comtigo? —preguntó, y él tragó saliva.

—Seis años. —murmuró él, sin que el rojo desapareciera de sus mejillas.

Ella permanecía seria. El hecho de que llevara seis años siendo acosado por todo el instituto, incluyendo profesores, la enfurecía, sin saber el por qué cuando debería darle igual, sin embargo, no era así. Le importaba más de lo que deseaba.

—¿Y no crees que deberías decírselo a alguien? —preguntó, y él seguía sin ver expresión en sus ojos, como si aquello no le importara realmente, cuando a él le faltaba tan poco para quebrarse que tenía miedo de hacerlo y que ella se riera en su cara de lo débil que era.

La chica nueva | Zayn MalikWhere stories live. Discover now