Prólogo

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Una gota roja cayó sobre la nieve.

­—¿Erik, por qué? —dijo el chico con voz áspera. Miró al hombre frente a él. Aquellas gotas se convirtieron en un charco de sangre ante sus pies. Estos se estremecieron, quizá por sus heridas, quizá por el frío. No, el chico sabía la razón. Era por su tembloroso corazón— ¡¿Por qué...?!

No podía creerlo.

Ante sus ojos, un hombre le contemplaba por encima de él, sosteniendo una espada empapada de su sangre. Las heridas en el vientre del chico quemaban tanto como el fuego. A pesar de aquello, aún se negaba a creerlo.

Aquel hombre era un caballero que le había jurado lealtad.

Ese día había transcurrido como cualquier otro. Comieron aperitivos, tomaron un paseo, rieron por cosas aleatorias. El chico pensó que el día de mañana sería igual.

Hasta hacía unos minutos.

—¿Por qué, preguntas? —Los labios del hombre dejaron escapar una carcajada.

Su sonrisa era fría, completa de burla. Nunca había presenciado semejante expresión en aquel rostro. El chico realmente despreció aquella risa. Quería golpearlo para interrumpir su diversión, pero no podía moverse.

—Porque eres un miembro de la familia Lesserhain. Esa es la única razón.

Su respiración se tornaba menos profunda y el chico por fin cayó sobre sus rodillas. El hombre acercó su rostro y susurró a sus oídos, "Todo esto es tu culpa. Adiós, y gracias por cuidarme hasta ahora...incompetente hermano menor."

El hombre utilizó aquel apodo que tanto aborrecía justo antes de empujarlo por el hombro.

Sin fuerzas para sostenerse, el chico cayó cara a cara sobre la nieve. Unas lágrimas brotaron de sus ojos, aun aferrándose a él.

"Es mentira"

No podía aceptarlo.

Esto es demasiado. Solo creía en ti, y aun así...

Y aun así, la silueta del hombre se desvaneció de su vista.

La nieve caía del apagado cielo, de tono azul y plata. El chico cerró los ojos, y un blanco y brumoso escenario fue lo último que vio.

******

Aquel día, Mikumo Yamato llenó los cálidos bolsillos con sus manos mientras ahogaba un bostezo, esperando el autobús. Sus melodías favoritas sonaban de sus auriculares desde un mp3 escondido en el bolsillo izquierdo.

...Escuchemos más canciones alegres...

Apenas podía mantener sus ojos abiertos. La noche anterior, se había quedado hasta tarde leyendo manga. Había empezado un nuevo título solo para aliviar su aburrimiento, pero acabó leyendo los veinte volúmenes disponibles. Antes de darse cuenta, el amanecer había irrumpido en los cielos.

Yamato manipuló el reproductor mp3 con su mano izquierda. Recordaba el orden de cada pieza sonora. Era natural puesto que escuchaba el mp3 cada día. En un instante, encontró la canción que buscaba y la escogió.

De sus auriculares resonó una canción de ritmo feliz.

Yamato dio una ojeada a la calle principal.

Aún no alcanzaba a ver la figura del bus. Después echó un vistazo a sus espaldas solo para encontrar que la cola que esperaba el autobús superaba las diez personas.

Los pasajeros de aquella parada de autobús siempre eran las mismas personas, así que todos estaban familiarizados entre ellos. Sus ojos se encontraron con los de un hombre en traje. Una ola de vergüenza le recorrió el cuerpo, Yamato inclinó la cabeza como saludo y evitó su mirada. No era bueno con el contacto visual. Devolvió su atención a la música, arrepintiéndose de haber mirado atrás.

Violant de plata (BL/Yaoi) [WebNovel Japonesa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora