CAPÍTULO 11: LA VIEJA BRUJA.

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EL TOUR POR EL PEQUEÑO PALACIO JUNTO A GENYA FUE EXTREMADAMENTE RÁPIDO Y REPLETO DE INFORMACIÓN, tanta, que mientras Skala caminaba tenía que recordar los veinte pasos que la pelirroja les había indicado antes, al igual que las direcciones en donde se ubicaba cada cosa, y la infame dirección en la que no tenía que ir si no quería terminar en los aposentos del Oscuro, claramente Skala quería mantenerse lo más alejada de él posible.

La biblioteca fue un deleite para sus azulados ojos: altas paredes cubiertas por estantes con tantos libros que algunos parecían estar metidos a presión. Escritorios para estudiar y altos ventanales que dejaban pasar una buena cantidad de luz solar para la lectura fuera cómoda. Luego, recorrieron los pasillos en donde estaban las salas donde los Corporalki trabajan, y el siniestro hecho de que no habían ventanas o los rumores de los que hablo Genya le quitó a la pelirroja todas las ganas de pasar por allí.

Después, dieron de lleno con escuela del pequeño palacio, en donde, todos los niños aprendían la pequeña ciencia. Alina indago sobre las familias de aquellos niños, y recibió como respuesta que Genya no veía a sus padres desde los cinco años. La pelirroja sintió una sensación rara en el estómago. No veía aquello como una oportunidad, si no como esclavitud.

Servir toda una vida a una causa, y que en recompensa por arrebatarles un hijo les dieran una bolsa de monedas a los padres.

No era muy pintoresco.

Genya señaló un lago — Allí es donde vamos, están los pabellones de los Invocadores, aunque ahora tienen que ir con Baghra — nombró antes de darle un mirada a Skala. —Alina irá primero, y solo por hoy...— recalcó mientras elevaba un dedo —Puedes ir a donde quieras antes de que llegue tu turno de enfrentarte a esa mujer.

La pelirroja esbozó una sonrisa y miró a Alina. Genya no había dicho tanto al respecto pero esa tal Baghra parecía una bruja salida de un cuento de terror. —Buena suerte— exclamó mirando a su amiga, la cual, le respondió con una mueca de miedo.

—¡Después te tocará a tí, Kala!— declaró. Skala rodó los ojos y miró a Genya.

—Estaré en la biblioteca— informó —Ah, ¿Está bien si escribo una carta y te la doy? No sé como se envían desde aquí— cuestionó. Un brillo cruzó los ojos de Genya pero tan rápido como apareció, se desvaneció así que Skala le restó importancia.

—Sí, está bien. Yo me encargo de eso. — aseguró —Te busco en un rato.

Pesé que su plan inicial era escribir una extensa carta para Mal contándole las malas nuevas y pidiendo una respuesta pronta para aliviar su agonía, la variedad de libros la convirtió en una prisionera del conocimiento, y se paseó más de una hora leyendo sobre varias cosas como los amplificadores de Morozova antes de que Genya la buscará. Para cuándo volvieron a pasar por el lago, Skala notó que Alina salía de la pequeña cabaña a la distancia con un rostro de pocos amigos, y Genya se detuvo a esperar a la Invocadora del Sol antes de darle una mirada a la pelirroja más alta.

Alina le lanzó una mirada y un suerte cuando sus caminos se cruzaron. —¿Tan mal fue?— cuestionó la pelirroja para sí misma. Skala anduvo sobre el camino de grava antes de llegar a la puerta de madera gruesa de la cabaña y tocar con sutileza. Nadie le respondió, así que toco de nuevo. Frustrada por el silencio, se animo a abrir la puerta y asentarse. El calor del interior le dio en la cara como una ráfaga de aire, y sintió que comenzaba a sudar. El lugar era muy diferente al Gran y Pequeño Palacio, y la austeridad la hizo sentir un poco más cómoda. En el centro había un pequeño fuego con dos sillas enfrentadas, y todo se mantenía en una oscuridad bastante intensa.

—Cierra la puerta, niña, se va el calor. — demandó una voz. Skala se sobresaltó y reprimió una maldición antes de cerrar la puerta para luego observar los alrededores comprendiendo de que la mujer se había ocultado en las sombras. Pese a su primera impresión le reflejo a una mujer de mucha edad, cuando la observó bien notó que no tenía mucha evidencia de aquello. Su cabello estaba libre del blanco que denotaba vejez, y su piel era tersa, sin muchas arrugas o líneas de expresión. — Acércate, quiero verte.

Skala movió con timidez sus pasos hacía la luz que el fuego proporcionaba y la tal Baghra chasqueó la lengua. —Tienes mejor porté que la otra chiquilla, pero...¿eres muda también?

Skala negó en silencio, y se quiso golpear instantáneamente. —No. — respondió. —¿Usted es Baghra? — preguntó mientras la mujer se le acercaba.

—Veamos...— le ignoró antes de tomarle por la mano sorpresivamente. Skala sintió casi lo mismo que con El Oscuro, aquel cosquilleo en sus dedos y una llamada que exigía respuesta. Comprendió inmediatamente que Baghra era también una amplificadora.

Cuando la mujer la soltó, el poder se evaporó en el aire, justo como había pasado el día que conoció al Rey. Luego de eso, le pidió que invocará su poder por si misma, y ante el nerviosismo, Skala fallo estrepitosamente, no pudo hacer saltar más que una chispas de sus manos, algo a años luz de la flamante bruma roja que le acompañaba cuando El Oscuro o la misma Baghra le tocaba. La mujer hizo un gesto asqueado con la mano. —¿Porqué tengo dos niñas que no saben invocar su poder? ¿Qué se supone que haga con eso?

Skala hizo una mueca —Lo siento. —se disculpó. La mujer le miró elevando la ceja.

—¿Porqué te disculpas si no te interesa aprender?— cuestionó. La pelirroja frunció el ceño.

—Si qu...

—Si quisieras ser una de nosotros tendrías puesta la kefta. — le interrumpió. Skala guardó silencio porque sabía que no podía discutir aquello. —¿Crees que eres un icono? ¿Qué hacés un cambio?

Los ojos azules de la joven se posaron sobre la mujer, su rostro no expresó nada, pero por dentro quería morderse los labios con fuerza. —No. Solo que no pertenezco aquí.

—¿Y quien te dijo eso?— cuestionó antes de apoyarse sobre su bastón e inclinarse levemente hacia ella. —¿Sabes? Si fueras lista, entrenarías, te convertirias en la mejor Invocadora de Poder en milenios y solo ahí harías el gran cambio que quieres dentro de este sistema, pero como eres estúpida— se burló antes de golpearle el brazo con el bastón. Skala se quejó. —¡Vete ya!

Luego de aquella despedida humillante que la dejo pensando muchísimo sobre su postura con respecto a los Grisha y la desigualdad con el Primer Ejército, la pelirroja no hizo más que continuar con su itinerario del día, y según leía en la lista que Genya le ofreció, no iba a hacer más que morirse del aburrimiento.






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