CAPÍTULO 24: ¿SANTOS O ASESINOS?

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UNOS MINUTOS DESPUÉS, LA COMITIVA QUE ACOMPAÑABA AL OSCURO ESTABA LISTA PARA IRSE. Pese a su pedido, Dax se enfundó en una capa marrón que le cedieron, y monto a un corsel oscuro con el pecho blanco asegurándole que serviría para proteger el carruaje en el que irían. Skala hizo una mueca mientras acomodaba las mangas de la kefta negra prestada que seguía vistiendo —Si algo pasa quiero que subas al carruaje, si te sientes mal o...

Dax esbozó una mueca —Estaré bien, mi señora.

Skala chasqueó la lengua. —No tienes que decirme así. — murmuró. Las oscuras cejas de él joven se elevaron levemente con confusión.

—Pero...eres Sankta Skala, no puedo decirte de otr... —la pelirroja le interrumpió posando una mano en su hombro. Aquel sentimiento de conexión les envolvió.

—Somos familia — aseguró la joven. Y así lo sentía, así deseaba que fuera. —Solo dime Skala, Dax.

El de gélidos ojos azules aún parecían confundido como si aquel termino fuese algo extraño y ajeno a su ser pero asintió levemente. Skala frunció el ceño de nuevo por unos segundos. —¿Seguro que estarás bien cabalgando? — preguntó —Deberías descansar un poco más en el viaje.

Dax le restó importancia —Tomar aire me hará bien, además...quiero ver cómo son las cosas ahora — agregó. La pelirroja sonrió comprendiendo que debía ir acostumbrándose a ese gran cambio. Era casi como buscar su identidad de nuevo, y comprender a que parte del mundo pertenecía.

Un consuelo para Dax era que incluso personas como Skala continuaban buscando a dónde pertenecían en realidad.

—Intenta no sorprenderte mucho — bromeó, sus ojos azules oscuros brillaron con diversión.

—Skala— una voz varonil le llamó, la mujer movió la mirada para observar al Oscuro a metros de ella. Su abrigo ondeaba con el feroz viento que recorría la zona dándole una presencia más intimidante que podría hacerle temblar las piernas con una facilidad impresionante a cualquiera que le viera. —Ya hay que irnos.— dictaminó antes de señalar el carruaje negro. Skala asintió.

—Ya sabes, si pasa algo...— le dijo a Dax señalando el carruaje. Ambos se despidieron y la pelirroja se acercó a paso rapido al carruaje. El Oscuro detuvo a Iván cuándo este iba a subir.

—Viajaremos solos está vez, estén alertas.

Iván pareció confundido por un segundo pero instantáneamente volvió a su expresión seria —Claro, señor.

Aleksander esperó pacientemente a que Skala subiera y él le siguió. La pelirroja movió su mirada por el carruaje pese a que ya había estado dentro de él, pero habiendo solo dos personas está vez y sin la mirada de muerte de Iván sentía que había más para observar. Intento ignorar la cercanía que mantenía con el pelinegro moviendo una de las pequeñas cortinas negras para observar el exterior. El campamento no tenía nada de especial excepto a los creyentes.

Skala cerró la cortina en cuando vio que muchos de soldados y sobrevivientes de los ataques hacían una reverencia cuando veían pasar el carruaje.

Ella no era una Santa.

No era una Salvadora.

—Ponen demasiada fe en mí— murmuró refiriéndose a las personas que dejaban atrás. Sintió la mirada gris del Oscuro sobre ella pero no se animó a mirarle.

—Porque eres la única chispa de esperanza que tienen en mucho tiempo. Que todos tenemos en mucho tiempo — explicó. Skala negó.

—Alina es esa chispa de esperanza.

WICKED SAINTS | GRISHAVERSEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora