Capítulo 8 -Emily

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Gotta Be You, de One Direction, resuena por toda la sala. Literalmente, he cogido el primer disco que he encontrado en el cuarto de Lucy para cocinar. Quiero dejar la comida preparada antes de ir al gimnasio.

Una vez que tengo la ensaladilla rusa lista, procedo a guardarla en la nevera. Con el calor que hace y la sudada que pillaré, me va a saber a gloria.

El timbre suena en cuanto cierro la puerta del refrigerador, por lo que me apresuro para no hacer esperar al visitante. Probablemente sea la señora Londono, una vecina de nuestra urbanización privada. Diez casas la componen, todas con la fachada teñida de blanco, aunque la nuestra está algo tuneada con dibujos de estrellas y olas hechas por el artista local Walford, hijo de un amigo de papá.

No creo que le importen mis pintas, consistentes en unos shorts de deporte, una camiseta de tirantes algo desgastada y un moño mal hecho. Abro la puerta y, para mi sorpresa, ahí está Luke.

Mentiría si dijera que no me da vergüenza que me vea así, aunque sería una cínica si fingiera que no deseaba que se tomara mi mensaje al pie de la letra. No pensé que lo haría, sin embargo. Al menos, no ahora, no casi de inmediato.

Pero ahí está él, tan guapo como siempre, pero sin esa actitud confiada que solía cabrearme y adoraba a partes iguales.

―¿Qué haces aquí? ―pregunto quizá más emocionada de lo que pretendía.

―No pienso irme sin tu número de teléfono. Casper no se rinde, no lo olvides ―comenta.

He hablado mucho con Lucy estos días. Ambas llegamos a la conclusión ―ella antes que yo― de que es absurdo cerrarme en banda a retomar la amistad con Luke. Todos merecemos segundas oportunidades, pero, como dice mi mejor amiga, ¿qué gano poniéndole trabas? Sólo me perjudico a mí misma. He odiado con todas mis fuerzas el distanciamiento que él provocó en nosotros, pero ahora tengo la oportunidad de descubrir los motivos y de que él trate de enmendarlos.

―Eres un grano en el culo, pero me has ganado con lo de Casper ―cedo, apartándome para dejarlo pasar.

―Estaba cagado, no voy a mentir. Temía que me cerraras la puerta en las narices.

―Una opción tentadora, no cabe duda ―asiento y le señalo el sofá para que se siente―. Estás en tu casa, no te cortes.

―Gracias ―me sonríe.

Mientras voy a por dos latas de cerveza, escucho a Luke elogiar la distribución de la casa. Cuando regreso a la sala de estar, lo encuentro con un portarretratos en sus manos. La fotografía en cuestión es una de mi hermano Harry y yo, cada uno con un koala en nuestros brazos.

―Eso es en Magnetic Island ―explico, sobresaltándolo―. Hay koalas por todas partes.

―Lo sé, me lo explicó una fascinante guía turística ―añade mientras deja la foto en su sitio.

―Casi me muero del susto al ver la solicitud de mensaje en Instagram ―digo entregándole su cerveza―. Al ver la cuenta verificada, una parte de mí se emocionó pensando que quizá fuera Chris Evans. La desilusión fue mortal ―bromeo.

―Puedo imaginarlo, no soy nada comparado con el culo de América ―ríe.

―Idiota ―murmuro, también entre risas―. Bueno, cuéntame, ¿cómo es eso de que quieres mi número? ―pregunto tras sentarnos en el sofá.

―Verás, puede resultar difícil de entender ―carraspea―, pero el número de teléfono sirve para que las personas se comuniquen entre ellas ―explica mientras yo me muerdo el labio para no reírme―, si no sabes cómo dármelo, puedo agregar yo el mío a tu teléfono. Déjamelo, te lo mostraré.

―Eres de otro mundo, de verdad ―río y me inclino hacia la mesa, donde está el aparato en cuestión―. Venga, anótalo, pesadilla ―accedo y le paso mi móvil.

Lo observo mientras guarda su contacto, notando su alegría contenida. Cuando me lo devuelve, indicando que ya está, me fijo en el nombre con el que se ha guardado a sí mismo y noto el corazón amarillo que lo acompaña.

―Mándame un mensaje para agregarte yo, anda ―dice Luke, desviando mi atención.

Hago lo que me pide, enviando, concretamente, el emoticono de un fantasma, provocando su risa.

―Es justo que, si quieres que mantenga tu contacto como tú lo has guardado, yo pueda guardar el mío a mí gusto.

―Me parece bien ―asiente y me entrega su dispositivo móvil.

No me complico la vida y me guardo como Ems y una mariposa. Ems es como me llaman mis amigos y gente de confianza, y la mariposa hace alusión a lo alto que siempre he querido volar, como Luke bien sabe.

―Listo ―concluyo, devolviéndoselo.

―¿Significa esto que estamos bien? ―pregunta observándome sorprendido.

―Si me explicas tu ausencia y me convences de que podemos ser amigos de nuevo, sin abandonos ni nada por el estilo, sí, prometo poner de mi parte para que estemos tan bien como antes.

Luke sonríe, contagiándome su alegría, y comienza su relato.

Me explica, especialmente, sus sentimientos en cada momento de su carrera musical. Al principio, quiso desligarse de mí para protegerme, porque sabe que no quiero tener la atención de la prensa ni de fans locas que me acosen para averiguar quién soy. Eso me lo compro, pero no me sirve. Especialmente porque se distanció sin consultarme si eso era lo que yo quería, a lo cual le habría respondido que no.

Lo que me impacta es, sin embargo, el hecho de que me diga que recibió una llamada de mi padre, llamada en la que lo convenció de romper todo contacto conmigo mientras fuera un personaje público.

―¿Te amenazó? ―le pregunto afectada por la información.

―No, no, para nada ―expresa, acompañándose de sus manos―. Simplemente fue un consejo, consejo en el que me insistió en que era lo mejor para ti, que no debía ser egoísta. Sé que la culpa es mía, sé que debí haberlo hablado contigo, pero entre lo que creí que sería mejor para ti y que mis representantes y nuevos amigos en la industria me aconsejaban centrarme en mi nueva vida para poder llegar lejos, no sé, me dejé llevar. Y sé que no es excusa, Ems ―añade cogiendo mi mano entre las suyas―, pero necesito que me concedas la oportunidad de recuperar lo que teníamos. Creí que sería feliz luchando por mi carrera, pero ahora sé que no puedo serlo completamente si no tengo a quienes me apoyaban desde mucho antes. Si no te tengo a ti.

La excusa es pobre. Absurda, si me apuráis. Pero recuerdo cómo solía ser Luke. Recuerdo lo fácil que era convencerlo para hacer algo. Lo loco que se volvió cuando consiguió, al fin, una banda. No debería ponérselo tan fácil, pero todos merecemos una segunda oportunidad, ¿no?

―Eres un pésimo amigo y disculpándote das asco ―digo―, pero te he echado un montón de menos.

―Y yo a ti, Ems.

No sé quién lo inicia primero, pero, de lo que estoy segura, es de que acabamos abrazándonos como dos amigos de toda la vida, ansiosos por retomar nuestra amistad justo donde la dejamos.


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Mis bbs son amigos de nuevo. ¿Sensaciones?

Emily es la persona menos rencorosa del mundo, ya lo iréis viendo, pero con Luke quizá le cueste un poco olvidarse de todo.

¿Os alegra que estén bien? ¡Contadme!

Mírame A Los OjosWhere stories live. Discover now