Capítulo 11.

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Respiramos tensión sexual desde el primer momento cuando me vio en prendas menores bailando en su casa, y la cosa fue creciendo hasta el punto en que siento que mi corazón se detendrá si posa sus labios sobre los míos

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Respiramos tensión sexual desde el primer momento cuando me vio en prendas menores bailando en su casa, y la cosa fue creciendo hasta el punto en que siento que mi corazón se detendrá si posa sus labios sobre los míos.

Cierro los ojos esperando el momento, estoy temblando entre sus brazos sin embargo los segundos corren y nada sucede hasta que lo siento alejarse. Abro los ojos de golpe y no veo más que arrepentimiento en su mirada.

—¿Qué sucede?—susurro, todavía con las manos apoyadas en sus hombros.

—Joy, lo siento, no puedo...

Y de repente me siento estúpida. Observo a mi alrededor y noto que tenemos muchos ojos sobre nosotros ahora mismo, ojos que han sido testigos del desplante que acaba de hacerme.

Me han rechazado antes, pero no alguien como él. De inmediato me siento pequeña, insegura y muy poca cosa a su lado, y me siento así porque realmente es la verdad.

Doy dos pasos hacia atrás y eran pequeños, pero en cuestión de nada me veo corriendo hacia el elevador. Escucho que grita mi nombre, sé que es él y no voy a dejar que me tome como una estúpida pues ya me siento de esa forma así que no espero el elevador. Abro la puerta de emergencias y bajo las escaleras.

Jamás fui buena en tacones pero vaya que estorban cuando estás en una huida de emergencias.

Los ojos me escuecen, el pecho me arde y en la garganta siento un gran nudo que solo deja a la vista que me emocioné demasiado pronto con él. Me emocioné porque siempre supe que Liam McMurray no era de mujeres como yo sino de chicas con más clase, jóvenes que hayan nacido en su mundo y así no las quieran terminan casados con esa clase de mujer por su status de mierda. Quise creer que era diferente, pero ahora me doy cuenta de que me ha convertido en Sarah, en la segunda, en la chica que jamás será una opción.

Abro con fuerza la puerta de entrada del edificio. El frío me cala los huesos pues estamos a nada de diciembre y me olvidé el abrigo arriba. Observo al cielo y la nieve que comienza a caer sobre me paraliza por unos cuantos segundos hasta que regreso la vista a la calle.

Hago seña con la mano cuando veo un taxi acercarse y como no tengo otro lugar dónde ir, le doy la dirección de Liam. De repente noto que no tengo otro lugar donde ir pero tampoco cargo las llaves ni mi móvil y mucho menos mi abrigo.

Estoy prácticamente desnuda y sin abrigo en una noche de invierno en Nueva York. Y sin dinero.

Los nervios comienzan a recorrerme hasta las manos cuando llegamos a nuestro destino pues sé que tendré que pagarle el viaje y no tengo ni un solo centavo conmigo. Trago grueso cuando el conductor me observa por el espejo retrovisor al hacer chillar las ruedas sobre el pavimento frente al edificio de Liam.

—¿No va a bajar?—pregunta el hombre. —¿O ahora me va a decir que no trae dinero?

Solo fueron unas cuantas cuadras, podría regresar por mi cartera para pagarle y luego hacer me traiga de regreso. El plan que se me ocurre es brillante, estoy por abrir la boca para ver si quiere aceptar pero entonces veo el esmoquin de Liam en la ventanilla del conductor.

Entre Joy y Nueva York (AQS #5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora