Capítulo 33.

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TRES AÑOS DESPUÉS

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TRES AÑOS DESPUÉS

CALIFORNIA, ESTADOS UNIDOS.

Las puertas dobles del avión se abren permitiendo que el aire caliente procedente de mi ciudad natal, me golpee el rostro. Inhalo profundo, se ha convertido en un hábito el tratar de recordar cada aroma de cada lugar al que voy. Una sonrisa surca mis labios pues es cierto que el cuerpo tiene memoria pues una sonrisa pinta mis labios.

Observo el cielo despejado y juro que no puede haber un día más hermoso que el día de hoy donde el sol brilla por todo lo alto y cada persona que cruzo parece feliz.

Recorro el aeropuerto buscando mis maletas y salgo a tomar un taxi. Es la primera vez que estoy de regreso en los Estados Unidos desde que marché hace tiempo atrás.

Pensar en el pasado se ha convertido en un pasatiempo últimamente. Desde que tomé el vuelo en Roma, no he hecho más que pensar en todo lo que sucedió aquí, en todo lo que me llevó a cambiar por completo y convertirme en la persona que soy hoy.

Suelto un suspiro, el taxista pone música que me aleja un poco de esos pensamientos que hace tiempo no cruzan mi mente y solo disfruto por el resto del viaje.

Todo luce igual, a mi parecer nada ha cambiado a excepción de mí pues al recorrer las calles que me vieron crecer, casi no reconozco al joven que cruza mis pensamientos pues casi no queda rastro de él en la persona que soy hoy.

El coche ingresa al barrio privado y me lleva directo hacia la puerta que se mantiene abierta para recibir a los invitados. Las personas entran y salen, casi nadie se da cuenta de mi presencia en el coche y es que las personas importantes para mí se encuentran dentro por eso aprovecho a bajar las maletas y pagarle para poder camuflarme entre los invitados.

La casa luce genial, creo que solo he venido cuando mis padres la compraron y siquiera entonces presté atención a todo lo que miro ahora, por ejemplo al pilar familiar de mi hermana donde las fotografías de sus hijos marcan la pared junto a su foto de recién casados en la playa donde fue la última vez que los vi.

Me he convertido en todo un viejo sentimental estos últimos tiempos y creo que sé de quién lo heredé cuando mi padre me ve. Sus ojos se cristalizan al instante, duda en venir a abrazarme por unos segundos hasta que su amor paternal puede más pues en cuestión de nada estoy siendo apretado entre sus brazos.

Se siente genial estar en casa, es la primera vez que lo veo y no puedo evitar que las lágrimas salgan. Hemos tenido nuestras diferencias a lo largo de los años pero aquí estamos, más fuertes, más unidos.

El recuerdo de nuestras peleas telefónicas vienen a mi mente y es que nos la pasamos discutiendo porque siempre me encontraba al otro lado del mundo y jamás podía llegar a tiempo a las festividades, sin embargo ambos sabíamos que la razón por la que no quería venir, no era esa.

Entre Joy y Nueva York (AQS #5)Where stories live. Discover now