41. CON EL DEDO EN EL GATILLO

150 34 48
                                    

Nicolás siguió a Cassandra de cerca. Él no se mancharía las manos con la sangre de esa traidora.

—Sabía que eras tú —se detuvo y lo enfrentó, no sin un poco de desconfianza.

—¿Y por eso corrías? ¿Desde cuándo huyes de mí?

—Es solo un trabajo, Nicolás —afirmó con voz temblorosa. Su primo podía llegar a ser muy intimidante.

—Solo un trabajo... —repitió, con esa sonrisa falsa, qué solo le inspiro más temor.

—¡Sí, Nicolás, solo un trabajo!

—¿Por qué gritas? No hay necesidad.

—¡Entiende, yo no puedo defender a Eleodoro, es un asesino!

—¡Cierra la maldita boca traidora que tienes! —estalló.

—¡Solo hago lo que creo correcto!

—Yo también, querida, yo también.

Nicolás se retiró un poco sin decir nada más, aunque sin apartar la vista de ella.

—¡Va a traicionarte! ¿No entiendes? ¡En cuanto salga, se va a ir con Frida Figueroa!

—¡Él me ama! ¡Me lo ha dicho! ¡Y también se lo dijo a mi tío!

—¡Eres tan ingenuo a veces! ¡Él mismo me lo dijo! ¡Se está burlando de ti, te está usando! ¡No lo conoces, Nico! ¡Es un hipócrita! ¡Es un mentiroso!

Por un momento, Nicolás viajó al pasado al recordar qué fueron esas las palabras exactas que utilizó en aquella ocasión con Javier, su antiguo amante.

—¡Cállate! —ordenó—. Dirías cualquier cosa para justificarte. Pero claro, ahora que tienes a tu papito de vuelta, crees que ya no me necesitas ¡Me traicionaste, Cassandra!

—¡No tiene nada que ver contigo! ¡Entiende!

—¡Yo te ayudé, fui el único que estuvo ahí para ti!

—¡Dios, pero qué ciego estás!

—¡No quiero volver a saber nada de ti! ¡Para mí, estás muerta!

Nicolás, por un pequeño y breve momento, pensó en sacar el arma qué siempre llevaba, para acabar con ella ahí mismo, pero llegó a la conclusión de que sería una pésima idea. Regresó al edificio, pero no usó el elevador. Necesitaba privacidad para lo que iba a hacer y las escaleras eran un lugar solitario. Pero aunque se sentía decidido, titubeó jugando con el teléfono entre las manos.

No lo hizo, esperaría. Si por su causa Ele acababa el resto de su vida en la cárcel, entonces sí. Pero, por ahora, confiaría en la capacidad de su tío.

De camino a la sala de audiencias, chocó de frente con Frida

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

De camino a la sala de audiencias, chocó de frente con Frida. Ambos se disculparon, siguieron su camino, aunque solo ella volteó a ver con quién se había topado.

ELEWhere stories live. Discover now