19 de agosto
Después de salir de aquel restaurante recogí algunas cosas y me marché a casa de Nanako. Aunque terminé el artículo justo a tiempo para entregarlo, supo que hice el ridículo en la entrevista, puesto que apenas había dormido y mi aspecto era lamentable.
—Lo has hecho bien —respondió Nanako pasándome un brazo por encima del hombro y recostándome sobre su regazo con ternura—. Has sido demasiada presión. No debes torturarte.
—Estoy cansada —respondí en un suspiro antes de caer dormida en el taxi de camino a su casa justo al salir de la redacción de We Love Demodè.
ESTÁS LEYENDO
Los diarios de Dakota: Soy de titanio
Teen FictionDespertarse después de una noche de fiesta suele traer consigo consecuencias nada agradables. En mi caso, siempre llego a casa con un zapato de menos, las medias rotas, el maquillaje corrido y las bragas en paradero desconocido. Sin embargo, aquella...