Capítulo 6 | Dos margaritas

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Justo en el momento en el que mi sueño se comenzaba a normalizar y acomodar el avión aterrizó arduamente, haciendo que éste se tambalease continuamente y terminase por desvelarme del todo. Me incorporé en mi asiento con la cabeza algo aturdida, despertarme de golpe y porrazo había provocado que me notase algo desorientada, como consecuencia de ello vino por consiguiente un pequeño aunque obviamente notable dolor de cabeza; tal vez se debiese al cambio horario o a que mi humor tendía a ser cambiante si se me despertaba antes de tiempo.

Alcé la vista y visualicé la pista de aterrizaje, también se podían oír los descontrolados gritos de Eli y sobraba decir que se sentían en todo el avión sus alocados movimientos provocados por la emoción. Niall intervino cogiéndola por los brazos y tratando de calmarla, cosa que yo veía como una misión imposible.

Todo el grupo nos habíamos dirigido con rapidez a la salida del avión una vez que nos llevamos con nosotros el equipaje de mano. Estando ya fuera nos azotó con poderío el aire cretense, embriagándonos con la sensación de frescura y libertad que traía consigo, mientras que el sol comenzaba a calentar satisfactoriamente mi piel.

—¡Ya estamos aquí! —bramó Eli alzando los brazos.—Ya tengo ganas de ir a la playa solo con ver como es el tiempo aquí.

Ciertamente no se equivocaba, eran pocos los sitios en los que se podía apreciar sombra. Definitivamente Grecia se intuía preciosa en el poco tiempo que llevábamos aquí.

                                                              […]

Habíamos recogido nuestro equipaje en su totalidad y ya disponíamos de un vehículo de alquiler el cual sería usado por todo el grupo (exceptuándome a mí debido a que no sabía conducir), con lo cual estábamos listos para emprender camino hacia el complejo de apartamentos en el que nos alojaríamos. El trayecto se hacía corto entre conversaciones y bromas varias con música de fondo y un paisaje griego invadiendo nuestras vistas; se hacía notar, en su mayoría, la presencia de colores como el blanco y el azul intenso, a punto de llegar se preveía ya la playa en la lejanía rodeada de casas blancas bastante pintorescas, me suponía yo que una de esas sería la nuestra.

El furgón fue aminorando su velocidad en cuanto nos acercábamos a uno de los apartamentos, fue entonces cuando Liam nos indicó que se trataba del nuestro. Nos encontrábamos en plena zona turística, siendo más concreta: en medio de la aglomeración de gente que se encontraba dando un paseo y de camino al paseo marítimo.

Eli y yo nos apresuramos en coger nuestras maletas con gran esfuerzo y recorrer un apurado a la vez que aparatoso camino hasta la entrada del apartamento, no sin antes percatarme de haber cogido las llaves del susodicho. Queríamos ser las primeras en entrar y correr hacia la habitación que habíamos escogido, llevábamos bastante tiempo planificándolo todo y queríamos que el verano saliera tal y como lo teníamos previsto. Abrí la puerta y solté el equipaje en la misma entrada sin pensarlo dos veces y, acompañada de Eli, atravesamos un gran salón-recibidor, para luego subir las escaleras de madera hacia la habitación que se encontraba en la planta de arriba, al llegar ambas nos tiramos en las camas sin siquiera planteárnoslo.

—Hecho, la habitación ya es nuestra —dije antes de ser interrumpida por los feroces gritos de los chicos en la planta de abajo.

Escuché varios pasos subir las escaleras, pronto las caras de Louis y Harry aparecieron por la puerta de nuestra habitación.

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