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- Oi, maldito cocinero ¿Viste mis espadas? - preguntó Zoro, ingresando enfurruñado.

Sanji volteó automáticamente irritado, dándole una mirada de desprecio desde su lugar en la cocina. - ¿Por qué crees que YO sabría donde están TUS estúpidos palitos de juguete? ¿Eh? Marimo imbécil.

- Y le vine a preguntar a un idiota que solo sabe coquetear. Mi error. - finalizó ignorando olímpicamente los venenosos insultos del "amante de las señoritas"  y siguió recorriendo el barco.

- Usopp, ¿Tienes idea de a donde fueron mis espadas? - siseo malhumorado sobresaltando al tirador luego de cruzarlo en la cubierta de césped,  sosteniendo un plano sobre quién-sabe-qué.

Este negó desconcertado, mordiendo la punta de su lápiz pensativo. - Creí que nunca te separabas de ellas Zoro, así que no tengo la menor idea. ¿Será que les salieron patas y huyeron? ¡Oh, nunca te conté la historia de como en mi villa natal hubo una invasión de espadas parlantes, fue totalmente aterrador y - chilló interrumpiéndose cuando la seria mirada del espadachín lo intimidó.

- Hm, seguiré buscando - murmuró descontento y caminó hacia lo que creía, era la enfermería. Tocó dos veces y esperó unos segundos sin reacción, por lo que abrió sin titubear. - Oi Chopper, ¿Viste mis - y gruñó, cerrando la puerta de la despensa para dirigirse a la otra puerta y abrirla, encontrando al renito con unas dosis de algo extraño en dos tubitos. - ¿Has visto mis espadas, Chopper? - interrogó con suavidad, considerando no molestar mucho al doctor del barco.

- Oh, Zoro - habló desviando la mirada hacia él - disculpa, no las he visto. ¿No las has dejado en el observatorio? ¿Quizás cerca del bar acuario? ¡Robin puede serte de ayuda! - aconsejó antes de volver a concentrarse en lo suyo. 

Zoro siguió lo indicado y se encaminó. Más tarde, una vez encontró la biblioteca, inspeccionó el área en busca de la arqueóloga. Recorrió con la mirada los estantes de libros y halló la silueta alta y delgada de Robin. Quien sombríamente sonreía en su dirección con un libro grueso en las manos.

- Tus espadas están bajo cubierta, señor espadachín - respondió sin que Zoro siquiera abriera la boca. Agradeciéndole entre dientes, se apuró fuera de la biblioteca e hizo el mismo recorrido devuelta.

Una intenso andar mas tarde, mientras se encontraba analizando la habitación de Franky, un llamativo ruido de forcejeo alertó sus sentidos. Al parecer este provenía del almacén de municiones. O eso deducía siguiendo el sonido con atención. El lugar se veía bastante oscuro, por lo que agudizó su mirada y con cautela investigó.

El sonido de alguien forcejeando con algo se hizo más fuerte a medida que sus pasos avanzaban, por lo que de una sola zancada, se acercó lo suficiente para distinguir de donde se originaba.

- Ah, estúpidas espadas, ¡Quédense en su lugar! - rezongó molesta la inconfundible voz de su capitán.

- ¿Luffy? - llamó pasmado, encontrándose frente al culpable de la desaparición de sus tres espadas a medio vestir.

Luffy se volteó con los ojos bien abiertos y una mano sobre el pecho, respirando irregularmente. - ¡Zoro! ¡No me asustes! ¡Casi me muero! - se quejó, viéndolo con desdén.

- Me desperté de mi siesta y mis espadas no estaban en su lugar usual así que fui y ¿Qué diablos estas haciendo vestido así? - interrogó el segundo al mando con una incógnita en todo el rostro a su capitán acomodándose una vieja faja, o lo que fue una, pues estaba hecha tirones de tela rasgada y desgastada.

- ¿Oh, esto? ¡Quería disfrazarme de Zoro! - rio sosteniendo el pantalón que amenazaba con deslizarse de sus caderas. 

Zoro parpadeo. - ¿Y por eso secuestraste mis espadas?

- Err, el otro día con Usopp encontramos estas cajas llenas de ropa vieja que dejaron aquí, así que tuve la idea de venir en secreto y actuar como mis nakamas. - explicó sonriente, alcanzándole una a una las espadas al contrario.

El tuerto asintió, comprendiendo el juego de Luffy.

- Aunque  fue incómodo ¿Sabes? Las de Nami y Robin no me gustaban, demasiado ligeras o apretadas ¡Rompí algunas, lo siento Nami! Las de Usopp se me caían, pero eran geniales. Los trajes de Sanji no me dejaban caminar, me golpeé con el suelo varias veces. Franky y Brook no dejaron nada acá. Y por último Zoro, ¡Casi tengo tus músculos de hace dos años, shishishi! - rio tontamente, abotonando con torpeza el botón faltante con su mano desocupada.

Zoro sonrió y lo ayudó a abotonarlo cuando ya hubo dejado sus espadas de regreso a su faja. - Tenemos complexiones diferentes, no se sienta molesto si aún no puede llenarlo del todo. - se mofó, ahora rozando con las yemas de los dedos la clavícula que la camisa dejaba expuesta.

- Oh, no estoy molesto. Y... ¿Zoro no lo está? Quizás Zoro piense que muy atrevido que tomara las pertenencias antiguas de mis tripulantes y me las probara. - murmuró Luffy, sonriendo tímidamente y cerrando los ojos ante la caricia. El aliento de una risa silenciosa bañando su mentón.

- Al contrario, capitán... - Disimuladamente buscando alguna extremidad con alguna estructura similar a un oído o algún glóbulo ocular turbiamente oculto en las paredes. Suspirando satisfecho al no encontrar nada parecido luego de unos segundos. - Es un gesto muy tierno de su parte.

"Infinitesimal" ZoLu-LuZo.Where stories live. Discover now