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Precisaba un respiro. Había tenido suficiente de las burlas del estúpido cocinero y sus horribles cejas rizadas junto a su insoportable voz taladrando su cerebro cada mañana. Y luego la insufrible de Perona, cuyos chillidos espantosos y reclamos arrogantes aseguraban dolor de cabeza para cada segundo de su miserable vida.

Definitivamente necesitaba un poco de sosiego lejos de esos dos.

The Monkeys era el club-bar más cercano a su departamento, nunca había tenido interés en beber en bares o semejantes cuando solía hacerlo en su propio espacio. Pero esa noche se había quedado sin cerveza y el supermercado a esa hora ya permanecía cerrado. La música era suave una vez dentro; el ritmo de Sex on Fire y seguidamente una de los Red Hot le convencieron de quedarse y le acompañaron junto al agradable sabor amargo que bajaba por su garganta.

Al contrario de lo que pensó, el lugar no era tan bullicioso, incluso podía considerar volver otra vez si podía obtener esa misma paz de beber tranquilo de nuevo.

Ya en su tercera botella apoyó los codos en la barra. No se sentía borracho en lo absoluto debido a su gran tolerancia. Por lo que tarareando observó a unos cuantos tipos acomodarse en una mesa para cuatro cerca de la plataforma en el centro, con un tubo que salía desde el techo.

¿Eso siempre había estado ahí? Zoro meditó, no era muy sabio en el tema del estriptís, pero tampoco un ignorante. Cualquier adulto con dos dedos de frente sabia qué eran los bailes de tubo o la exhibición erótica. Y no es como si tuviera un estúpido no-mejor-amigo con un desagradable armario lleno de revistas y CD's porno con todo tipo de temáticas y fetiches.

La iluminación descendió y la música cambio de ritmo. Sonaron varias canciones en las que los silbidos y palabras vulgares reinaron el lugar, aumentando a medida que pasaban los minutos. Zoro arrugó la frente con desinterés. Vio a varios de los bailarines completar sus turnos. Arqueando una ceja cada que un movimiento se le hacia llamativo. O simplemente viéndolos con aburrimiento.

No eran su tipo.

Ya la tercera vez que las luces se apagaron antes de anunciar al siguiente, Zoro decidió que ya era hora de marcharse. Sacó de su billetera la cantidad suficiente de billetes y los dejo sobre la barra sin molestarse en esperar su cambio. Girándose sobre sus talones y echándole un ultimo vistazo a la plataforma.

Un cuerpo delgado y a medio vestir llamó su atención, danzando al ritmo de Express de Christina Aguilera. Titubeo por un momento en su lugar. Su mano acariciando su barbilla mientras los engranajes de su cerebro se activaban en un intento de recordar en donde había visto antes aquella figura.

Piel bronceada, caderas delgadas, cicatrices... inconfundibles.

Y casi ahogándose de la impresión, vio una prenda oscura cayendo sobre sus pies.

- Luffy - bramó, volviéndose a apoyar en la barra.

Habían pasado mas de 6 años desde la ultima vez que había visto a ese chiquillo escurridizo. Claro que una vez analizó esos movimientos descartó el "chiquillo". Pues nada que creyera inocente en el pasado seguía presente en el cuerpo y rostro que le enviaba miradas incitadoras mientras bailaba sin pudor.

¿Él sabia que iba a estar aquí? Pensó, respirando pesado. The Monkeys sonaba sospechoso desde un principio, debió haberlo supuesto, siendo el apellido de su antiguo crush.

Resignándose a cuestionar la situación, se dedicó a contemplar la escena proporcionada. Grabó en su mente cada pedazo de piel expuesta y sudorosa que pudo ver. Notando la dureza de sus muslos al caer con gracia. Lo firme de su estomago al aplastarse contra el tubo. La delicadeza de sus manos inquietas y lo oscuro y profundo de sus ojos, bañados en una húmeda lluvia de alborotados cabellos negros. Si era sincero, no había cambiado mucho a su parecer. Solo tenia ligeros cambios que denotaban su madurez. Y no es que antes se hubiese detenido a examinarlo como si una obra en exhibición se tratase.

Sus mejillas ardieron cuando al salir de su transe Luffy le sonrió con arrogancia. Haciendo que toda la atención de Zoro se dirigiera a sus labios despampanantemente rojos. Casi envidiando la pequeña acción de su lengua coqueta paseándose sobre ellos. El pecho de Zoro zumbo en un gemido insatisfecho.

Luffy siguió bailando desvergonzadamente, sus ojos ahora mirando hacia ningún lado. Deslizando sus manos por su cuerpo, rozó sus pezones perforados y se sujetó al tubo sobre su cabeza, tomando impulso y demostrando una increíble flexibilidad.

Hijo de perra. Rezongó Zoro, percatándose del jueguito del moreno.

Poco a poco, sintiendo su tolerancia estallar y su boca secarse nuevamente, Zoro se rindió.

Bien, definitivamente NO estaba en sus planes presenciar a un viejo interés amoroso bailando tan sensualmente esa noche. Y definitivamente NO estaba intentando recordar con cuantas personas se había acostado los últimos dos años y la razón del porqué su frustración sexual se encontraba a tope esa noche.

Con la respiración atascada en la garganta y sus ansias por ahogarse en alcohol incrementando pidió otra cerveza ante la mirada picara del barman.

A la mierda, que pase lo que tenga que pasar. Fue el último pensamiento coherente que cruzó la mente de Zoro cuando dio un sorbo a su nueva botella y tapó una sonrisa cuando sintió un peso caliente apoyándose sobre su costado.

- Hey, Zoro, cuanto tiempo.

Y no planeaba desaprovechar nada.

"Infinitesimal" ZoLu-LuZo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora