Capítulo 6: Un pequeño capricho

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Luego de aquel baile, la relación entre ellos no cambió demasiado. O al menos eso creían. La verdad, era que aquellos que lo conocían habían notado diferencias. ¿Y cuál fue la más notoria? Que ahora compartían más.

Cierto que la cuerda que los ataba les obligaba a convivir con el otro, dejándoles sin alternativas a hacer algo de manera independiente, siendo algo incómodo y siempre hecho de mala gana, pero luego de ese baile, donde ambos terminaron divirtiéndose más de lo que creían, el hacer cosas juntos ya no fue tanto una obligación para sobrevivir sin morir de vergüenza y más algo que se hacía por gusto.

Lan XiChen jamás pensó que encontraría comodidad en la presencia del tigre.

Sin embargo, no era suficiente. Había algo que hacía que su estado de ánimo se viera afectado, perjudicando también su relación con su esposo; y era que Lan XiChen extrañaba el cielo sobre su cabeza.

Al ser un dragón de aire, amaba volar en este, ya sea sobre su espada o en su forma real, pero en especial en esta última, donde se sentía libre al poder llegar más alto que sobre una espada, volar sobre las nubes, sentir el viento en su rostro y escamas, mirando hacia el cielo arriba más allá de las nubes, y a la tierra verde debajo.

Pero ahora no podía hacerlo. No con Jiang Cheng a un poco más de 2 metros de él. Y eso le hacía sentir melancólico.

Pensó en ser egoísta y llevarlo colgando, ¡sería divertido ver la cara llena de terror que su esposo pondría a ver la altura a la que podía llegar! Lan XiChen se rió secretamente. Aunque si hacía eso estaba seguro de que no se salvaría de la furia del tigre, o del Oráculo Wei, así que desistió.

Sin embargo, su corazón sintió por primera vez envidia, puesto que Jiang Cheng si podía hacer lo que quería aún con él amarrado al tigre; nadar.

El estanque de lotos, regalo de matrimonio de Jiang YanLi a la "feliz" pareja, era lo suficientemente grande que parecía un lago, ideal para un tigre que amaba pasar las tardes calurosas nadando ociosamente en las frescas aguas entremedio de los lotos.

Y esa tarde, días después de la fiesta, hizo tanto calor que Jiang Cheng no se aguantó.

–Quiero nadar.

–¿Eh?

Jiang Cheng frunció el ceño –¿Acaso no escuchas? ¡Quiero nadar!

–Si te escuché, A-Cheng – el dragón trató de sonreírle, sin embargo, su voz igual sonó un poco tensa –. Mi sorpresa yace en cómo lo harás. Te recuerdo, querido esposo mío, que una cuerda nos amarra y no podrás hacerlo conmigo a tu lado, al menos que encuentres una forma de hacerlo sin que yo tenga que mojarme, estaré encantado de aceptar – habló un tanto molesto, pero sin dejar de sonreír. En su defensa, él se estaba aguantando las ganas de volar, ¿acaso Jing Cheng no podía hacer lo mismo? ¡Era injusto!

El tigre le gruñó ofendido. Lan XiChen le sonrió desafiante a que se le ocurriera una solución.

Ese día, Lan XiChen aprendió a jamás desafiar a Jiang WanYin.

Porque más temprano que tarde o, mejor dicho, horas después, en la cena para ser más específico, el dragón se daría cuenta de la mala idea que fue desafiar a Jiang WanYin, príncipe heredero de los tigres de Yunmeng, cuyo lema es "lograr lo imposible".

O quizás lo supo en el momento en que vio sonreír petulante a Jiang Cheng.

–Pues bien, querido esposo. Ya tengo una idea – le dijo, la sonrisa de Lan XiChen cayó –, y me alegra saber que mi esposo ya está dispuesto a apoyarme.

–A-Cheng tendrá que ser más específico, ¿sobre qué? – el dragón trató de hacerse el loco, fingir que no sabía de lo hablaba el otro, pero su sonrisa tensa y su nula habilidad para mentir, sólo alimentó la petulancia del tigre. Lan XiChen quiso maldecir.

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⏰ Última actualización: Sep 20, 2023 ⏰

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Una razón para la paz (XiChengFest2020)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora