{Segunda parte de: TE ARRASTRARÉ A MI INFIERNO}
Sigo de pie, sigo viva y mas hija de puta que nunca.
Supongo que por enviarme a matar creyeron haber ganado, sigan creyendo, porque me levanté desde lo más profundo en donde me dejaron y volví a nacer...
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Hazlo, arrástrame a tu infierno.
-Venus L.
62.
Doy un respiro al sentir como algo cae de golpe sobre mi rostro, mis ojos, mejillas y labios. Me quedo paralizada por completo, quedo sin habla, y lo noto entonces, sigo con vida.
El arma sigue en la misma posición que la había puesto anteriormente y una vez más suspiro fuerte aguantando la respiración, sintiendo que no puedo abrir mis ojos, que el mundo no puede estar haciéndome esto, porque simplemente no, me niego a creerlo, me niego a pensar que me está pasando una vez más.
Y aprieto el gatillo de nuevo más.
Quiero maldecir, quiero hacerlo en verdad porque no tiene balas.
La puta pistola no tiene balas.
Suelto un sollozo desde lo profundo de mi garganta, la respiración se me atora y siento que me tambaleo un poco incluso.
Abre los ojos.
No quiero.
Abre los putos ojos.
Tengo miedo.
¡Hazlo!
Abrí mis ojos lento, pero la mirada la dejo sobre mis manos, hay pequeñas pintas rojas sobre ellas, siento que todo el estómago se me revuelve, todo me da vuelva, pero me obligo a mantenerme de rodillas.
Entonces quito la mirada de mis manos levantándola.
Veo a Hades, está quieto, me mira con la mirada perdida, un lado de su cara este manchado de sangre y sin más.
—L-lo siento. —susurra bajo.
Giro mi rostro destrozando mi corazón en mil pedazos al ver la escena, demasiada sangre, mucha sangre sobre mi ropa, su... él... mi padre...
Tengo que tragar el verlo, tengo que intentar respirar al verlo, quiero hacerlo, pero el aire deja de pasarme por la garganta, boca y nariz. Mi boca de abre porque intento buscar aire, pero lo único que consigo es sentir el sabor salado de las lágrimas en mi boca, me rompo en mil pedazos.
Su cabeza está destrozada, está totalmente destrozada, hay un agujero enorme en su cráneo y la sangre correr en enormes cantidades, se puede ver el interior de su...
Caigo hacia adelante apoyándome sobre mis codos, intento tocarlo, busco la manera, pero no puedo, y jadeo descontroladamente, hipeo descontroladamente sintiendo que no puedo más.
—N-no...—es lo único que me sale en un hilo de voz, lo único que me sale de la boca en ese momento—¿Qué es lo que te hicieron? Papá... ¿Qué...? P-papá... no me hagas... no. No m-me dejes ¿sí? Ya no haré, ya n-no haré cosas que t-te molesten y-y... solo no me dejes en este maldito mundo... ¡NO LO HAGAS! —mi llanto me destroza a mí misma, el grito me rompe la garganta en mil, siento como si se me hubiese cortado, el estómago se me contrae y mi cuerpo simplemente no da para más, lo único que logro hacer, la única cosa para la que consigo energía, es para quedarme a su lado mirando su rostro, trato de tocar su cara pero no puedo y me duele, me duele mucho porque mil veces hubiese preferido que esa puta arma tuviese balas.
