Y enfrentamos el presente

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༲࿆༫࿆࿂࿆༗
(Por Xiao Zhan)

Cuando era joven, me preocupaba lo que la demás gente pensaba de mí, lo que decían.

Quería ser yo el chico exitoso, del cual su padre dijera con orgullo «ese es mi hijo», quería divertirme, disfrutar como mis padres me contaron que lo hacían antes de mí.

Jamás me contaron que, aún conmigo, lo seguían haciendo. Y yo era tan ciego como para no notarlo.

Estando en mi vieja habitación, con mis dos hijos y revisando fotos de antaño, me doy cuenta de eso. Ellos fueron felices conmigo, y yo con ellos.

—¡Papá! ¡Mira esta foto! —gritó Mao Kuan.

—¡Yo quiero ver! —dijo mamá, Mao se la mostró —¡oh, fue cuando tu papi tenía tu edad! En su cumpleaños, fuimos a París, mira, la torre Eiffel está a sus espaldas.

Me acerqué a ellos para ver el recuerdo y sonreí. No recordaba ese viaje. También encontré una foto de mi primer embarazo. Tendría aproximadamente unos seis meses y Wang Yibo está a mi lado, con un letrero que dice «Es niño». Se ve tan sonriente, que me guardó ese retrato, pero antes, se la muestro a Mao Kuan.

Me costó trabajo recuperarla luego de eso, y al final me ha salido caro: Maomao quiere una copia de la fotografía.

Ésta tarde, nos la pasamos en casa de mis padres. Wang Yibo no fue con nosotros porque tenía que arreglar asuntos del nuevo colegio. Pero está bien, no quiero que vea las fotografías vergonzosas que mamá tiene mías de cuando era pequeño.

—¿¡Es mi papá Zhan!? —preguntó Mao Kuan, brincando con la fotografía y riéndose por toda la habitación.

—Así es cariño. A tu papá Zhan no le gustaba usar ropa interior de pequeño —respondió la señora que dice ser mi madre y me humilla con esas fotografías.

Mao Kuan ruega quedarse con la fotografía que tiene por imagen mi pequeño trasero desnudo. No me queda de otra más que aceptar, haciéndole jurar que no se la mostrará a nadie.

Él me lo juró por la garrita y yo le creí.

Después de varias horas mirando y robando fotografía a mi madre, los niños y yo regresamos al coche.

Lo esperado era regresar a casa y que Wang Yibo nos recibiera, tomar una linda merienda en familia, por la noche dormir a los niños y luego tener una ronda de sexo desenfrenada. Y claro que quería hacerlo, pero antes, me pasé con los niños al centro comercial.

Gebie está creciendo más rápido de lo que recordaba, a Mao le ha crecido el cabello y yo simplemente quiero consentir a mis peques.

Maomao parloteó de tienda en tienda, diciendo que tal conjunto sería hermoso para su hermano, o que dicho juguete le hace falta.

En la tienda departamental, compré ropa para mis dos niños y un par de camisas para Yibo. De ahí, nos pasamos al salón de belleza y dejamos por final una heladería, dónde Gebie probó por primera vez el helado.

He regañado a Mao Kuan después de eso y él se puso a llorar en los pasillos del centro comercial. Lo peor de todo, es que todos me miraban y señalaban como «el padre que regaña a sus hijos».

«Wang Yibo... ¿Qué harías tú, en esta situación?»—me pregunté.

Iba a negociar con mi hijo que si dejaba de llorar, yo le daría un premio, pero en mi cabeza apareció Wang Yibo diciéndome que no, no más premios.

Al final, no supe qué hacer. Sólo le dije a Mao Kuan que era hora de irnos y él me siguió, llorando, hasta que vio en un escaparate una mochila de Bob Esponja y me rogó que la comprara.

Sonrisa Sincera | YiZhan [MPreg]Where stories live. Discover now