Capítulo 33

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Capítulo 33  "Aferrados y una psicótica"

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Narra Roma

William volvió a llamar para avisar que estaban en el hospital. Fue el trayecto más largo que he hecho en mi vida. Seguro que no fueron más de 10 minutos en auto, pero se me hicieron eternos.

--William-- medio grité cuando lo vi. Su camisa cara tenía manchas de sangre seca, su cabello estaba despeinado, como si hubiera pasado sus manos por él múltiples veces, y su semblante era de angustia. Por un momento, y aunque suene agostía, me angustió pensar que él podría haber terminado herido, pero cuando me acerqué a aquel hombre que cada vez me resulta más... importante, me aseguré de revisarlo a conciencia: Toqué su dorso, por encima de la ropa, en busca de alguna herida o algo que le provocara dolor. Toqué sus manos, que ahora estaban heladas y también con sangre. Ni su cara ni cuerpo mostraba condiciones de haber sido lastimado, pero insistí en la búsqueda por otro rato hasta que me aferró a él en un poderoso abrazo.

—Estoy bien, cariño— susurró para calmarme y en aquel momento comprendí un par de cosas: 1. William me importaba más de lo que había supuesto. 
2. Si algo le hubiera pasado a aquel hombre, Valerie sería la responsable y
3. Lo que es más importante, la amistad que alguna vez existió entre ambas ya no existía.

 En parte seguía sintiéndome culpable por como pasaron las cosas, pero no estoy dispuesta a pasar por esta situación otra vez. No puedo, más bien no quiero, arriesgar mi seguridad ni la de William. Estemos juntos o no.

—Gracias al cielo— Digo y lo miro con alivio. Seguimos tan abrazados como al comienzo, pero me obligo a soltarme de su agarre para enfrentar la realidad.—¿Cómo está ella?— Pregunto, y es que una cosa no quita la otra.

—No lo sé. Los doctores no han dicho nada, pero la encontré en una situación horrible— Nos encaminamos a los asientos y él se debate en si decirme todo o no. Nos sentamos juntos, quizás más juntos de lo que es normal, como si quisiéramos aferrarnos el uno al otro.

Aún estoy preocupada. Por todo. Quiero comprender cómo es que sucedieron las cosas. Quiero entender, al menos, si algo de lo que Valerie dice es cierto, por muy mínimo que sea. 

— Necesito saber, William. Todo— 

Todo

—Tienes razón, cariño— Habla quedo, aún dudando —Llegué a su casa según las indicaciones que te diste y entré a la fuerza. No había nada desordenado ni señas de que alguien hubiera forzado la entrada antes de mí. Entré al baño y allí estaba ella, herida. Presumo que rompió el espejo y con uno de los trozos se metió a la bañera y... hizo lo que hizo—. Su voz termina en susurro y en su cara se refleja angustia y preocupación. Me enfoco en sus hermosos ojos que están ahora nublados por lágrimas acumuladas.

Pero, ¿por qué? ¿Es que acaso se siente responsable? ¿Se siente abrumado por cómo se dieron las cosas? ¿Por lo que vio? ¿Porque es... su culpa? ¿Porque todo lo que Valerie dice es cierto? ¿Porque sí siente algo por ella? 

¿POR QUÉ?

Un sentimiento que no me agrada se instala en mi pecho por un rato y nadie habla. Estoy confundida y quizás un poco celosa de cómo Valerie hace sentir a mi hombre. Más bien como él se siente respecto a ella. 

—William—hablo seria—Sé que he preguntado muchas veces y me esforzaré en que sea la última, pero necesito que seas totalmente honesto. No importan las razones, las buenas intenciones o lo que alguna vez pensaste. Solo importa la verdad— Me doy un respiro. Ninguno habla, pero nos observamos. No logro comprender de qué forma me mira exactamente: ¿Con enojo? ¿Indignación? ¿Cansancio?— Lamento ponerte en esta situación, pero si me estoy planeando un futuro contigo, un futuro en común, necesito esto, cariño.— Y ya no digo más. Él solo respira y me mira con aquellos ojos brillantes, ahora más apacibles. 

La Admiradora Del JefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora