𝙘𝙤𝙣𝙛𝙚𝙨𝙞ó𝙣

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Si, lo sabia, realmente todos lo sabíamos, aquel nombre tan peculiar que Hong nos tenía era sentimentalmente... vergonzoso, pero claro, nadie quería hacer sentir mal al pequeño emocionado casi líder que teníamos, además que no sonaba tan mal "Ateez". Era como dejarle cumplir una de sus fantasías de tener un grupo con un nombre genial, realmente lo presumía con tanto orgullo, como si hubiera logrado obtener el mayor de los logros.

El tiempo había pasado nuevamente, ya no éramos aquellos tontos niños inmaduros, la vida de casi adulto me estaba golpeando directamente en la cara como una bofetada y ciertamente habíamos cambiado demasiado, pero nuestra especial vibra e unión seguía ahí, eso es lo que me hacía saber cada día que eran los mejores amigos que jamás había tenido en mi corta vida, nunca me aburría de ustedes, ¿Podía desear algo mejor que eso? Claro que no.

Pero, algo pasaba, ¿Qué era lo qué te sucedía? Sabes que nunca fuimos de guardar secretos, pero sinceramente en aquel momento pensé en todo, incluso en lo peor, pero decidí darte tiempo, si era algo que no querías hablar, estaba bien, en algún momento me lo dirías y estaba bien, yo esperaría sin presionarte.

Podría ser el más molesto del grupo, pero jamás sobrepasaría aquellos límites, mucho menos contigo y lo sabías, eras siempre el número uno para mí y si algo estaba mal, iría a ayudarte como fuera posible inmediatamente. Así estuve, viendo como parecias volver a quedarte callado en algunos momentos, aunque bien volvías a la realidad y actuabas como si nada.

Pero yo sabía algo, no era tonto, te conocía perfectamente y sabía que había algo dentro de tu cabecita que te hundía en profundos pensamientos.

Aquella vez que me invitaste a tu casa, realmente me emocioné, no lo dudé ni un segundo y fuí. En el momento que abriste la puerta y me sonreíste despreocupado, con tu ropa más cómoda y tu cabello ligeramente despeinado, había olvidado todo lo malo, todo aquello que me tenía tan preocupado y simplemente decidí disfrutar aquella noche contigo.

Si bien, ya casi no me hablabas como antes, en aquella noche lo hiciste, tanto que parecía que no habría un fin, tenías muchas cosas que decir.

Te habías guardado muchas cosas, bueno, más bien algo muy importante y esa era la noche en la que me la dirías.

  Hubo un silencio en el nadie hablaba, me habías dicho que querías hablar conmigo de algo importante, yo me quedé esperando casi impaciente, estabas tomando mucho tiempo para simplemente soltarlo y estaba desesperandome, pero nuevamente decidí esperar.

Y lo dijiste, escuché atentamente tus palabras y me quedé estupefacto, sin saber que decir, no había sentido nada, ni una expresión, simplemente nada. ¿Qué era lo que se suponía que debía hacer o si quiera decir? Mi mente quedó en blanco cuando dijiste aquellas palabras:

"Me gusta San, Woo."

Si no fuera suficiente, me pediste ayuda, debí haberlo rechazado, enserio, pero eras tú y no podía hacer algo como eso. Siempre fuiste mi mejor amigo y no ayudarte en algo como eso iba a dejarme como el peor de los amigos. No tenía excusas, sabías que me llevaba genial con San, era mi otro mejor amigo, sabía todo lo que le gustaba y todo lo que no, que hacer para hacerlo feliz y que hacer para hacerlo molestar.

Con todo eso como prueba de que podría hacer algo y aún sin haber procesado todo, terminé aceptando.

Sonreiste, me sonreiste tan lindo que todo instinto que tenía acerca de que podría salir mal, desapareció.
Si ibas a ser así de feliz como en ese momento, lo haría.

自私 • 𝕾𝖊𝖑𝖋𝖎𝖘𝖍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora