One Shots ☁️ Hawks 🔞

.˚◌𑁍 Eternal Opponent 𑁍◌˚.

Pt 3

Se miró al espejo y trató a duras penas sonreírse. Se acercó más de cerca para ver sus ojos y resopló.
Cielos, sus ojeras eran lo suficientemente moradas como para ser incapaz de distinguir si la joven tenía sueño, o si había metido la cabeza en su copa de vino tinto.
Sus labios estaban agrietados, su cabello había comenzado a perder el brillo, fruto de todo lo que había sudado la noche anterior...

La noche anterior... ¿¡Cómo había podido ser tan estúpida!? Se había dejado llevar por la situación y había mandado a la calle su mente fría, esa de la cual alardeaba tanto.
Se sentía como una reina sin corona. Como un violinista sin su violín, como un arquitecto sin su cuaderno de bocetos.
Se sentía... ¿Mal? Por supuesto que sí. ¿Y si cuando la besaba no pensaba en ella? Y si cuando hacía todo eso... Había alguien más en su cabeza.

"Llevo desnudo frente a ti desde que entraste a la discoteca. Aún si me has quitado la ropa hace diez minutos."

Su voz resonaba en su cabeza como la voz de su conciencia. Todo sería más fácil si no le quisiera. Si no hubiese salido nunca de esa maravillosa fase de negación en la que únicamente tenía que hacer oídos sordos y pupilas ciegas a la verdad. A que se le aceleraba el corazón cuando estaba muy cerca de ella. Y contra todo pronóstico... Una vez le tuvo no se sintió aburrida de él.
Quiso más.
¿Significaba eso que había encontrado finalmente a una persona de la que no se había cansado a la primera? ¿Que Keigo era especial? Cerró los ojos y dejó que la máscara de pestañas tiñese de negro los surcos de lágrimas en su rostro.

...

Sintió un pinchazo en su pecho cuando sintió que el otro lado de la cama estaba frío. Y ella no estaba.
Algunas plumas se le habían caído, tomó una entre sus manos y comenzó a acariciarla. Si se concentraba, podía teletransportase de nuevo a ese lugar con ella. Ese lugar en el que ya estaba ahora... Pero no con ella.
Cerró los ojos con fuerza y suspiró frotándose los ojos, sintiendo como su frecuencia cardíaca bajaba ligeramente.

Ella le odiaba. Eso era obvio. Era más que obvio, demonios. Se había ido antes de que él se despertara. Sigilosa como una sombra, silenciosa como un gato y escurridiza como una araña.
Pero no podía culparla. Ni tampoco iba a hacerlo.
Quizá él tampoco se habría quedado con él mismo si estuviera en su situación. Ella se había ido, y lo que era peor. No le daba igual.

Se echó a reír.

Pero... ¿Realmente quería encontrarse con la verdad? ¿Realmente quería estamparse contra esa cruda realidad?

¿Cuánto podría arrastrarse por ella para que le dijera de una vez si le odiaba o le quería? Hoy iba a averiguarlo. Tan pronto como saliera de la ducha y se vistiera para ir a buscarla. Además tenía un plan.
Iba a anular por completo su capacidad para mentir.