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☼MANIFESTACIÓN COLOR ROSA☼

A pesar de tenerlo frente de ella, luciendo todo tranquilo mientras come el desayuno que le preparó, no puede quitarse esa sensación de lejanía. ¿Por qué? Duda mucho que se haya molestado porque salieron sin él hace dos noches, pero ¿pudo haber contribuido en algo?

La nota en el refrigerador no estaba en donde ellos la dejaron, eso calma un poco su nerviosismo, pero se seguía preguntando en dónde estaba su joven Imre.

Cuando llegaron, lo primero que hizo fue revisar la oficina, en donde se encontró un escritorio limpio y vacío, al igual que el sofá y la silla. Frunció el ceño, ¿acaso se había ido a dormir a la cama? Con aquella pregunta en mente, fue a ver en el dormitorio y se encontró con la misma imagen vacía de la oficina.

— Abraham —llamó a su amigo, dirigiéndose a la sala—, oye —el joven se encontraba platicando con Yaro, increíblemente ambos se volvieron mejores amigos luego de descubrir que ambos practicaban boxeo—. Abraham, hazme caso.

— Qué ocurre —preguntó Abraham volteando a verla con una media sonrisa, la cual se borró al tan seria—. ¿Qué pasó? ¿Estás bien?

— Sí, yo no tengo nada; estoy bien, pero David Alberto no está —Yaro puso los ojos en blanco mientras que Abraham soltó una risilla—. Lo digo en serio, no está.

— No es como que lo hayamos dejado amarrado —bromeó el hermano de ella, caminando hacia la cocina.

— Yaro tiene razón, David pudo haber ido al oxxo o a dar una vuelta —era claro que esa respuesta a ella no la había convencido, Abraham suspiró y le colocó ambas manos en los hombros—. Él está bien, le dejamos una nota ¿recuerdas?

— Sí, pero...

— Te aseguro que no va a tardar en llegar, son las once y media, y solo el Smart se encuentra abierto las veinticuatro horas y estoy seguro que al mandado no va sin ti —Begun soltó un suspiro, lo dicho por Abraham tuvo mucho sentido.

Asintió dando a entender que aceptaba aquellas palabras, Abraham sonrió radiante y le besó la frente con suavidad antes de despedirse, él tenía que volver a casa. Lo vio despedirse de Yaro y de su padre, ambos hombres agradeciendo la salida y la comida que se les fue invitada.

El reloj marcó las doce y su padre se fue a dormir, media hora después su hermano se fue acostar deseándole buenas noches y ella no hizo más que sonreír, la preocupación había crecido tanto que llamar a la policía se volvió algo muy anhelante.

Desde el teléfono de casa marcó el número de David Alberto, esperando con nerviosismo que respondiera, pero las tres llamadas que realizó fueron atendidas por el buzón de voz. ¿Acaso le había pasado algo tan horrible?

¿El trío V. se lo habían llevado?

Antes de que su mente la bombardeara con más ideas y escenarios horribles que hacían a su corazón temblar, el seguro de la puerta de entrada se quitó y ella se enderezó de golpe al escucharlo, viendo sin parpadear como se abría y daba paso a David Alberto. Su joven Imre se encontraba en una sola pieza y eso la hizo querer llorar, había estado sumamente preocupada.

Él cerró la puerta cerrando con llave, volteó y se encontró con ella, con su mirada y Begum sonrió radiante. Su joven Imre solo le dio la sombra de una sonrisa de lado y se fue al cuarto, dejándola en el sillón junto con una enorme incógnita: "¿qué había sido eso?"

Se puso de pie torpemente y siguió los pasos de su Imre, el cual volteo a verla sobre el hombro cuando la escuchó entrar a la habitación.

EL Caso Algodonero; La Ninochka de DavidWo Geschichten leben. Entdecke jetzt