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☼ REUNIÓN FAMILIAR ☼

Begum pasea nerviosamente por toda la habitación del hotel, apenas han pasado quince minutos desde que David Alberto se fue y ella no puede ni tomar asiento, ¿y si algo había pasado? Lo duda, ya que, las ventas de Ninochka nunca han terminado en conflicto, pero ¿qué pasaba con esas personas que les estaban cazando? se pasa las manos por el cabello y se sienta en la cama, vuelve a ponerse de pie y sigue rondando por el lugar.

No tuvo que haberlo dejado ir.

No es que no supiera de ese dolor que aparece en las mejillas cuando uno sonríe por mucho tiempo, pero sí pasó demasiado para que volviera a sentirlo. Por cinco años tuvo que mantener la mirada baja, las manos atadas y la boca cerrada, todo bajo completa sumisión por miedo a que algo horrible le pudiese haber pasado. Sin embargo, viendo su pasado tan gris y escalofriante, no puede creer lo llamativo que todo se ha vuelto.

Desde sus ropas hasta su alrededor, las personas que le acompañan día con día y el increíble chico que ahora se viste, mientras que ella sigue en la cama con su camisa de botones puesta.

Ver a David Alberto vistiéndose formalmente es un acto nada sexual que le está afectando muchísimo, pues no puede dejar de recordar la noche que compartieron. Su joven Imre hizo algo que nadie nunca había hecho con ella: le dio el control. Dejó que ella lo tocara, le besara y descubriera por cuenta propia lo mucho que adora montar.

En todo momento él la alentó, le dio tiernos besos y le halagó de pies a cabeza, diciendo cosas vergonzosas y dulces, haciéndola abrazarlo cada que el orgasmo le apresaba. ¿Cómo resultó aquello ser tan bueno? Begum era alguien con experiencia, una que jamás pidió y por mucho tiempo la hizo sentir asqueada de sí misma, sin embargo, en las manos de David Alberto el sentimiento era completamente diferente.

"¿Te gusta?" preguntó su joven Imre luego de que ella se sentara sobre él, guiando su verga dentro de ella con ayuda de su mano. Begum solo atinó a asentir, una cosa era estar con la espalda contra el colchón y otra tenerla expuesta, se sintió tan pequeña en ese momento. "Bien, respira. He visto esto en una película", dijo David Alberto, sosteniéndola de las caderas "ahora vas a tener que subir y bajar, encuentra tu ritmo y déjame ayudarte a mantenerlo".

Cubre su rostro con ambas manos, la vergüenza de lo que dijo más lo que él decía mientras lo montaba es muchísima. Jamás se va a recuperar de algo así.

— Hey, ¿qué tanto andas pensando, pervertida? —eso la hace sonrojar aún más, ¿acaso era tan obvia? — Begum, disimula —al escucharlo reír tan cerca, se retira las manos del rostro y lo observa sentado en la cama cerca de ella, viéndole con una suave sonrisa en los labios.

— No estaba pensando en nada.

— Nada puro, te creo —se inclina hacia ella, robando de sus labios un beso suave y fugaz—. Tranquila, yo también estoy pensando en eso —esa confesión la hace soltar bufido y busca a ciegas una almohada, usándola para cubrirle el rostro a su Imre.

— No estaba pensando nada, ya te dije —le escucha volver a reír, luego, de manera rápida, David Alberto jala la almohada quitándola de sus manos y lanzando lejos el suave objeto— ¿Qué? —suelta chillido al verlo abalanzarse sobre ella, aprisionándola contra el colchón y el duro cuerpo que huele demasiado bien luego de una ducha, forcejean un rato: cosquillas, manotazos e incluso mordidas de parte de Begum, nada fuertes obviamente— ¡Ya no juego! —grita desesperada, pues su joven Imre le ha aprisionado ambas manos sobre la cabeza y al encontrarse entre sus piernas, le es imposible mover el cuerpo libremente. David Alberto frena su sonoro ataque de besos cerca de los oídos de ella, cosa que le hace suspirar aliviada— ¿Qué pasa contigo? —pregunta, viendo la mirada azul centrada en ella.

EL Caso Algodonero; La Ninochka de DavidOù les histoires vivent. Découvrez maintenant