Capítulo 5

1.5K 156 35
                                    

Sigo bebiendo mi batido pensando en lo ocurrido y cada vez que lo analizo más curiosidad me genera Andrew, nadie puede negar que es un hombre con un porte digno de admirar y me parece muy extraño que no tenga una relación, vamos que es un hombre que va por la calle y tú no dudarías en darle tus bragas.

Dejo de pensar en tonterías que no me llevaran a ningún lado puedo imaginar un sinfín de teorías de porque esta soltero y lo más probable es que en todas me equivoque. Mi curiosidad esta reinando en este momento y quiero averiguar a qué se refiere con que el trabajo se lo impedía; sin duda, yo me atrevo a indagar en el tema solo hay un pequeño detalle que mi vida es un caos y antes de meterme con la de otro debo arreglar mi mierda.

Decido dejar el lugar e irme a mi casa ya es momento de que vea como sigue mi abuelo eso es una de mis preocupaciones más grandes no puedo dejar de estar al pendiente de él y no solo es el hecho de que lo necesita es más bien que yo necesito que él esté bien para yo estarlo.

Comienzo por conducir hasta casa y no tarde tanto en llegar, estaciono el coche y no tarde en entrar en mi dulce hogar para ir a verlo, mis intenciones quedaron en el aire cuando escucho risas en la sala, eso solo puede significar una cosa; hora de fingir ser la familia perfecta que se muestra en televisión, estoy tan cansada de esto.

—Cariño, ven a saludar—dice mi madre haciendo señas con la mano para que me acerque.

Puse una sonrisa falsa en mi rostro para demostrar lo feliz que estoy por ver a William y sus padres en mi maldita sala, Aurora y Ian Burrell.

—Es un gusto tenerlos aquí—digo, extiendo mi mano para saludarlos.

La madre de William me hala para abrazarme y darme un beso, claramente esta señora no entiende lo que es el espacio personal de las personas, con todo el pesar del mundo me toco sentarme al lado de William. Luego tendré que lavarme muy bien para que no se me pegue lo idiota de este sujeto.

—¿Cómo estas, querida? —pregunto Aurora.

Harta de verles la cara, pero no puedo decir eso. Me temo que debo comportarme.

—Estoy encantada de tenerlos en mi casa.

—Eres un encanto, mejor nuera no puedo tener.

Disimulo mi cara de asco cuando esas palabras salen de su boca, ni en un millón de años yo me casare con ese patán, pasan hablando un par de minutos donde yo solo doy un par de asentimientos y William toma mi mano entrelazándola con la suya y con mucha sutileza aparte su asquerosa mano de la mía. No me gusta tener ningún tipo de contacto con él.

—Sera un honor que nuestras familias se unan como una—comenta mi padre.

Dirijo una mirada llena de irritación hacia él y solo me sonríe con superioridad, al parecer nada quedo claro luego de nuestra discusión de hace unos días. Pareciera que son estúpidos al no querer escuchar mis negativas sobre este tema.

—Pueden pasar a comer, señores.

Comienzan a pararse para ir al comedor y yo planeo hacer lo mismo cuando mi madre me toma del brazo.

—Nada de hacer estupideces—me advierte.

Que fastidio.

—Para nada, cariño—murmuro soltándome de su agarre para caminar.

Me toca volver a sentarme al lado del idiota, Diana sirve la comida y yo solo puedo pedirle al universo que esto se acabe rápido sin que mi paciencia se agote.

—Estaba pensando—suelta Aurora para llamar nuestra atención—, pueden casarse en la finca de mi hermana.

Ni en sus peores pesadillas, señora—pensé.

AparienciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora