Capítulo 22

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La ambulancia parece llegar en lo que son años para mí, pero parecen ser solo 10 minutos donde siento que el suelo que me sostiene se está derrumbando, siento que estoy en un maldito agujero oscuro donde me falta la respiración. Este es un escenario demasiado oscuro. La melancolía me consume y provoca que me cueste respirar, la presión de mi pecho se vuelve insoportable y no ver que mi abuelo abra nos ojos me hace sentir peor.

Lo estoy perdiendo y no lo resisto.

Los paramédicos hacen su trabajo subiendo a mi abuelo en una camilla que ellos portan mientras yo no dejo de llorar y sentir que lo voy a perder y me niego a tener que vivir eso, no puedo perderlo a él. Comienzan su camino y yo los sigo, mi padre intenta detener mi paso, pero me suelto de manera brusca mientras subo a la ambulancia con ellos, no quiero oír las quejas de mi padre en este momento son lo que menos me preocupan.

Me preocupa pensar que no tengo una solución a esto, me preocupa que puedo volver a casa sin él, me enferma la idea de no verlo más y en el fondo me siento culpable, no sé si fue Evangeline o fui yo no sabiendo manejar mi enojo. La tristeza y la culpabilidad no son buenas compañeras en este momento.

La ambulancia comienza su marcha y tomo la mano de mi abuelo entre mis manos y le pido a lo que sea que exista superior a mí que no me lo quite, que le de otra oportunidad y que no me haga volver a sentir la perdida que tanto me sume en la tristeza, tengo miles de escenarios en este momento, pudo haber sido un infarto o algo peor, no lo entiendo, no tengo idea de que fue lo que paso, no vi sus síntomas solo lo vi desvanecerse frente a mis ojos y fue la peor escena que pude presenciar. Puede sentir como si me arrancaran el corazón del pecho, nunca había sentido tanto dolor. Me siento en medio de una tormenta que jura destruir mi calma llevándose lo poco que me queda.

La rabia me hace recordar que la culpable es Evangeline si tan solo ella no hubiera ido a mi casa quizás las cosas hubieran sido distintas, pero su maldita obsesión por lo que no le pertenece nos ha llevado a escenarios nada felices para mí y me temo que esto no lo voy a dejar pasar, me lo voy a cobrar porque no debió meter su nariz donde no la llaman y ahora le tocara conocer mi versión más vengativa.

Los paramédicos son rápidos al bajar de la ambulancia junto a mi abuelo y yo hago lo mismo, dicen un sinfín de cosas a los doctores de la entrada, no entiendo que es lo que dicen y no suelto la mano de la camilla que lo transporta, atraviesan una de las puertas y camino cuando siento que unas manos me detienen.

Me giro y una enfermera es la que me sostiene.
—No puede acompañarlo, señorita—me hace saber—, debe esperar aquí hasta que ellos le digan el estado de su familiar.

¿Cómo puedo quedarme sentada esperando aquí? ¿Cómo puedo hacerlo? No puedo parar de llorar y la enfermera me sienta en una de las sillas del lugar y yo solo lloro mientras pienso en lo peor, no puedo controlarme. En este momento soy un mar de emociones que me hace sentir vulnerable y a la vez siento que todo me va a estallar en la cara dejándome el piso suplicando una nueva oportunidad. No quería volver a esto, a sentir que pierdo lo único bueno que tengo, paso con la abuela y pude resistir porque lo tenía a él, pero ¿Qué pasa si lo pierdo a él? No tengo nada más.

En mi campo de visión veo a mis padres que entran a donde estoy como si no estuviera pasando nada importante y eso me hace enfadar, pero no tengo ánimos de pelear con personas que no valen la pena. Me molesta verlos aquí porque sé que mi abuelo es lo que menos les preocupa. No puedo sacarlos, no tengo cabeza para eso.

—¿Qué sucedió? —cuestiona mi padre.

Le doy una leve mirada y mi madre parece un poco aburrida de estar pisando este lugar.

—No lo sé, solo se lo llevaron, no me dijeron nada.

Mi madre me observa mal al ver el estado en el que me encuentro y la verdad que no me interesa como me veo, lo único que me interesa es que mi abuelo este bien lo demás me tiene sin cuidado.

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