¿Listos?

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Ocho de la mañana, y el clima era perfecto, los rayos de sol cubrían todo el terreno, y mi ropa ya estaba bastante sudada; había trotado unos treinta minutos, para calentar

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Ocho de la mañana, y el clima era perfecto, los rayos de sol cubrían todo el terreno, y mi ropa ya estaba bastante sudada; había trotado unos treinta minutos, para calentar. Al llegar no ví a nadie sudado, ni agitado, todos recién levantados aún a temperatura ambiente, y me reí por lo alto.

Los novatos me miraron, Alek me miró, y mis hermanos sonrieron.

—¿Así es como los entrenas, Alek? Tus novatos no corren por las mañanas —espeté burlona.

—Ellos no necesitan correr en este momento, veremos su potencial al natural —volví a reír.

Y nuestro día inició dando saltitos, y estirando nuestro cuerpo, algo que ya era habitual para mí, con el pasar de los minutos el estiramiento parecía agotar a uno de los chicos, José.

Taya sudaba como hielo derritiéndose, y el otro chico, Fabio, tenía ciertamente voluntad de acero. A Renzo se le notaba la falta de actividad física, Lucas estaba como si nada y Baggio lo imitaba.

Alek no nos entrenaba con calentamiento, nos cansaba, es lo que hace ahora. Aquí necesitamos que nuestro corazón palpite como si fuéramos a morir, porque es lo único que se asemeja a lo que nos ocurre en las misiones, nos agitamos, nos cansamos, y aún así tenemos que seguir.

Pasaron dos horas y el agotamiento ya era notable, todos seguíamos en pie y Alek aprovechó ciertas sonrisas de gusto, para terminar de acabarnos.

—Se enfrentarán entre ustedes, a mano, y más les vale hacerlo bien.

Decidió emparejar uno con otro, variándonos, para combatir todos, fuerza contra fuerza. Sentí que luchar con Lucas fue de los peores castigos, y supongo que José lo sintió también, sufrió, al igual que Renzo, Baggio y los otros dos, pero cuando tuve que enfrentarme a Fabio, sentí mi cuerpo al límite.

Ya era medio día y, este, el último combate. Él dicidió ir directo a mi abdomen, derrumbarme, prácticarme llaves, de las que afortunadamente escapé, y regresé sus movimientos con más fuerza. No quería golpearlo directamente, ya sé por experiencia que los varones golpean un poco más fuerte, y no necesito un ojo morado.

Entre derrumbes y llaves, la fuerza de su cuerpo casi me fulmina, pero ágilmente, logré apresarlo al final, y su cansancio fue mayor que el mío, asique se rindió.

—Muy bien, espero que estén listos para mañana —Alek satisfecho, se marchó.

Después de todo, los novatos no parecían ser tan novatos.

Subí a mi pieza, me desvestí y tomé una ducha de agua fría. Con el tiempo aprendí que eso alivia el dolor del cuerpo, lo adormece un poco, y a mí me ayuda a relajar mi mente. Tenía mis dudas sobre las habilidades de los nuevos, son fuertes, y tienen voluntad, pero no creo que sea suficiente.

Nova [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora