Cena.

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Un mes después

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Un mes después.

Luego de varias semanas en donde todos nos apartamos, había llegado el momento de unirnos para volver al trabajo. Todos habían tomado un camino distinto. Yo me encargué de fortalecerme, me ejercité, continué prácticando, renové mis energías, mis técnicas y mis habilidades.

Mi forma de ver las cosas era distinta, y era lo mejor, ya no había cabida para dejarme caer, solo tenía dos opciones: ser fuerte, o ser fuerte. Debo admitir que al principio me dolió estar tan distante con Alek, con Lucas, incluso con Bogdan, pero tenía que asumirlo.

Bastián cada vez estaba menos presente, se enfocaba más en Annie que en otra cosa, aunque la chica lo rechazaba, él insistía en estar a su lado. Renzo se había ido, consiguió un apartamento en la ciudad y no lo había visto en un tiempo.

Lucas, por desgracia había recaído en su mundo, sus vicios lo habían cegado otra vez y no había nada que hacer por él. Aparecía cuando quería y luego se iba otra vez, Fabio era como su guardaespalda y lo admiro por eso. El chico se había encargado de velar por Lucas, y muchas veces, de traerlo a casa a salvo.

Deimos había estado más tiempo conmigo, pero aveces Matthew le encargaba algún trabajo en la distribución, o en la fábrica con Davide.

Al parecer las cosas serían diferentes ahora. Aparqué el coche afuera de la mansión de Bogdan, y ví los autos de los demás, asique entré con la idea de que vería rostros felices, tal vez estarían contentos de reencontrarnos luego de un mes separados.

La suela de mis zapatillas rechinaban en el suelo, y avancé directo a la oficina de mi padre.

—Llegaste —espetó Renzo.

Me había equivocado. Nadie se veía feliz, nadie. Bastián se acercó para saludarme, igual Fabio, y Deimos, al menos ya no se sorprendía al ver que nos besábamos.

—Siéntense —demandó mi padre. Los hombres a sus costados no podían faltar, se veían diferente también, más... ¿maduros? —. Chicos, van a iniciar el entrenamiento otra vez, asique tendrán que ir todos a su lugar de estadía con Alek —aclaró.

—Empezaremos en dos días —afirmó el mencionado—. Tienen tiempo para volver. Esta vez no tendrán pausa para respirar, prepárense porque quiero lo mejor de ustedes —tomó unas páginas y las dejó caer sobre la mesa de centro—. Tenemos nuevas armas, ahí están las listas, también hay nuevas técnicas, cositas que quiero probar con ustedes —sonrió.

Tomé una de las páginas y los nombres que aparecían me daban a entender que era un ársenal de última tecnología, moderno. Habían pedido armas militares, cosas que no creí que estaban permitidas.

De pronto, la charla fue interrumpida por la presencia de Davide, el chico apareció más formal que usualmente, no estaba sucio ni rojo como si no hubiese trabajado en la fabrica hoy.

Nova [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora