Reconocer.

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La tensión era casi palpable entre nosotros, el sabor de la incertidumbre nos golpeaba por no saber cómo reaccionar ante algo que, tal vez, nunca consideramos

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La tensión era casi palpable entre nosotros, el sabor de la incertidumbre nos golpeaba por no saber cómo reaccionar ante algo que, tal vez, nunca consideramos. Estaba asustada de hacer aparición en la portada de los diarios de Rusia, o que "en novedades" las imágenes se dispersaran dejando salir rumores que no deberían existir.

Ambas camionetas se detuvieron centrándose en el espacio que dejaban las personas límitadas por unas pequeñas bárandas que no los dejaban cruzar a la entrada del lujoso hotel. Alek abrió la puerta y Baggio descendió del auto ofreciéndome su mano para imitarlo, Bogdan hizo lo mismo, y a un lado de nosotros Deimos, Renzo y Fabio salieron del coche.

No habíamos dado el primer paso cuando los destellos nos cegaron y estaba segura de que fue un acto de inercia ya que la mayoría de los periodistas y fotógrafos no sabían cuál era nuestro apellido, o de adónde veníamos si quiera. Claro que por nuestros atuendos se notaba que teníamos los recursos para estar de pie frente a ellos como un importante político frente a un gentío en la lucha de conquista del poder.

Los muchachos, todos con sacos y córbatas, zapatos de vestir, bien peinados y con el olor de sus costosos perfumes impregnados en la piel. Nada diferente a mi atuendo más que por el vestido de tirantes en corte sirena de color verde oscuro con pedrería en el escote, y los tacones bastante altos como para alcanzar el hombro de Renzo sin esfuerzo.

Finalmente avanzamos con Alek siguiéndonos los pasos, nos indicaron subir al segundo piso y eso hicimos. Había un gran salón con cándelabros que caían adornando el lugar, un par de columnas dividían ligeramente el espacio, bajo mis pies el suelo baldosado brillaba y la luz cálida era un plus para la cena. Ya el recinto estaba lleno de personas, el oro se apreciaba en joyería de damas y caballeros que hablaban en ese desconocido idioma para mí, y sus vestimentas evidenciaban sus cuentas bancarias llenas de dinero, justo como en nuestro caso.

—Sería una buena inversión si todos son igual de lujosos —soltó Renzo refiriéndose a la supuesta cadena de hoteles.

Bogdan asintió sonriendo porque sabía la ganancia que vendría con esta segura asociación.

—Esto nos quitaría a los de inteligencia de encima —opinó Baggio.

Una salonera se acercó ofreciéndonos algunas copas de champagne, entonces, nuestra nacionalidad salió a flote al probar un sorbo del líquido burbujeante, puesto que nuestros rostros cambiaron levemente. ¿No podemos tomar Strega? ¿Tal vez un trago de Amaretto?

—Es solo champagne, chicos, no es medicina —rió Deimos con burla.

Luego de unos minutos, el gentío se aglomeró un poco y se dispersó a medida que el anfitrión hacía su entrada y estrechaba con su mano a todos los invitados. No podía entender ni un solo de los murmullos que oía, pero Renzo sí, y parecía ser algo gracioso ya que sonreía eventualmente como si nadie lo notara.

Nova [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora