La pequeña de los Zaytseva.

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Moscú, Rusia.
Domingo en casa de Deniska.

Me despierto de un solo brinco al escuchar un fuerte grito en mi oído, abro los ojos de forma brusca y sostenga mi cabeza al sentir el pitido ocasionado por el grito.

—¡¿QUE CARAJO LES PASA?!— Grité viendo a mis amigos parados alado de mi cama.

Mi oído palpito y mi cabeza volvió a doler.

—Llevo diez minutos gritandote y no despertaba, tuve que tomar medidas drásticas— se excuso mi mejor amigo.

—Hola, cholita— Me saludo mi castaña.

Devolví el saludo.

—Me pongo algo menos ajustado y nos vamos ¿Va?— mis amigos asintieron y se sentaron en mi cama.

Fui y saque una camisa amarilla bastante grande, un pantalón color negro bastante grande, unos tenis igual a los que traía recién pero con agujetas amarillas, una gorra color amarillo con negra y una carita feliz estampada.

Salí del closet.

Me quite la camisa enfrente de mis amigos (aún que estaban entretenidos esculcando en mis cosas) me puse la ropa que había elegido, peine levemente mi cabello y me puse la gorra.

—Listo— le avisé a mis amigos.

Me miraron sonriendo de arriba a abajo.

Chiflaron y aplaudieron, hice un gesto con la mano para restarle importancia.

—Ya, ya, vámonos. Quiero comer algo en la cafetería— comenté sobando mi estómago.

—¿Como es que comes tanto y no engordas?— pregunto mi mejor amigo.

—Supongo que es genética mi madre es igual, algo debe tener que ver— dije encogiendome de hombros.

Cómo las personas maduras que somos, bajamos corriendo las escaleras, no sé cómo termine pisando mi propio pie y cayendo en el último escalón, casi me estrelló de boca si no fuera por qué metí las manos.

Mis amigos en vez de ayudarme a levantar, se tumbaron en el suelo junto a mi y se carcajearon sosteniendo su estómago.

—¿Te caiste?— pregunto mi hermano bajando la escalera.

—No, es que quería sentarme a amarrarme las agujetas— dije tranquila y con mi amado sarcasmo.

Salimos de mi casa caminando pues la cafetería a la que iríamos estaba cerca, le dije a Bladimir que por favor fuese por nosotras para que nos llevará al partido.

—Oye ya sabes... Está cerca la fecha de el a...— interrumpí a Alesha.

—¿Ya terminaron las tareas?— pregunté con repentino interés en el tema.

—¿Eh? Si— respondió mi mejor amiga.

—Yo también— Respondió mi mejor amigo.

Me quedé en silencio unos segundos cuestionandome sobre si debería preguntarle a mi mejor amigo que le pasaba.

—¿Simón, hay algo que deba saber?— le pregunte mientras caminábamos.

El frunció los labios y bajo la mirada tratando de ocultaste de mi.

Me acerque a el y levanté su cabeza.

—Oye... ¿Que es tan serio para ponerte así?— cuestione preocupada.

Mi mejor amiga quien estaba alado de el, también esquivo mi mirada.

No respondieron.

Y me preocupe aún más.

Jugador de FútbolWhere stories live. Discover now