Nacido para servir y obligado a casarse por conveniencia, Horacio aprovecha la traición de su prometido para irse de fiesta sin premeditar que terminaría enrollándose con su pareja destinada.
Viktor Volkov era todo lo que él soñó pero sabía que no p...
Ingresó a la oficina dirigiendo su mejor mirada de desprecio hacia el alfa que se exaltó con su presencia pero no se apartó mucho de la mujer que ni había inmutado ante su llegada.
Volteó hacia Greco como buscando una explicación, más no obtuvo nada puesto que el hombre solo había atinado a taparse el rostro con una mano mientras negaba con la cabeza. Las cosas se habían salido de control de un momento para el otro.
¿A esto se refería con que confiara en él?
Confiar sus cojones.
— Ho-Horacio — Titubeó el ruso acercándose al chico que lo miraba herido. Estaba nervioso, lo habían encontrado en una situación muy comprometedora y estaba seguro que el cresta no dejaría pasar por alto aquello.
Horacio retrocedió un paso, alejándose del toque del peligris, sintió como su omega pasó de estar furibundo a dolido por lo presenciado. Y es que para los de su estirpe, cualquier acercamiento a la zona de la marca era algo muy íntimo y no se lo permitían a cualquiera; a comparación de los alfas que por naturaleza, solo tienen esa clase de acercamiento con su pareja o sus cachorros hasta cierta edad.
— ¿Viktor? — Llamó la mujer incómoda ante el silencio formado y la estupefacción del ruso.
— Ella es...
— Soy Michelle Evans. — Interrumpió la mujer — Prometida de Viktor Volkov. Un gusto conocerlo. — La omega se acercó a paso seguro y tendió su fina mano perfectamente manicurada hacia el moreno.
— Ho...Horacio Pérez — Respondió el saludo.
Estupefacto por la imponencia y seguridad que desprendía aquella mujer, se quedó sin habla. Era preciosa, llevaba sus hebras pelirojas recogidas en un moño casual, dejando a relucir algunas ondas sueltas adornando su fino rostro ligeramente maquillado; además, el vestido negro que portaba se ajustaba perfectamente a sus curvas, brindándole un aspecto profesional y elegante.
Perra... Es perfecta.
Sintió una intensa mirada a sus espaldas, giró un poco encontrándose con aquel hombre con el que había intercambiado miradas antes de salir con Viktor aquella noche del local. Olía a alfa recesivo, su cuerpo a pesar de verse atlético no llegaba a la imagen que poseía un alfa dominante. Buscó sus ojos, la mirada que este le devolvió le causó un estremecimiento desagradable.
— Bueno, si me disculpan tengo que retirarme — Sonrió amablemente hacia el moreno. — Perdón por la primera impresión, no fui informada de ninguna cita. En fin, los dejo. Ivanov, vámonos. — hizo una seña al pelinegro que desde el inicio no había parado de mirarlo con vituperio. Aquella omega se dirigió con el hombre hacia la puerta, no sin antes dedicarle una mirada al ruso, dejándole un mudo mensaje.
El moreno sintió un nudo en la garganta. ¿Por qué seguía ahí?
— Horacio, déjame explicarte.
— Te escucho — Respondió a la defensiva cruzándose de brazos.
— Y-Yo... — Titubeo el alfa como pensándolo antes de mirarlo abatido.
No iba a hablar.
— Que te jodan, ruso de mierda — Escupió con aversión antes de salir furibundo por la oficina.
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