Capítulo 6: La ira de la bestia verde y la mujer salvaje

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Un nuevo día invernal empezaba nuevamente

La rubia y el peliverde se habían despertado temprano

Ambos seguían tristes por la pérdida de su amigo peludo con trompa, pero debían luchar y vivir para que su sacrificio no hubiese sido en vano

Toga: ¿Estás listo Verde-kun?- dijo mientras este asentía con una sonrisa algo triste- tranquilo, yo también lo echaré de menos- dijo dándole apoyo al peliverde

La pareja empezó con la cacería, estaban buscando huellas de un animal lo bastante grande para mantenerlos durante varias semanas antes de tener que salir nuevamente a cazar

Lograron encontrar el rastro de un gran alce, el cual parecía ser bastante fresco, por lo que ambos decidieron seguirlo

Tardaron alrededor de una hora y media en encontrar a su presa, la cual se encontraba comiendo algunas ramas y rebuscando algo comestible debajo de la nieve

La pareja se acercaba de forma sigilosa a su presa

La rubia se logró subir a un árbol de forma sigilosa, para posteriormente saltar en la espalda de la gran bestia, clavándole su lanza en su espalda

Obviamente la gran bestia con pezuñas empezó a removerse y a saltar para quitarse de encima a la rubia

Entonces el peliverde apareció para posteriormente derribar al gran cérvido, dándole un mordisco en el cuello mientras la clavaban las garras en su cuerpo para agarrarlo con más firmeza

La rubia aprovecho eso para atravesar con su lanza el corazón del gran animal para que este muriera de forma rápida y ninguno saliera herido por las pezuñas del animal

Una vez abatida su presa, la rubia y el peliverde se pusieron a despiezar a su presa, llevándose solamente lo que realmente necesitaban del animal, dejando el resto para los carroñeros

Durante el camino de vuelta, ambos seguían un poco desanimados, por lo que la rubia habló para animar el ambiente

Toga: Dime Verde-kun- dijo llamando la atención de su compañero- tu.... ¿Tú crees en el cielo?.... quiero decir.... ¿hay algo más después de la muerte?.... ¿será verdad que hay un dios viéndonos desde el paraíso?... ¿el infierno también existirá?- dijo la rubia con duda en sus palabras

El peliverde solo hizo ruidos en señal de no saber sobre esas cosas

Toga: Crees.... ¿Qué los demonios son reales?- dijo algo asustada

El peliverde entonces puso su cabeza en el hombro de la rubia, la cual empezó a acariciarle la mejilla, haciéndole sonreír levemente

Toga: Tu sabes cómo calmarme Verde-kun- dijo con una sonrisa en su cara

La pareja siguió caminado hacia su refugio

Pero ambos se pusieron serios al ver unas huellas poco definidas en la nieve bastante cerca de su hogar, y lo peor de todo... parecían frescas

Aunque las huellas no eran muy grandes, eran incluso más pequeñas que el pie de la rubia

Aún así, ambos se miraron el uno al otro, poniéndose en guardia

La rubia con lanza en mano, y el peliverde en posición de ataque, sobre todo al detectar que los dueños de las huellas estaban cerca

Pero lo que más preocupaba al peliverde, es que el olor que había detectado no se parecía al de ningún animal que ellos conocían hasta el día de hoy

De hecho, era un olor que este no esperaba volver a oler... y menos en un lugar como este

La rubia también vio con mejor detalle las huellas, reconociéndolas de inmediato

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