24| Tu juego favorito

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Quedé frente al espejo después de ducharme.

Se ha liado con los tres a la vez.

Claro, es que ella sabía que a Carla le gustaba y aún así se lió con él. Tan amigas que eran.

Ya se veía venir, se va el novio y se lía con Hugo, pero él como es muy centrado le dice que no quiere nada con ella, va y se besa con otro que también la rechaza. Menuda arrastrada.

No vales una mierda.

...se me  va a olvidar de que alguna vez te consideré una amiga.

Había escuchado tantas versiones de una misma historia, que ya no sabía cuál era la real. Se había hablado del tema. Bastante. Cuando estaba en el baño, metida en un cubículo, había gente en los lavabos comentándolo. En clase detrás de mi, personas susurrando. En la mesa a la hora de comer, cenar, se soltaba algún comentario o había un silencio tenso que me dejaba claro la incomodidad que sentían todos al estar yo presente. Se sentía horrible.

Tania había sido quien se lo había contado a todos. Nos vio. Supuse que era una venganza por haber contado lo de Saray. Lo que sí que no sabía era como se habían enterado de que a Carla le gustaba Dani.

He de reconocer que evité estar con mucha gente a menos que fuese estrictamente necesario. ¿Por qué? Porque odiaba escuchar comentarios como esos sin tener la energía ni las ganas de responder.

Pero ese día me dije que sería mejor. Todo lo que me podían decir y que me podía afectar ya lo habían dicho. Y todo apuntaba a mi favor.  Primero, porque era fiesta en aquel pueblo y segundo, porque habían organizado una excursión a un centro comercial alejado del La Pradera. Bella y yo íbamos con el tercer grupo, diferente al de Arnold, Carla y los demás. Había insistido en acompañarme y yo no le podía estar más agradecida.

Me recogí el pelo en una coleta y no me maquillé. Salí del cuarto de baño y, mientras me vestía, me fijé en la mesilla de noche, donde estaba la caja que contenía mi regalo de cumpleaños. Dudé, pero al final decidí dejarlo donde estaba.

Al principio no fue nada del otro mundo y a las cinco fuimos a la excursión.
No tardamos mucho en llegar al centro comercial. Era pequeño. Alrededor habían varios restaurantes y, al entrar, constaba de un edificio lleno de tiendas de las que personas entraban y salían cargadas de bolsas.

—Tenéis dos horas para dar vueltas por el edificio. El punto de encuentro es este. Ni un minuto más, ni un minuto menos. Quien se retrase, no volverá a salir de excursión hasta nueva orden. Yo mismo me encargaré de ello. ¿Queda claro? —se dirigió a nosotros el profesor de Economía con voz dura.

Nos miramos y asentimos.

—Que borde está, ¿No? —le susurré a Bella.

—Estará enfadado. Desde que despidieron a Vicente todos se han puesto igual de estrictos.

—¿Lo han despedido?

—¿No te habías dado cuenta? —Negué—. En verdad me siento mal. No se lo merecía.

Aunque era un poco cabrón, en eso Bella tenía razón. No se merecía que le despidieran, no fue su culpa.

—¿Vamos? —cuestionó Bella cogiéndome del brazo.

La seguí. Llevaba dinero, y podíamos ir de compras, pero ella parecía tener claro a dónde se quería dirigir. Me dejé guiar.

Paramos frente a una peluquería.

—Dijiste que lo necesitabas, así que tómatelo como un regalo de cumpleaños. Además, no estás pasando tus mejores días y supuse que te alegraría.

HelaWhere stories live. Discover now