XI

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Lee se separó del beso para mirar a John algo sorprendida.

– Lo...lo siento. – se disculpó el muchacho algo avergonzado bajando la mirada.

Lee no sabía bien que decir, abrió su boca pero nada le venía a la mente.

– Creo que debo irme... – Murmuró.

– Claro, te acompaño.

John se sentía el jóven más estúpido del planeta. Creía que había arruinado todo al ver la reacción de Lee. La acompañó hasta la puerta y se despidieron. Volvió a entrar y se desplomó en el sofá.

Sin embargo a Lee si le había gustado el beso, no se lo esperaba y la había tomado por sorpresa. No supo bien cómo reaccionar por lo que solo salió huyendo de ahí. Se sintió algo mal porque cualquiera pensaría que aquella reacción era más de rechazo que cualquier otra cosa. Pero ya tendría tiempo de arreglar aquella situación cuando se vaya un poco la tensión y vuelvan a verse.

Dos semanas habían pasado y ninguno se había vuelto a hablar.

Las clases comenzaron con normalidad en la universidad, y cada uno asistió a sus materias correspondientes.
Una tarde, John se dirigió a la biblioteca de la universidad que justo quedaba al lado del departamento de ciencias.

Buscó en unas antiguas computadoras que estaban ahí donde podría encontrarse el libro nuevo que usarían en introducción a los dispositivos electrónicos. Estaba en la sección de electrónica, vaya sorpresa. Así que se dirigió hasta ahí mientras miraba con detenimiento los títulos de aquel centenal de libros.

– ¿John? – preguntó una voz conocida detrás suyo. Volteó y se encontró con Lee, traía unos libros en sus manos y se veía algo ruborizada.

– Hola Lee... ¿Cómo has estado? – sonrió el muchacho acercándose a ella.

La verdad no estaba enfadado porque ella no le había hablado, solo había comprendido el mensaje. (Pero lo que él no sabía era que Lee no le había dado ningún mensaje, sino que con el pasar de los días aquel beso no había podido salir de su mente).

– Acomodándome en el nuevo año... – se encogió de hombros haciendo alusión a los libros que traía. – mucho trabajo en la librería también...¿Y tú cómo estás?

– Lo mismo que tú. También hemos conseguido varios lugares para tocar con Queen... – le contó el sonriente. – No te he llamado porque la verdad no quería molestar... – habló después de unos segundos de silencio.

– No te preocupes. No hay problema. – le quitó importancia con una mueca. – Yo también podría haber llamado y no lo hice...

– Escucha, sobre la última vez... – habló el un poco nervioso secando sus palmas en sus jeans. Lee negó con la cabeza.

– No creo que sea el momento de hablar sobre eso John. – lo cortó pero en una manera amable.

– Claro, lo siento... Es sólo que... – suspiró. – No quiero que las cosas cambien entre nosotros, me la paso muy bien contigo y...

– Hey, está todo bien entre nosotros. De veras. – lo tranquilizó con una risita. 

– ¿Necesitas ayuda con eso?

– Claro. – John tomó unos dos libros de los cinco que Lee traía en brazos.

– No preguntaré que haces en la biblioteca porque la pregunta es obvia. – rió bajito. No querían hacer mucho barullo o la bibliotecaria los echaría a los dos.

– En efecto. ¿Tienes clase ahora? Podríamos pedir un café en la cafetería si quieres...

– De hecho justo tenía unos diez minutos libres. Así que si, vamos.

John le sonrió cálidamente. Agradecía porque su relación no había cambiado, la verdad todos estos días no había hecho más que pensar y pensar aquel incidente. Se arrepentía un poco de haberlo hecho porque creía que había arruinado todo, pero por otra parte supo que fué genial. Y sabía que ambos lo habían disfrutado, por la manera en que Lee le había correspondido el beso.

John rápidamente pidió el libro que había ido a buscar a la biblioteca y se dirigieron a la cafetería de la universidad. El pidió un café con un croassant y Lee pidió otro café con un trozo de pastel de chocolate.

Se sentaron en una de las esquinas para conversar más íntimamente.

– ¿Ya has tenido cálculo dos? – preguntó John mientras bebía su café.

– Si, el profesor es genial. Tenías razón, no debía juzgarlo sin conocerlo.

– Te lo dije. – rió el castaño. – Que no te agrsde Duncan lo comprendo, pero a Phillips no hay manera de no entenderle. – se encogió de hombros.

– De todas formas seguro vaya unas horas para reforzar unos contenidos. – lo miró curiosa. John alzó sus cejas.

– Por supuesto, será un honor volver a ayudarte con la universidad. – sonrió amable y Lee soltó una risita.

Le gustaba pasar tiempo con John, lo había extrañado todos éstos días que no había sabido nada de él. Se sintió más tranquila ahora que sabía que las cosas habían vuelto más o menos a la normalidad. Lo que si, es que sabía que la próxima vez que se encuentren ellos dos solos otra vez, no se aguantaría de seguir lo que él castaño había comenzado.

John acompañó a la muchacha a su aula donde comenzaba la clase en diez minutos, algo temprano pero así le daría tiempo a él para caminar hasta su clase de Física Moderna

– Gracias por acompañarme pero no era necesario. – rió Lee.

– Me gusta hacerlo, me gusta pasar tiempo contigo... Además te he echado de menos. – confesó en una sonrisa.

– Y yo. ¿Entonces nos vemos en la semana?

– Si, trae el material que te dije. Así le doy una mirada. – le respondió él haciendo alusión al material de cálculo dos, mientras se alejaba caminando en reversa. Luego finalmente volteó para seguir marcha fuera de aquél pasillo.

Lee asintió con la cabeza y miró que no haya nadie cerca de ellos, el pasillo aún estaba bastante vacío.

– John...– lo llamó cuando el castaño ya estaba unos pasos de distancia, el castaño volteó nuevamente expectante y Lee corrió los pocos pasos que los separaban.

Lo tomó por el cuello y le dió un inesperado beso. John se sorprendió pero le correspondió aquel beso posicionando sus manos en la cintura de la muchacha. Oyeron que unas voces se acercaban por el pasillo y se separaron rápidamente. Se miraron sonrientes y sonrojados.

– Nos vemos. – sonrió Lee mordiendo su labio inferior y se adentró al gran aula junto a dos compañeros que llegaban.

John se quedó ahí mirándola embobado, incrédulo de lo que acababa de ocurrir. Aquella chica lo había vuelto a besar, dejando en claro que el beso que él le había dado era solo el comienzo de algo nuevo entre ellos dos. Y la mejor parte era que ella le corrrespondía, era más que obvio.

The Miracle | John DeaconWhere stories live. Discover now