XIV

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Lee salió de la librería exhausta. Aquella mañana había tenido clases, y por la tarde trabajo como de costumbre hasta las 18 horas. Lo único que quería era llegar a su casa y descansar.

Pero a penas salió yendo a buscar su bicicleta, se encontró a John parado ahí. Tan lindo como siempre.

– ¡J-John, hola! No te esperaba aquí. – comentó feliz al verlo. Le encantaban esas sorpresas, pero aquel día debía verse horrible. Intentó peinar su cabello un poco con sus dedos.

– ¿Cómo estás? Pensé pasar a darte una sorpresa. – sonrió acercándose y pasó ésta vez sus dedos por el cabello rubio de la muchacha, peinándolo.

– Me debo ver horrible, estoy muy cansada. Recién ahora iba a ir a casa. – comentó en una risita nerviosa

– Estás hermosa, como todos los días. – observó haciendo ruborizar a Lee, mientras ponía un mechón de su rubio cabello detrás de su oreja. Se acercó un poco para besarla en los labios finalmente como un beso de saludo. – ¿Quieres que te lleve? Podemos poner tu bicicleta en la baulera. – explicó acariciando su mejilla suavemente. Aquel chico era tan tierno, Lee sentía que en algún día de éstos la iba a matar de tan dulce que era.

– Es muy lindo de tu parte, pero no tenías que venir solo por esto. ¿No tienes que estudiar?

– Si pero estuve adelantando toda la tarde para venir. Si no quieres lo entiendo... – comenzó a disculparse pero Lee soltó una risita y lo rodeó por la cintura con su brazo.

– !Claro que quiero! De hecho tengo noticias. – comentó mientras John tomaba su bicicleta comenzando a caminar hasta su auto.

– Uhh, ¿Noticias? Buenas quiero pensar. – Lee asintió con la cabeza.

– Si. He estado ahorrando algo de dinero, y conseguí un departamento cerca de aquí. – comentó feliz y John volteó a verla emocionado.

– ¿Es en serio? ¡Lee eso es estupendo! – sonrió y una vez llegaron a su auto dejó un segundo la bicicleta de lado para poder abrazar a la muchacha.

– ¡Lo sé!¿Cierto? La otra vez venía caminando, y lo ví en venta. Averigüe y no es tan caro por la zona en la que está. Además ya estuve averiguando algunos pero ninguno me convencía. – explicó en el abrazo y se separó un poco para mirarlo.

– Las cosas se dan en su debido momento. – coincidió el castaño sonriente. – debes mostrarmelo...

– ¡Pero aún no lo compro! – exclamó entre risas mientras John colocaba la bicicleta en la baulera, aunque aún quedaba algo abierta puesto que era demasiado grande.

– Lo sé. Pero puedo acompañarte cuando lo hagas... Si quieres. – sugirió amable mientras subían a su auto.

– Todavía no arreglé nada. Pero te lo haré saber. – lo miró sonriente.

– ¿A tu casa entonces?– preguntó mientras comenzaba a conducir.

– A mi casa. A menos que necesites pasar a otro lado primero.

– De hecho no, pensé que podría conocer a tus padres... Después de que he estado pasando por ti los últimos días, y nunca me dejas entrar. – comentó en una risita nerviosa. Lee volteó a verlo.

– Les he hablado sobre ti, y mueren por conocerte. – le indicó sonriendo cálidamente mientras posicionaba su mano sobre la de él que estaba en la palanca de cambios.

– ¿De veras les hablaste sobre mi? ¿Y qué les dijiste? – preguntó con una mirada curiosa detrás de esos ojos verdes. Lee soltó una risita.

The Miracle | John DeaconWhere stories live. Discover now