🍃 Capítulo 4 🍃

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Lao Fu al igual que Xiao Xingchen era un cultivador errante que no deseaba unirse a ninguna secta, el gran bullicio y las reuniones de cortesía que conllevaban no eran algo que le agradara. Emprendió su camino desde muy joven cultivando y aprendiendo de las diferentes personas que conocía en su camino.

Cuando encontraba a alguien en problemas no dudaba en ayudarlo, iba de pueblo en pueblo hasta que llego a la ciudad de Guìzú. Estaba atardeciendo y los puestos de venta de artículos estaban cerrando, las linternas estaban siendo encendidas y los restaurantes cerraban sus puertas. Planeaba pasar la noche en alguna posada no muy llamativa pero quien imaginaria el gran inconveniente que se le presentaría en su camino.

Al acercarse al bosque su agudo sentido del oído logro escuchar gritos femeninos viniendo desde el interior. Las personas ordinarias no podían escuchar nada. Rápidamente fue hasta donde venían los gritos de auxilio.

Su estómago se revolvió ante lo que sus ojos presenciaban, un par de cultivadores vestidos con túnicas anaranjadas estaban intentando profanar a tres jovencitas que yacían casi sin ropa, llorando descolándolas y acurrucadas en forma de bolita intentando escapar de la agresión.

—¡Despreciables escorias!—Rugió asqueado.

Lao Fu recibió innumerables lecciones de artes marciales, que si bien, no tuvo un maestro en específico, su habilidad en ellas era incuestionable. Arrojo a uno de los hombres lo más lejos que pudo, esperando que pudiera detenerlo el tiempo suficiente mientras sometía al otro tipo. En cuestión de segundos, tenía al otro sujeto siendo atado con la cuerda para atar deidades, bloqueando con éxito su poder espiritual.

Sus cálculos fueron correctos pues pronto el otro hombre regreso atacándolo con su espada, empezando una lucha de fuerzas igualitarias.

En eso, una de las chicas se cubrió con los restos que quedaban de su ropa y salió a buscar ayuda, en la casa más cercana la auxiliaron y fueron llevados hasta la cruel escena.

Mientras tanto las otras dos jóvenes, una estaba en estado de shock y la otra intentaba despertarla de su estado de trance.

—¡Hermana! Despierta, este buen hombre nos ha salvado, pronto estaremos en casa con mamá y papá—Aunque estaba igual de asustada, necesitaba consolar a su hermana y hacerla sentir a salvo.

—¡Ahí están, esos son los hombres que nos atacaron!—Grito la chica que recién había huido. Regreso con un gran grupo de personas armadas con distintos objetos.

Todavía estaba sometiendo al otro agresor cuando Lao Fu escucho el grito de la chica. Creyó que llegarían para poner a salvo a las otras jóvenes pero su alivio se disipó cuando una roca le golpeó la frente.

—¡Son cultivadores!—Chillo alguien de entre la multitud—¡No es la primera vez que vienen a nuestro humilde pueblo a robarse a nuestras hijas!

—¡Hasta cuando les tendremos miedo!—Espetó alguien más—¡Son unos monstruos!

—¡Ya fue suficiente que se aprovechen de las buenas personas!—Volvió a atacar la primera persona.

—¡Tenemos que acabar con ellos! ¡Así nunca más volverán a aprovecharse de nuestras niñas!

La multitud enfurecida los alabo entre gritos mostrándose de acuerdo en lo que decían.

Un cuchillo de carnicero fue lanzado hacia Lao Fu, sus reflejos fueron rápidos y logro esquivarlo quedándose clavado en un árbol.

—Me temo que hay una equivocación—Se defendió Lao Fu—yo llegué cuando estos sujetos...

—¡De que sirve que hable este monstruo! ¡Sabemos lo que ha hecho!—Intervino otra persona igual de enfurecida.

—¡Merecen un castigo!—Farfullo una mujer con mala cara—¡Esto no se puede quedar así! ¡Lo que le han hecho a estas niñas!—Se llevó las manos a la cara haciendo un gesto de incredulidad y horror.

—¡No! ¡No es así...!—Intervino la chica aun consolando a su hermana. Ya habían sido cubiertas con una manta y apartadas a un lado.

—Por favor, hay una explicación, yo no fui quien ataco a estas jóvenes—Continuo intentado defenderse pero las personas a su alrededor gritaban distintos improperios y todas se resumían en una sola cosa "Venganza".

—¡Paren!—Volvió a gritar la chica temerosa—¡Este hermano mayor fue quien nos ha salvado!

—¡Imposible!—Descarto con enojo un hombre de aspecto dudoso—¡Cada cierto tiempo los cultivadores llegan a robarse a las mujeres! Ni una sola vez hemos conocido a algún cultivador decente.

Lao Fu todavía sostenía al cultivador de ropa naranja contra el suelo, la cuerda estaba a medio camino. Aprovechándose de la confusión, el sujeto saco una daga debajo de su cinturón y atravesó la palma de Lao Fu. De forma automática la mano de Lao Fu se apartó con dolor dejando ir al hombre malvado. El sujeto utilizó cada segundo a su favor y en un parpadeo, Lao Fu fue atado contra el árbol detrás de él.

Las personas empezaron a gritar y a correr temiendo por sus vidas, pero el hombre desato a su amigo y juntos empezaron a atacar a la gente. Lao Fu solo podía ver impotente el como masacraban a todas esas personas que lo acusaron, su poder espiritual estaba bloqueado y su cuerpo se sentía pesado, sabía que luchar contra la cuerda para atar deidades era imposible de vencer.

Cuando no quedo ni una sola persona viva, el par de cultivadores tenían la ropa y la cara manchada de sangre e intestinos. Se acercaron hasta él y lo miraron como a un sucio e indefenso insecto.

—Mira hermano, este sujeto quiso hacerse el héroe para salvar a esta gente insignificante.—Dijo uno de ellos burlándose con su voz llena de pereza.

Pero Lao Fu se negaba a amedrentarse. Levanto la barbilla y los miro desafiante.

—Cualquier cultivador que abuse de su poder contra la gente común no merece vivir.

Los dos tipos asquerosos rieron escupiendo en el suelo.

—Es graciosos que lo digas porque quisiste ser el héroe pero mira como resultaron las cosas, la mitad del pueblo está muerto y todo por entrometido, gracias a ti—Se rio el otro hombre desagradable.

Lao Fu inclino la cabeza y su cara se arrugó con la culpa y el tormento. De no haber sido por su intervención, esas personas estarían con vida y no muertas con sus restos esparcidos por el desolado bosque. Había fallado a su principal sueño de vida, proteger a los débiles. Las lágrimas de dolor se acumularon en sus ojos saliendo en silencio.

La tristeza y la devastación que estaba sintiendo fue interrumpida por un feroz rugido. Miro de donde provenía y se dio cuenta que los tipos habían creado un inmenso león de fuego que estaba siendo controlado por sus manos en el aire. El temible león agitó su melena de llamas antes abalanzarse sobre él, inmóvil por la cuerda, solo pudo apoyar su espalda contra el tronco. Su túnica empezó a quemarse sobre su piel en donde las patas de fuego lo empujaron. La carne de su pecho se quemó y empezaron a formarse dolorosas ampollas bajo las llamas en forma de huellas felinas.

El árbol en el que estaba siendo torturado fue su único acompañante mientras su cuerpo era quemado vivo, sus gritos y suplicas fueron amortiguados solo por la áspera corteza del árbol cuando su cabeza daba vueltas por el inmenso sufrimiento.

El par de cultivadores miraban de cerca el ataque del animal en llamas. Rieron satisfechos cuando las pupilas antes claras y limpias se convirtieron en un par de orbes negros con un círculo de fuego en el centro.

Ese fue solo el inicio de un ciclo sin fin de torturas a un cultivador, que solo quería hacer el bien en el mundo.

FāxiànDonde viven las historias. Descúbrelo ahora