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—¡No voy a perder mi tiempo contigo, Sayaka!

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—¡No voy a perder mi tiempo contigo, Sayaka!

Aquellas ocho palabras rompen completamente el buen ambiente que teníamos en el ensayo de la sección de trompetas. Sabía que la presión por las audiciones generaría algunas discrepancias entre nosotros, en especial entre los hermanos Takino, pero no esperaba que sucediera tan pronto. No han pasado ni dos horas desde que el profesor Taki dio a conocer la fecha de las audiciones.

—Pero nos conviene a ambos, hermano —insiste Sayaka—. Si ensayamos juntos, estoy segura de que pasaremos los dos la a...

—¡Una novata como tú ni soñando pasará la audición, entiéndelo! —interrumpe Junichi bastante exacerbado—. No quiero perderla por andar jugando contigo.

La menor de los Takino rompe en llanto ante las duras palabras de su hermano, siendo arropada por los brazos de Asakura. Quisiera poder decir algo, pero sería muy hipócrita de mi parte reprender a alguien por algo que yo misma haría. Después de todo, yo tampoco tengo filtros a la hora de decir las cosas. Para completar, la probabilidad de que Sayaka llegue a un nivel competitivo en menos de un mes es casi nula.

—¡Takino, esa no es la forma de hablarle a tu hermana! —interviene la presidenta con voz potente.

—Pero...

—¡Sin peros! ¡Discúlpate con ella ahora mismo!

Junichi da un fuerte suspiro de frustración antes de volver a dirigirse a su hermana.

—Perdón por gritarte, Sayaka —dice con una voz profunda, reprimiendo su enojo. Luego da la vuelta y se retira del salón.

—Bien, creo que lo mejor será dejar el ensayo seccional hasta acá —habla Yuuko intentando aliviar el ambiente—. Usen el tiempo que queda para sus ensayos individuales. Si me necesitan, estaré en el salón de música.

Uno a uno, todos abandonamos el salón donde la sección de trompetas se reúne, en silencio. De fondo se oyen los ensayos de las demás secciones. Opto por dirigirme al puente que une los dos edificios de la escuela, un lugar en el que me gusta mucho ensayar. En el camino me cruzo con Kohinata, quien luce algo decaída. Palmeo su hombro con suavidad, lo que la sorprende.

—¿Estás bien? —pregunto.

—Sí, no se preocupe. Es solo que me intimida escuchar gritos y no quisiera que nuestra sección se fragmente ahora.

Sus palabras me dejan pensativa por un instante. No estoy segura si ella empatiza bastante con los demás o si ha tenido alguna mala experiencia con alguien que le haya hablado a un volumen de voz alto, pero no creo que sea muy sano para ella reaccionar así ante peleas ajenas. Intento sonreír para tranquilizarla.

—Descuida —hablo con suavidad, pero segura de mis palabras—, la presidenta no permitirá que nuestra sección ni la banda se fragmente. No dejes que lo que pasó entre los Takino te afecte mucho. Ellos no tienen nada contra ti.

El desafío de ReinaWhere stories live. Discover now