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Celine paseó su vista por el lugar con atención, intentando reparar hasta en el más mínimo detalle. Era un hecho que todo alrededor suyo le daba algún indicio del muchacho. Sin embargo, por algún motivo no podía sentir su aura allí. San había salido de su casa ese día sin intenciones de regresar, por lo cual había dejado todo ordenado y limpio; el lugar podría ser una gran pista de su forma de ser... pero estaba modificado.

—Entonces... —murmuró lentamente— ¿Qué te gusta?

—¿Mh? —La pregunta tomó por sorpresa al chico.

—¿Qué te gusta? —repitió Celine, llevando su vista a él— ¿Qué te gusta hacer? ¿Hay algo que te interese por sobre todo lo demás?

San se quedó en silencio unos segundos, sabiendo que cada respuesta que daba podría significar un cambio importante.

—Me gusta la fotografía —dijo asintiendo—. ¡Oh! Y la gastronomía.

—¿La gastronomía? —Celine no pudo ocultar su reacción— ¿Cocinar?

—Comer —corrigió.

La chica puso sus ojos en blanco con una leve sonrisa en su rostro. No había caso. Luego soltó un suspiro y volvió a ver a su alrededor, analizando cada detalle que pudiera.

—Entonces, ¿en qué eres bueno? —preguntó— ¿Matemáticas? ¿Idiomas? ¿Deportes?

Al ver que no hallaría mayor pista allí sobre lo que buscaba, Celine caminó hacia la puerta frente a ella, dirigiéndose a la habitación del muchacho.

—No me gustan estas preguntas. —San se cruzó de brazos y siguió a la chica con su ceño fruncido.

—Vamos —sonrió con gracia ante su reacción—, solo estoy intentando crear un borrador mental de tu currículum.

Entonces, ante las quejas del contrario, Celine intentó enfocar toda su atención en el nuevo escenario que la rodeaba. A diferencia de la sala principal, la habitación del chico no parecía haber sido modificada en lo más mínimo; a pesar de estar ordenada, reflejaba claramente el estilo y la esencia de San; sencillo y único.

Aunque aquello podía tan solo ser producto de no haber tenido éxito antes; lo que explicaría la falta de decoración o lujo. Duro de decir, difícil de afrontar.

Fue entonces, entre sus pensamientos y reflexiones, que sus ojos chocaron con la pared a su lado. A pesar de ser blanca al igual que las otras tres, esa contenía un pequeño grupo de fotos polaroid adornándola.

Sin perder un solo segundo, se acercó a ellas y las observó con detenimiento. ¿Acaso podría ser eso lo que finalmente le diera más información del chico?

En efecto, lo fue.

"Me gusta la fotografía."

Las palabras de San volvieron a su mente de inmediato. Por algún motivo, las había pasado por alto al inicio, pero no había dudas; no solo le gustaba, sino que tenía talento para ello. A pesar de que la mayoría fueran solo paisajes urbanos y naturaleza, las imágenes no parecían haber sido capturadas de manera espontánea, sino todo lo contrario. Cada cuadro parecía tener una inclinación y enfoque riguroso.

Ahí era.

—¿Y qué tal reportero? —preguntó Celine quitando la vista de las fotografías y volteándose hacia el chico—. Te gustan las cámaras, ¿no? Veo que te manejas con ellas —dijo señalando las polaroids con un ademán de cabeza—. El Canal Principal siempre está en busca de almas jóvenes que quieran trabajar, quién sabe, quizás podrías conseguir un puesto como camarógrafo de reportajes.

San dirigió toda su atención a la chica y guardó silencio. Al igual que el resto de la sociedad, su vivienda estaba equipada con toda la tecnología básica, entre ellas, una televisión. Sin embargo, el único canal disponible gratuitamente era el Canal Principal, el cual tenía una gran diversidad de programación; desde reportajes, pasando por las noticias del día a día, hasta caricaturas y programas de variedades. Sin embargo, debido a la gran variedad, la duración de cada programa era relevantemente reducida, por lo que muchos preferían comprar una subscripción a una programación específica.

Dicho de otra forma, aquella era la manera en que el dinero aportaba a una vida estable; les permitía el control sobre esta.

—¿Y es así de simple? —preguntó—. ¿Tan solo iré y me darán el empleo?

Celine no pudo evitar soltar una pequeña risa, casi enternecida.

—No, San —negó—. Debes pasar por un proceso de selección, por supuesto, dudo que alguien realmente pueda saltarse ese paso —sonrió—. Pero, quizás sí tienes algo de suerte; el Canal Principal hace entrevistas de trabajo cada cuatro meses, y las próximas deberían ser la semana que viene. Aún tenemos un par de días para trabajar en ello.

San guardó silencio unos segundos, asimilando todo.

—Creo que suena bien...

El chico habló y calló de inmediato. Antes de poder dar su opinión, Celine se movió con rapidez por la habitación, acercándose al escritorio.

La chica no pudo evitar su reacción en cuanto sus ojos se posaron sobre aquella familiar agenda de tapas duras. A diferencia de la suya, era blanca, sin embargo mantenía su esencia al tener el nombre de Choi San sellado a presión.

Con una inexplicable emoción, la abrió, encontrando tan solo una escritura bajo la fecha de ese día:

"Terminemos con esto."

Celine frunció su ceño y observó a San.

—¿Es en serio?

Él, sintiendo la feroz mirada sobre su cuerpo, se limitó a sonreír con inocencia y a encogerse de hombros:

—Preciso y conciso.

—¡San! —le regañó—. Esta agenda es tu mejor compañera durante tus vidas.

San observó perplejo a Celine y ella solo respiró hondamente, intentando buscar las palabras para no volver a quedar como demente frente a él.

—Bien... sé que puede parecer una locura, algo sin sentido, pero todo lo que escribas aquí te acompañará en tus siguientes vidas —soltó—. No existen los monitores para personas que no estén en su primera llegada, por lo cual es tu oportunidad de dejarle consejos a tu «yo» del futuro.

El chico parpadeó un par de veces, aceptando por enésima vez que el mundo que conocía no era como pensaba, y asintió.

—Tampoco puedes asegurar qué es lo que recordarás de esta vida una vez que pases a la siguiente, a no ser que lo escribas aquí —acabó—. No la desperdicies.

Entonces, Celine vio a su alrededor y tomó el primer lápiz que encontró, dibujando una línea recta sobre las palabras escritas y corrigiendo la entrada:

"Tu vida comienza aquí."

Luego, le entregó la agenda y suspiró. San se mantuvo en silencio, con la vista fija en la letra de Celine, releyendo todo una y otra vez. Una pequeña sonrisa apareció en su rostro.

—Bien, comencemos —retomó ella—. Tenemos una entrevista que preparar.

BEYOND | Choi SanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora