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Los días habían pasado y el entrenamiento de San había llegado a su fin. Junto a Celine había trabajado en sus respuestas y expresión corporal tanto como el tiempo se los permitió; la chica le había insistido muchas veces en la importancia de la madurez al momento de presentarse frente a quien podría ser su futuro jefe. Durante dos días completos se mantuvieron creando escenarios a los que podría enfrentarse el muchacho al ser entrevistado, y gracias a ello, Choi San no se encontraba nervioso o preocupado al respecto.

Ambos cumplieron con lo que pudieron trabajando continuamente, y ahora, sucedería lo que tuviese que suceder.

Ese día San había dejado su vivienda con una sonrisa satisfecha, todo estaba a la suerte, tenía 50 % de probabilidades de conseguir el empleo, pero había anotado la fecha de ese día en su agenda junto a un Entrevista de Trabajo y se sentía listo para vivir la experiencia. Por supuesto que lo primero que pensó fue en mostrárselo a Celine, sin embargo, la chica le había indicado que fuese al edificio sin bolsos o accesorios extra para no modificar la imagen en la que tanto habían trabajado, por lo cual no podría llevar la agenda para presentarle la nueva entrada... Porque, en definitiva, la opción de cargar con ella en la mano sería reprochada por su monitor rotundamente.

Caminó durante unos minutos con su mente volando de un lado a otro hasta que sus ojos chocaron con el cuerpo de Celine a un par de metros de él. La chica lo había estado observando desde que apareció en su campo visual y él acababa de notarlo.

—¿Estás listo? —preguntó Celine en cuanto San quedó frente a ella. Estaban en el punto de encuentro que habían acordado y el tiempo faltante para la entrevista del chico era cada vez menos— ¿Dormiste bien?

—Estoy listo para ir y decirles a todos mi color favorito —dijo él, recibiendo un suave golpe a cambio, haciéndole reír—. Estoy listo, Celine, no te preocupes.

—No estoy preocupada —murmuró ella comenzando a caminar—. Ten —dijo entregándole la carpeta con la que le había golpeado previamente—, no sé qué tan listo estás si olvidaste traer tu currículum.

San tomó la carpeta entre sus manos y se quedó observando su contenido con incredulidad. Literalmente tenía solo dos cosas que hacer: estar presentable y llevar el currículum. ¿Cómo demonios lo había olvidado? En ese momento, agradeció que la chica tuviese un par de copias impresas del documento y siguiera su intuición de llevarlas junto a ella.

El chico soltó una risa nerviosa y sostuvo la carpeta cerca de su cuerpo con su brazo.

—Gracias, Lin.

—¿Lin? —ella alzó una ceja, observándolo.

—¿No? —San le devolvió la mirada, con ambas cejas en alto— ¿Diminutivo de Celine? ¿No? Quiero decir, también podría ser Cel, Line, Eli, C...

Celine rodó los ojos y negó con media sonrisa enmarcando su rostro. Debía admitir que las ocurrencias de San muchas veces le sorprendían y animaban.

—Aunque claro —continuó el chico—, también puedo decirte Monito si lo prefieres.

—¡San! —Celine se negó de inmediato.

El chico soltó una risa nuevamente y se encogió de hombros:

—Yo creo que ese es el mejor.

—Ni te atrevas.

Y entonces, antes de que pudiese volver a provocar el temperamento ajeno, el edificio del Canal Principal quedó frente a ellos y robó su atención. Celine observó las grandes puertas y luego miró de reojo al chico a su lado. Intentó buscar alguna señal impaciente o nerviosa en su rostro, pero no halló nada de eso, San parecía simplemente fascinado.

BEYOND | Choi SanWhere stories live. Discover now