Capítulo 2.

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Quiero abrir los ojos, pero el sueño puede conmigo. Me es imposible hacerlo a pesar de que alguien no deja de llamarme y pronunciar mi nombre suavemente. Siento como me tambalea lentamente hacia los lados.

Espera.

Alguien me está llamando.

Abro los ojos de par en par y miro hacia mi derecha. Dani me está mirando con los labios alzados hacia arriba, con una sonrisa. Menudos buenos días.

Me levanto de la cama tan rápido como puedo y solo lo veo fruncirme el ceño.

Anoche después de la promesa que me hizo hablamos sobre la Universidad y el nivel de vida que se lleva aquí y lo comparamos con Adare, porque él también había estado allí. Detalle que no pasé por alto. Pero después de eso, no recuerdo nada más.

—¿Qué hora es? —pregunto, sacada de honda.

—Las siete —me responde—. Ayer me dijiste que empezabas a las ocho y media las clases así que he supuesto que querías ducharte y cambiarte antes de irte.

Me mira con una sonrisa y le sonrío, sin ser consciente de lo que ha hecho. Ayer me lo prometió y lo ha cumplido.

—Gracias. Perdona si te he molestado —digo, avergonzada.

Niega con la cabeza y sonríe. No sé en que momento me quedé durmiendo, pero no suele ser raro en mí estar hablando y de repente, aparecer en el quinto sueño.

Me rasco los ojos y empiezo a ponerme las zapatillas. Salgo disparada hacia la puerta, pero antes de abrirla, vuelvo a mirarlo y le agradezco de nuevo.

—No te preocupes.

No espero que diga más y subo hacia mi habitación. Miro el móvil y tengo dos llamadas perdidas de mamá y una de Clara.

¿Clara?

¿La misma que dejó de hablarme cuando le dije que me iba fuera a estudiar?

Guardo el móvil en el bolsillo cuando llego a la puerta y entro para arreglarme. No tardo mucho. Delante de la facultad, el miedo se apodera de mí, pero no me da tiempo a ser consciente cuando escucho a Liam llamarme.

Me giro y lo veo sonriendo con las manos en los bolsillos. Se acerca a mí y no soy consciente de que me está abrazando hasta que se separa. Ahora me siento mal.

—¿Qué tal? —pregunta, andando a mi lado.

—Todo bien —hago una pausa—, aunque nerviosa.

Ríe. Veo como saluda a una chica que pasa por su lado y entonces me doy cuenta de que está completamente rojo.

Se da cuenta de mi mirada porque enseguida se gira hacia mí.

—Dilo —me pide, vergonzoso.

—¿El qué?

—Tú sabes el que.

Río, entretenida y nos paramos justo delante de la escalera. La gente tiene que esquivarnos, pero nadie sopla ni se queja. Que fuerza de voluntad. Yo ya me habría indignado por ello.

— ¿Te gusta?

—Me encanta —admite. Después de unos segundos sigue hablando—: Me tengo que ir a clase, pero si quieres podemos vernos aquí a la una.

—Vale. Aquí nos vemos —asiente y se va, pero antes lo llamo—. Liam, gracias.

Sonríe y se aleja.

Gracias porque desde el día anterior que nos conocimos no me ha hecho ni un solo gesto feo. Me ha tratado como si fuese su amiga de siempre y cuando llegas a una nueva ciudad, que alguien esté ahí a pesar de no conocerte dice mucho de esa persona. Tanto Liam, como Yana, como Landon y como Dani.

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