Capítulo 5.

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Escribo mi nombre en el examen y me levanto para dárselo a la profesora. Estoy convencida de que este examen me ha salido fatal y lo peor de todo es que me da igual. La asignatura no me gusta, la forma que tiene Lana, mi profesora, de darla menos todavía y las ganas de estudiarla desaparecieron el segundo día que ingresé en la asignatura.

Cuando salgo, tengo una llamada de Noah. Quedan dos días para su cumpleaños y he pensado muchísimo en algo para regalarle. Algo que le haga ilusión. No quiero que sea un regalo sin sentimiento detrás. Me he planteado volver a Adare durante el fin de semana, pero significaría pagar el viaje y no puedo gastar dinero cada vez que quiera ir allí. Llevo pensándolo varios días, quizá es por eso por lo que me ha sido imposible aprenderme el temario perfectamente.

Vuelvo a llamarlo y al cuarto pitido, escucho su voz detrás de la línea.

—¡Iris!

—Hola, Noah —saludo mientras me siento en el césped de siempre—. Estaba en un examen, no podía cogértelo.

—Te echo de menos. —Ignora lo que le he dicho—. Mamá dice que posiblemente no me llames por mi cumpleaños.

Cierro los ojos e intento calmarme. No entiendo su actitud. Desapareció por algo que no debería tener tanta importancia para ella. Como si Clara fuese su hija y yo la amiga. Pero ahora la entiendo todavía menos. No puede jugar así contra mí utilizando a mi hermano de por medio.

—No es verdad, cariño. Te prometo que voy a llamarte, ¿vale?

—Ojalá estuvieses aquí.

Carraspeo antes de hablar porque sé que si no lo hago, la voz no me va a salir firme y voy a derrumbarme con la primera palabra.

—En Navidades estaré allí. Como siempre.

—Queda mucho para eso.

—Lo sé, cielo. Pero no puedo hacer otra cosa.

—Cuando vengas, podrías traerte a tus amigos, así te digo si son de verdad o de mentira.

Una pequeña sonrisa sale de mis labios. La magia que tiene de poder cambiar de conversación y hacerlo todo lo menos doloroso posible sin darse cuenta de lo que significa para mí.

—Claro. En Navidad podría ir con alguno y como ya tendrás once años, ya serás mayor para decírmelo. Pero esto es un secreto entre nosotros —susurro y lo escucho reírse.

—Papá me está llamando porque me tiene que llevar al cole.

—Vale. Ve al colegio y luego hablamos. Te quiero mucho, Noah. Que no se te olvide nunca.

Escucho a mi padre de fondo, pero Noah cuelga antes de hora. Me ha llamado con el teléfono de mi padre y cada vez que veo su nombre reflejado en la pantalla, sé que es mi hermano. Papá nunca llama. No recuerdo cuando fue la última vez que hablé con él y una parte de mí, lo echa mucho de menos, a pesar de que casi siempre ha sido así.

Los dos días siguientes se me hacen eternos. Salí de la residencia por primera vez a un centro comercial. Yana me acompañó y entre las dos miramos un regalo para mi hermano. He de decir, que teniendo a Landon en la otra línea del móvil, todo fue más fácil. El suyo viene mañana, y se nota la tensión que se respira cuando alguien habla del tema. Dani no vuelve a pronunciar palabras y todo su cuerpo se tensa en cuestión de segundos. Los demás intentan quitarle importancia.

Noah no ha dejado de llamarme durante estos días para asegurarse de que lo llamase por su cumpleaños y yo me he encargado de recordarle cada día que no se me puede olvidar un día tan importante para él. Al final, Yana y yo le compramos un coche teledirigido. El único que tenía se le rompió porque lo dejó en el patio trasero de mi casa mientras llovía a cantaros. Además, fue un regalo de mi abuelo, que por desgracia ya no está aquí.

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