Capítulo 6.

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La semana transcurre sin mucha emoción. Algunos exámenes y trabajos que entregar y poco más. He estado almorzando con Dani varios días y hemos hablado del jaleo que hay en su facultad con las huelgas, que ni siquiera sabe porque se hacen.

El hermano de Landon vino hace unos días, pero todavía no me he cruzado con él, ni sé cómo es. Ni siquiera sé cómo se llama. Yana me dijo que era lo mejor y lo hizo muy convencida, igual que Liam. Siento que todos están intentando evitar el encuentro entre él y yo. Tampoco le doy importancia. Dani es el único que no lo nombra y en parte, me preocupa. Sobretodo, por la conversación que mantuvieron en la cafetería cuando Landon se lo dijo.

Ahora estoy con él en la misma cafetería. Ambos estamos con el ordenador haciendo trabajos. Él con las estadísticas de no sé qué cosa y yo con un trabajo de la Grecia antigua. No sé cuánto tiempo llevo sin escribir, pero sé que es el suficiente cuando Dani deja lo que está haciendo, da un sorbo a su bebida y me mira con la ceja alzada.

—¿Qué te pasa?

—Nada—me limito a decir mientras mojo mis labios con la cerveza.

Sonríe levemente y apoya sus codos en la mesa, mirándome de cerca.

No sé cuántas veces te tengo que repetir que mientes fatal —nos invade un silencio. No es incómodo. De hecho, los silencios con Dani siempre suelen ser así—. Puedes contarme lo que sea que se te pase por la cabeza.

—Es el hermano de Landon. —Muerdo mi labio inferior y cierro los ojos. Me arrepiento de decirlo al segundo en el que se acomoda en la silla y todos sus músculos se tensan—. No tienes que decirme nada.

Intento excusarme y no hacerle hablar de algo que no quiera, pero parece seguro cuando su mirada se vuelve a posar en mí.

—Marc —se limita a decir—. Su hermano se llama Marc. No hablo de él porque pasaron cosas muy feas y no me cae bien. Simplemente eso. Razón por la cual nunca lo nombro. Si quieres hablar de él, queda con Liam, Yana o Landon, porque estando conmigo no vas a saber nada más —dice, calmado.

Asiento despacio y sonrío levemente, intentando trasmitirle calma. Me preocupa saber algo más de Marc y tener que salir corriendo hasta Adare. No quiero hablarle más de él a Dani, porque cada vez que lo hago, su rostro cambia por completo y todos sus músculos se tensan. Un Dani que no he visto anteriormente.

Vuelvo a fijar la pantalla en el ordenador, como hago siempre que estoy con él. Se ha vuelto costumbre estos últimos días: salir de la universidad y venirnos a esta cafetería a hacer cosas. Así ninguno nos sentimos tan solos en nuestras habitaciones.

—¿Te acuerdas cuando te llevé al mirador? —me pregunta, apartando la vista de la pantalla. Asiento.

—Me dijiste que volverías a llevarme en... —me quedo pensando y luego abro los ojos de par en par—. ¡Ya han pasado esas tres semanas!

—Esta noche vamos, ¿vale?

Sonrío ampliamente y asiento, efusiva. Ni siquiera me acordaba y me siento terriblemente mal por ello. Pero han pasado semanas bastante ajetreadas. Ambos recogemos nuestros ordenadores y esta vez es Dani el que se levanta a pagar las dos cervezas. Me levanto con él y lo espero en la parte de fuera. Cuando sale, vamos hacia el edificio en silencio. Ninguno dice nada.

No tardamos en llegar y en la puerta veo a Landon y a otro chico más alto que él. Entrecierro los ojos cuando veo que Dani se queda quieto.

—Luego te recojo en el garaje —me dice, acariciando mi hombro.

—¿No vienes? —pregunto, aunque puedo adivinar quien es el chico de la puerta.

—Mejor que no —se limita a decir.

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