Habían pasado varias semanas de lo sucedido, y Alberto ya no invitaba a salir a Luca, y esto parecía extrañarle al menor, no porque le gustaban las cosas materiales, sino por el cambio de actitud de Alberto, pues él siempre lo mimaba y llenaba de cosas.
—Alberto, ¿qué ha pasado contigo?— le dijo al chico frente a él, ambos estaban en casa del menor disfrutando una cena improvisada.
—Mm.. Nada, ¿por qué lo dices?
— Últimamente has estado distraído y para nada empalagoso conmigo, eso es muy raro. ¿Ha pasado algo?
—No, Luca, todo está bien.— Alberto sólo suspiró y siguió comiendo ignorando la cara de molestia que tenía su acompañante.
—Sabes que no puedes mentirme, ¿cierto?
—Diablos, Luca. No pasa nada, sólo estoy distraído. ¡Déjame en paz!— soltó por último el mayor, dándole un golpe a la mesa y levantándose para posteriormente salir del comedor e ir hacía la sala.
—¿Qué te deje en paz?— Luca siguió lo pasos de su novio.—Me preocupas, Alberto. No voy a dejarte en paz así como así.
—Con un demonio, Luca. Estoy bien, sólo déjame tranquilo.
—¿Crees que soy estúpido? Alberto, dime qué es lo que pasa contigo. No te dejaré en paz hasta que lo hagas.
Alberto se levantó del sillón y salió del departamento, molesto, sin decir ni una palabra. Y Luca se sintió fatal, nunca antes Alberto le había hablado así, él solo quería ayudar, ¿por qué lo había tratado así?
. . .
Al salir del departamento rápidamente fue a montar su vespa, e irse de ahí. ¿Por qué Luca no entendía que no quería hablar de eso? No quería que él se enterara del problema con Ercole, no quería afectarlo.
Siguió manejando, sin importarle absolutamente nada a su alrededor, no le importaban si los semáforos estaban en rojo, si había algún policía vial por ahí, si había alguien cruzando la calle, no le importaba nada.
Después de unos minutos llegó a casa, sin hacer ruido subió a su habitación para evitar ver a su padre. Estaba frustrado, sabía que debía decirle a Luca aquello, pero no quería preocuparlo, inconscientemente comenzó a jalar su pelo y a tener dificultades para respirar. No sabía qué le estaba pasando, pero sus ganas de autolesionarse aumentaban cada vez más, trataba de calmarse, respirando hondo y profundo, pero un nudo en su garganta no permitía eso.
Poco a poco sus manos subieron a su cuello, no era él realmente. Comenzó a ahorcarse, no sabía porqué hacia eso, una pequeña voz en su cabeza decía "Hazlo, Alberto, lastimaste a Luca, el no merece tenerte, sería mejor que mueras."
Poco a poco comezaba a quedarse sin aire y comenzó a ver borroso. Cayó al suelo de rodillas y se desplomó finalmente golpeando su cabeza, cerrando sus ojos, sin saber qué hacer, escuchó el sonido de la puerta abrirse.
Pero era muy tarde, su cuerpo ya no sentía nada, lo último que escuchó fue a alguien llamar su nombre, antes de caer en un profundo sueño.
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Alberto no se murió, ok
El ataque de Alberto lo basé en mis propios ataques de ansiedad, así que se me hizo fácil.
