La niña perdida

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¡Por fin estamos aquí! He estado lidiando por semanas con esta idea, así que por fin la voy a materializar. Mi eterno agradecimiento a Vane, Bri, Blue y Giu por ser mis betas y alentar este proyecto que nos va a tener chillando por un tiempo, sin ustedes, esto no sería posible.

El resumen es sencillo, ¿qué hubiera pasado si en lugar de Roy, fuese Riza quien aprendió alquimia? ¡Vamos a descubrirlo! Para este AU manejo los mismos eventos del canon con mi toque ~ Además de añadir eventos/situaciones para que todo sea más entendible.

Los capítulos solo cuentan con el año y el lugar donde sucedieron. Lo que significa que la historia no está escrita de forma cronológica. Ocasionalmente voy a incluir alguna advertencia, según lo crea pertinente, fuera de eso, ¡disfruten de la lectura!

Edit: Añado un resumen de las advertencias y temas que se tocaran a lo largo de la historia. Este es mi descargo de responsabilidad, ustedes están leyendo a conciencia de que los siguientes temas serán abordados/mencionados en diferentes puntos de la misma: Violación, abuso infantil, negligencia, violencia, asesinato, muerte de personaje, guerra, eventos traumáticos, estrés post traumático, tortura, abuso, entre otros que se irán actualizando. En cada capítulo se añadirá su respectiva advertencia como recordatorio. Gracias por leer.

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La niña perdida

1913 - Comando Central del Este

Las decisiones del pasado siempre atormentan el futuro de las personas.

Revisó su reloj por tercera vez, soltando un suspiro para centrarse en su entorno y en los diferentes soldados que pasan a su alrededor. A diferencia de la Comando Central, el Comando del Este se mantenía en calma la mayor parte del tiempo, a excepción de que un evento extraordinario alterara el orden, como sucedía en ese momento.

Escuchó el bullicio, un par de órdenes gritadas y los soldados ahora están apresurados. Reconoció la puerta de su unidad, estuvo a punto de ingresar para ignorar el creciente caos cuando fue detenida por un suboficial Catalina.

—Coronel Hawkeye —se ahorra la mueca en sus labios y se limita en atender el saludo—. El teniente general solicita su presencia. De inmediato —agregó con urgencia, sintiendo ligeramente pena por su ex compañera. Grumman era conocido por su preferencia hacia las soldados más jóvenes y las libertades que solía darse con ellas. Asintió, soltando la puerta para no generarle más estrés a la mujer. Si era honesta, este era su día del año dónde prefería no trabajar. Cada paso que daba la transportaba al pasado. Siguió a la suboficial entre el mar de uniformes azules que se agitaban en órdenes. Distinguió algunas palabras que parecían descripciones; "es pequeña", "hay que encontrarla", "cabello rubio", "vestido rosa". Dejó de buscarles lógica cuando estuvo frente a la oficina del general. Escuchó el ligero permiso después de presentarse y se sorprendió por el estado de estrés de su superior.

—¿Señor? —Se atrevió a llamarlo— General, ¿Solicitó mi presencia? —Grumman por fin se enfocó en ella y descubrió el hinchazón en sus ojos, provocando que la rubia frunciera el ceño, confundida.

—Cierre la puerta, coronel. Y acérquese —solicitó. Riza siguió sus indicaciones—. Hoy es su cumpleaños —inició, señalando un evento que la alquimista se negaba a reconocer—. La traje como lo hago cada año, sin embargo... —Fue entonces cuando notó la ausencia de la pequeña figura revoloteando a su alrededor, sintió una opresión en el pecho al comprender el peso de sus palabras—. La perdí de vista por un segundo e Isabella desapareció. —El aire se quedó atrapado en sus pulmones. Tragó saliva, forzando las palabras fuera de su boca. Ahora todos los murmullos y órdenes en los pasillos cobraron sentido, mostrándole una desagradable verdad.

—¿Dentro de las instalaciones, señor? —Se esforzó por mantener su rol y representar perfectamente su papel aunque su única audiencia es quien guarda el secreto. Grumman asiente, con un semblante visiblemente afligido—. Es cuestión de tiempo para que la encuentren, general —trató de consolarlo, evitando revelar sus propias preocupaciones—. Todos saben que es su nieta, pronto estará aquí.

Bisnieta —corrigió con tristeza. Fuera de esa habitación, nadie conocía el vínculo sanguíneo que los unía, así que ocasionalmente dejan como testigo al viento—. Están haciendo circular las especificaciones de Isabella para que todos estén atentos. Ya hay un escuadrón de búsqueda también.

—Sabe que no era necesario que la trajera. —Riza suavizó su voz. De cierta forma se sentía culpable, su abuelo siempre había procurado que viera a la niña con regularidad, aunque su identidad se mantenía en secreto, quería que fuese parte activa de su crianza.

—Cada día se parece más a ti. Y a mí preciosa hija —contó con un deje nostálgico—. Temo que eventualmente las personas noten las similitudes entre ambas. —Riza apretó los labios, rechazando esa posibilidad. No existían bases sólidas que pudieran fundamentar ese rumor.

—Me uniré a la búsqueda —avisó, sintiendo un hormigueo recorrer su piel. El superior asintió en acuerdo, hizo el saludo correspondiente antes de alejarse, apenas estaba tomando el picaporte, cuando la puerta se abrió de golpe.

—¡Señor! —Una expresión de felicidad inundó los rasgos de la suboficial Catalina—. ¡La han encontrado! —Anunció con una sonrisa, haciéndose a un lado—. Encontraron a Isabella. —En ese momento, la puerta se abrió más, dejando ver al teniente primero Roy Mustang cargando a una niña rubia.

—Estaba sola en los jardines —explicó su subordinado, bajando al infante. La pequeña se apresuró a correr hacia su abuelo, quien la abrazó y llenó de besos—. Pensé que era la hija de algún oficial hasta que la reconocí por el cabello rubio —Riza desvío la mirada cuando se encontró con los ojos carbón de su subalterno, había una pregunta implícita que decidió ignorar—, ahí comprendí que era su nieta.

—Gracias, Mustang. —Pocas veces vieron tanta gentileza y vulnerabilidad en su superior; sus palabras eran suaves, con voz temblorosa y el semblante llenó de una calma abrumadora. Riza sonrió con afecto ante la imagen. Isabella estaba creciendo como una niña fuerte, sana y amada; todo lo que ella jamás podría ofrecerle—. Pueden retirarse. —Los tres hicieron el saludo correspondiente antes de abandonar la oficina. La suboficial Catalina volvió a su puesto, mientras que su teniente la acompañó.

—Estaba ingresando al complejo cuando la ví —habló Mustang, manteniendo su expresión neutral y tono de voz bajo—. A cualquiera le llamaría la atención un niño en un complejo militar, así que la observé de lejos hasta que empezó a llorar —Riza trató de ignorar la tristeza que la embargó ante el pensamiento; la pequeña probablemente se sintió sola y asustada—. Le pregunté dónde estaban sus padres, pero solo habló de su abuelo. Después recordé al general alardear constantemente sobre su nieta —El inicio de una sonrisa bordeó sus labios—. Las descripciones coincidieron; tez clara, cabello rubio y... ojos rojos —se estremeció ante lo último. Era un amargo recordatorio del origen de la niña.

—El general se veía aliviado —trató de desviar la conversación hacia un lugar más seguro.

—Tomó mi mano y caminó sin dudarlo conmigo —continuó el moreno sin titubeos—. Ella... Ella me recordó a ti la primera vez que te conocí en casa de tu padre —La rubia apretó sus labios, ignorando las alarmas rojas en su cabeza y la suavidad en los ojos carbón—. Y después me dijo su nombre: Isabella.

Sabía que debió de insistirle a Grumman para que cambiara el nombre de la niña. Era demasiado obvio y peligroso. Se maldijo por dejarse engatusar. Si bien era cierto que nadie tenía conocimiento de su vida antes de la milicia, había una persona que compartió ese tiempo con ella. Y estaba parado justo a su lado en ese momento.

—Es un nombre bastante común.

—Tanto que así se llamaba tu madre.

Y la duda razonable fue plantada en el interior de Mustang. Riza optó por ignorarlo, evitando negar o afirmar cualquier cuestionamiento que pusiera en peligro su coartada y por consiguiente... la vida de su hija.

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¡Y empezamos fuerte! Espero poder publicar cada domingo, tengo escritos los siguientes tres capítulos, así que tendremos algo semanal por ahora. ¡Me encantaría leer sus impresiones! Yo me emocioné mucho escribiendo esto, me renueva las ganas de vivir. 

¡Nos leemos el siguiente domingo!

Las llamas de la redenciónWhere stories live. Discover now