Cabello

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¡Hey! Ya sé que no es domingo :c pERO MÁS VALE TARDE QUE NUNCA. Además me desaparecí por una buena razón, ¡estaba festejando mi graduación! Oficialmente soy licenciada en psicología y es un evento que se merecía un adecuado festejo.

Aunque el tema del día no es tan amigable. Hoy nos iremos al pasado, más específicamente a la infancia de Riza y la razón por la cual tiene el cabello corto.

Advertencias de violencia física y psicológica infantil, duelo y negligencia. Básicamente Berthold siendo un bastardo con Riza, léase con precaución si se es susceptible a este tipo de temas. Yo cumplo con advertir.

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Cabello

1895 - Residencia Hawkeye

El frío aire del otoño se filtraba por las ventanas abiertas. La casa, que un año atrás irradiaba vida y felicidad, ahora está llena de polvo, tristeza y sueños rotos. Aunque los pequeños pasos de la niña resuenan por el lugar, ya no se escuchan los pasos apresurados de su madre tras ella.

Riza no comprende completamente el concepto de muerte, pero sabe que su madre se ha ido y no volverá, desde entonces, su padre se ha encerrado en su habitación, pasa horas estudiando, ignorando deliberadamente que tiene a su cargo a una niña de seis años. Ella no está molesta con él, aprendió lentamente muchas cosas por sí misma, así que camina con determinación por la cocina, buscando alimento para llenar su estómago vacío.

El sonido de las hojas siendo llevadas por el viento la asusta, hasta que reconoce de dónde proviene, se pone de puntitas para ver las hojas bailar con el jardín e indudablemente recuerda a su madre; el hermoso cabello de oro, sus ojos de cielo y la suavidad de su voz cuando la llamaba por su nombre. Aunque es una niña, sonríe ante el recuerdo y se gira para ver su reflejo: le gusta su cabello largo, de alguna forma siente que su madre sigue ahí y que lo trenzara por las mañanas.

Deja escapar un suspiro antes de volver sobre sus pasos. Ha escuchado como su padre empezó a toser en la planta alta. Teme que también enferme y eventualmente muera, como su madre.

—¿Papá? —Se atreve a preguntar, entreabriendo la puerta. Lo ve reclinado sobre su estómago y vomitando sangre, no duda en acercarse corriendo para auxiliarlo—. Papá, ¿Estás bien? —Cuestiona con temor a su lado. Berthold Hawkeye la ignora mientras más sangre cubre el piso de madera vieja. Riza busca un pañuelo para ofrecerle consuelo a su padre.

—Largo —ladra el adulto después de recuperar su voz, ni siquiera levanta la mirada hacia la niña que está visiblemente asustada.

—Papá —replica incrédula. Berthold gruñe. Otro ataque de tos y la pequeña se apresuró para abrazarlo. Esperaba reconfortarlo, sin saber que provocó el efecto contrario.

—¡Te dije que te fueras! —Gritó colérico, empujándola lejos de él. Es cuando se atreve a darle un vistazo a su hija—. Eres una mala imitación de ella. Isabella debió de vivir, no tú —Cada palabra penetra su inocente corazón. Aunque su madre le repitió en su lecho de muerte que aquello no era su culpa, la pequeña había cargado con un peso abrumador en sus hombros. Berthold se levantó por primera vez en semanas, dio un paso y se detuvo, sosteniéndose de una silla para estabilizarse—. No eres digna de usar el cabello como ella. ¡No eres nadie para manchar la imagen de Isabella! —Riza retrocedió asustada, sin saber qué hacer. Una mano cayó sobre su hombro y después se aferró a su cabello—. Ya no tienes este derecho —espetó el hombre, buscando a tientas unas tijeras—. Isabella se ha ido por tu culpa —recrimina, haciendo el primer corte.

Mechón tras mechón, el cabello caía por la espalda de la pequeña Riza de seis años, quien lloraba desconsoladamente. No comprendía las razones detrás de la agresión de su padre. Dejó de luchar y se limitó a llorar en silencio mientras su cabello desaparecía.

—Aunque sea el mismo color, nunca serás como ella. Jamás serás como Isabella —fueron las últimas palabras que Berthold emitió. Bajó sus tijeras, tomó a la niña del brazo y la empujó como si fuese una muñeca vieja fuera de la habitación. El suave gimoteo que emergió de la figura encorvada, aumentó cuando vio su reflejo en el espejo del pasillo: los mechones desiguales resaltaron la ausencia de cabello en algunas partes de su cráneo, sus ojos se llenaron de más lágrimas; su cortina de oro había desaparecido. Abrazó sus rodillas, preguntándose qué hizo para enfurecer a su padre de esa forma.

Sollozo con mayor intensidad, al darse cuenta que perdió el último recuerdo tangible de su madre.

Las hojas del otoño eran arrastradas por el viento, junto a los buenos momentos y las alegrías que Riza Hawkeye había vivido con su familia, después de la pérdida de su madre, cualquier resquicio de felicidad se escapó con el viento.

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Quisiera decir que las cosas mejoran, pero no les voy a mentir.

Espero pronto traerles un capítulo más amable y bonito, ya tengo varias ideas pensadas sobre eventos que quiero desarrollar.

¿Qué les ha parecido hasta ahora? ¿Qué otro evento les gustaría conocer? ¡Sus opiniones son muy importante para mí! Y sin falta, nos estaríamos leyendo el siguiente domingo, en programación habitual, ¡hasta la próxima!

Las llamas de la redenciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora