EPILOGO

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EPILOGO

Miami - noviembre 18.

Apago la alarma de mi móvil, y abro los ojos miro a mi lado derecho dándome cuanta que Dante ya no esta en la cama, son las ocho de la mañana así que supongo ya debe estar en la unidad.

Me levanto y cuando voy a ingresar al baño veo la nota que esta pegada en la puerta.

En la cocina te dejo los malditos duraznos que tanto pediste.

TE AMO, TU MASTODONTE

Sonrió ante las palabras, desde que me entere que estaba embaraza no he podido controlar las ganas de comer duraznos, el olor de esa fruta me vuelve loca. Anoche devoré la ultima lata que había y cuando Dante llego de la unidad a las once de la noche le pedí más, se quejó una y otra vez por no haberle dicho antes, le refuté que antes aun tenida una lata y que antes no tenia ganas de comerlos. Aun así, rezongando salió de nuestra mansión en Miami Beach la cual compramos un mes después de habernos casado, y volvió media hora después con una lata, la única que hacía podido conseguir.

Ingreso al baño y retiro la bata que cubre mi cuerpo, mis labios forman una sonrisa cuando veo la enorme barriga que llevo, la acaricio.

- Buenos días mis amores – Les hablo a los dos bebés que están creciendo dentro de mí, la sorpresa que nos llevamos al enterarnos que eran dos, nos hundió en una felicidad absoluta, pero también teníamos miedo, si ya de por si tener un hijo que me ponía en riesgo, el hecho de que fueran dos nos llenó de pánico.

Mi historial clínico con el embarazo de Andrés no es para nada bueno, el parto fue difícil y el temor de que algo salga mal no me abandona, mi familia siempre está pendiente de mí, me cuidan y miman. Ethan y Dante me prohibieron asistir a la UFOEA cuando cumplí cinco meses y desde eso solo me encargo de pasar tiempo en casa, junto a Andrés e Indira.

Me ducho mientras canto a mis hijos los cuales son mellizos, delineo las estrías que me han salido, según Dante son las marcas mas hermosas que rodean mi piel.

Al salir me coloco un vestido de color amarillo pálido, recojo mi cabello en un moño despeinado y bajo a la cocina donde me espera Emily.

- Ya iba a subir por ti – Me dice y se acerca, besa mi mejilla y luego mi pancita.

- Dante dejo duraznos para mí – Le digo con ansias.

Me sonríe y me sirve la deliciosa fruta en un plato, tomo el tenedor y gimo de satisfacción cuando muerdo un pedazo de durazno.

- Come – Me entrega un plato con fruta picada, un vaso con avena y un croissant.

- No quiero – Me meto otro pedazo de durazno a la boca.

- Vas a comer – Me reprende como todas las mañanas, ya de por si parezco un buñuelo andante, y si sigo comiendo de la manera en la que lo he hecho los últimos ocho meses... No quiero ni imaginarme como voy a terminar - ¡Isabela!

- Si, si ya voy – Me obligo a beberme la avena ante la atenta mirada de Emily.

- ¿Me dirás cuáles serán los nombres? – Aun no hemos revelado los nombres de mis mellizos, ya que aun no nos decidimos del todo. Dante quiere que nuestra pequeña se llame Elif y el niño Kadir, pero para mí los nombres son horribles.

- Te lo diré cuando nazcan – Refunfuña y en ese momento suena la puerta y se va a aprovecho y empiezo a comer nuevamente mis duraznos.

ENTRE LAS TINIEBLAS (BORRADOR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora