Capítulo 6- "Sobre un paso más allá que en el camino"

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Angeline

Caminar por las calles de la ciudad a la hora de regresar a casa siempre fue una actividad que disfruté en demasía. Ver los arboles junto a la calle ayudando al sol a esconderse en ese fragmento entre el día y la noche, poder observar a los jóvenes y a las muchachas corriendo de aquí para allá, o a las madres con sus hijos de regreso de un encuentro de juego, o quizá a un padre de familia volviendo a su hogar luego de un extenso día de trabajo.

Caminar, esa sencilla acción definitivamente era una de las cosas sencillas de la vida que disfrutaba, era capaz de sentirme como una espectadora de las historias que seguían su curso a mi alrededor, como ver un libro en vivo y a color con sus personajes pasando junto a ti y saludándote.

Sin embargo hoy, y aunque toda esa atmósfera se encontraba ahí, y seguía percibiendo los últimos rayos del sol que se marchaba sobre mi rostro, siendo consciente que a pesar de mi ensimismamiento, el mundo seguía con su camino a mi alrededor, era como si me encontrara viajando dentro de una burbuja que había reducido mis sentidos desde el momento en el que acepté ese brazo extendido, y hubiera redirigido todos y cada uno de ellos, a la persona que me caminaba a mi lado.

De un modo u otro y aunque la impresión y el nerviosismo del momento no me había dejado emitir más que risitas nerviosas y un constante sonrojo, había dejado entrar a Nathaniel a mi historia particular, dejando que descubra un pedacito de mi, que aunque suene tonto consideraba muy mio.

-Un dólar por sus pensamientos- dijo él sacándome de el universo paralelo en el que estaba sumergida mi mente en aquel momento. Haciéndome caer de repente en el ahora, y en que llevábamos dos cuadras y yo no había dicho nada en ese espacio de tiempo.

-Gracias por acompañarme.-solté por lo bajo sintiéndome muy tímida como para empezar una conversación profunda como la que sin lugar a duda quería tener con él.

-Por favor, gracias a usted por permitirme escoltarla. Pero estoy seguro que no era eso lo que pensaba.- bromea, o eso quiero pensar, y me regala una de esas escasas sonrisas auténticas que le he visto dar, pero que sin embargo, cuando se encuentra rondando cerca de mí, pareciera que le resultan sumamente naturales.

-Tiene razón, pero estoy bastante segura de que un dólar tampoco es el precio de un pensamiento.-le refuto y el asiente como si le estuviera contando una verdad a la que no puede encontrar contrapartida.

-Obviamente fue mi error, y más si esos pensamientos habitan dentro de usted, sería imposible ponerle precio. Mis disculpas- habla de un modo que parece no dejar a duda de que siendo cien por ciento sincero. Así que decido no dejar morir la charla ahí.

-Pensaba en lo excitante que resulta para mi una actividad tan sencilla para otros como lo es caminar-comienzo captando su atención y provocando que sus pasos nos guíen a un ritmo casi estático-Supongo que puedo culpar de ello a todos los libros que mi madre dejó para que pudiera leer, a ser adicta a inventar historias que solo existen en mi mente, pero incluso antes de saber hacerlo he disfrutado ver el cauce que sigue la vida a mi alrededor e imaginar que soy capaz de percibir cosas que los demás pasan por alto, como solo el espectador de una obra o el lector de un buen libro podría hacerlo.

-Lo dicho señorita, cada que habla me convence lo invaluable e intrigante que es todo lo que lleva por dentro. Para ser alguien que habla tan poco, es usted una persona que tiene mucho por decir, y desde luego el mundo sería un lugar mejor si accediera a compartir un poco más de sí.

-Mi madre solía decir que si regalas aquello a que te hace único sin distinción, poco a poco dejará de ser especial, si su teoría es acertada, supongo que yo comparto ese pensamiento.-le respondo sonriendo.

A 13 Otoños de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora