🐺II🐺

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Atención: si ya sabes que sucederá en este capítulo, por favor no comentes nada al respecto, pues estarías arruinando la lectura de aquell@s que no saben que pasará. Gracias por la atención.

-...Me niego...—El rubio frunció el ceño al oír lo que su madre pedía.

-...Ryota...

-...¿Qué no ves que mi pelo está recién lavado? —Frunció el ceño—...Ni loco dejaré que tome el olor de quien sabe qué que haya en un bosque...—Gruñó.

-...¡Ryota! —Le dió un coscorrón la rubia—...Momoi quiere recoger flores y la vas a acompañar, quieras o no...—Reajustó sus lentes, mirándole seria—...¿O es que acaso quieres que se la coma un oso?

-...No, pero ella es la única que tiene en mente ir al bosque a por flores, teniendo cerca un prado muy bonito...—Hizo una mueca y se cruzó de brazos.

-...Déjala, ella es así...—Suspiró la castaña bajita—...Ahora hazle caso a tu madre y acompáñala, quizás reconsideremos el que puedas ir a la cascada.

Al oír aquello, sus ojos se iluminaron inmediatamente.

-...¡Lo haré! —Exclamó y se apresuró a alistar las cosas que serían necesarias para la "excursión".

-...Buena jugada, Riko...—Sonrió la oji verde, viendo lo apresurado que ahora estaba.

Varios minutos después, los hermanos se alejaban del pueblo y se adentraban en el bosque, yendo por el pequeño sendero que tenían marcado los vigilantes. Ryota iba aburrido, mientras su hermanita saltaba, feliz de estar con él e ir a por las flores que le encantaba recolectar.

Cuando llegaron, el rubio realmente se sorprendió al ver la pequeña cascada y el pequeño arroyo, rodeado de flores y de muy pocos árboles. La luz del sol reinaba y le daba una apariencia suave y tranquila. El olor de las flores y la fresca brisa eran una buena combinación, por lo que se relajó inmediatamente, casi sin darse cuenta de ello.

-...A mi me gustan mucho las amarillas, pero las rojas también son bonitas...—Escuchaba hablar a la pelirrosa mientras revisaba las flores y tomaba las más grandes, echándolas a su cestita.

Ryota yacía bajo la sombra de un árbol, observándole, cuando por el rabillo del ojo, algo llamó su atención. Se levantó y caminó hacia aquel objeto que estaba atorado en la rama de un árbol ¿Se le habría perdido a alguien? Observó la tela unos segundo y regresó a su lugar anterior, revisamdo cuidadosamente aquello.

-...Suave...—Murmuró, acariciando la tela. Esta era de un color rojo intenso y estaba en buen estado.

-...¿Qué es? —Preguntó la niña, curiosa, acercándosele.

-...Una caperuza...—Dijo después de revisar aquello, pasándola por su espalda, amarrándola al cuello de su camisa—...Es bonita ¿Verdad?

-...Es muy roja...—Rió ligeramente—...Te ves lindo, Onii-San...—Acercó la cesta a él y comenzó a entretejer las flores entre sí, obteniendo una pequeña corona.

-...Oye, no sabía que podías hacer eso...—Miró el adorno que la pequeña se había puesto en el cabello, sorprendido.

-...¡Es muy fácil! —Exclamó, poniéndose de pie—...¡Te enseñaré como se hace!

Ryota sonrió y asintió, viéndole correr a por más flores coloridas.

-...Ojalá te quedaras así para siempre...—Murmuró para sí y se acomodó mejor en el tronco del árbol.

-...Oye...—Llamó la niña mientras regresaba a él, nuevamente con la cesta llena.

-...¿Qué pasa?

-...Ese amigo tuyo no me gusta...—Pucheó, cruzándose de brazos.

-...¿Amigo? —Enarcó una ceja, confundido—...¿De qué amigo hablas?

-...Ya sabes de cual...—Zapateó, molesta—...El oni-san ese de cabello azul...—Hizo una mueca adorable—...No me agrada.

-...Oh ¿Hablas de Aominecchi? —La pequeña asintió. Él rió—...¿Porqué no te agrada, Satsukicchi?

-...Siempre dice fea y me hala los cabellos...—Comenzó a quejarse. El rubio tan solo reía por cada una de sus palabras.

Cuando la pequeña mostró signos de cansancio, decidió que era momento de regresar, por lo que comenzaron el largo trayecto de nuevo al pueblo.

-...Empieza a hacer un poco de frío...—Murmuró, viendo a la menor temblar ligeramente.

-...No te preocupes, onii-San, traje esto...—Sonrió y del fondo de su cesta sacó un albornoz, el cual inmediatamente puso sobre sus hombros para darse calor.

-...Bien pensado, enana...—Asintió varias veces y continuaron su camino.  El sol no tardaba en empezar a ocultarse y era muy seguro que no quería estar en ese bosque de noche—...Mira, una ardilla...—Señaló al animalito que en el piso comía una bellota.

La pequeña chilló y corrió hacia el animalito, que, asustado, había subido a la rama de un árbol para seguir comiendo tranquilamente. Satsuki le miraba desde abajo, sus ojos brillaban al ver al animal peludo. Después de unos minutos de contemplación a la ardilla, tuvo que halarla para continuar por el sendero.

Mientras me adentro en el bosque...

Me encuentro con una sombra oscura...

Con un presentimiento en el corazón...

Comienzo a alejarme de ahí...

-...Vi una ardillita, vi una ardillita...—Canturreaba la menor mientras atravesaba aquel pequeño arbusto en el camino.

-...Satsukicchi, no vayas tan rápido...—Jadeó el rubio, tratando de no dañar la caperuza en su espalda.

Un escalofrío lo recorrió de pies a cabeza, que lo obligó a mirar a todos lados, en alerta.

Que extraño, por un momento había sentido una mirada fija en ellos. Hizo una mueca y caminó hacia su hermanita. Quizás eran cosas suyas.

Mas, luego pensó que no era así. Entre más caminaban, más podía sentir otra presencia, siguiéndolos. Cada vez más cerca. Tragó saliva pesadamente y apresuró a la niña, con la excusa del pronto anochecer. Su corazón comenzó a latir con fuerza. Había escuchado que ese bosque habían osos peligrosos e incluso lobos feroces.

Deseaba que no fuera ninguno de esas dos posibilidades.

Pudo suspirar tranquilo cuando observó el pueblo a lo lejos y el final del sendero cerca. Dejó que la pequeña avanzara primero y él volvió sobre sus pasos, esperando que, fuese lo que fuese aquello que lo estaba siguiendo, ya no estuviese ahí.

Mas, lo único que apreció fué una sombra oscura alejándose rápidamente del área.

No estaba enloqueciendo. De verdad los habían seguido.

Y aunque debería haber estado en pánico, tenía curiosidad de saber quien era ya que...

Su sombra tenía forma humana...

The wolf that fell in love with Little Red Riding Hood [KiKasa]Where stories live. Discover now