Xiao zhan es un estudiante de secundaria como cualquier otro... o eso creía, desde que era pequeño a tenido sueños extraños en los que ve a un hombre vestido de blanco pero justo cuando intenta llamarlo por su nombre...zhan despierta.
¿Quien será es...
Fue lo cómodo o lo cálido, tal vez estábamos cansados, no importa por lo que fuera, esa mañana nos levantamos hasta estar seguros de querer separarnos, mejor dicho, cuando el hambre nos traicionó.
Un menú de hotel, arroz frito, crepes, bollos rellenos al vapor y huevos cocidos con verdura, acompañado de jugo de naranja. Eso fue todo y aún así fue delicioso.
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Yibo fue a meter nuestras cosas a la cajuela del auto mientras yo conspiraba con los de la cocina en busca de un pastelito.
—¡¡Yibo...!!, ¡Voltea!.
Yibo aún agachado acomodando el futón en la cajuela voltea a verme.
—¡¡Surprise!!.– Sostengo en mis manos un panqué disfrazado de pastel con una capa de crema batida y frutas tropicales.
Él me sonríe pudiendo así notar reflejada la emoción en su cara a lo lejos, tal emoción es la culpable de que al enderezarse, golpee su cabeza con la puerta de la cajuela.
—Aauuch...
—Oh ¿Estas… jaja, ¿Estás bien? .– Camine hasta él para sobar su cabeza.
—Eso no se vio muy atractivo.
—Jaja Oh si, claro que lo fue.
Toma el pastel junto con mis manos y sopla la vela para luego mirarme.
—Gracias Zhan. ☺️
—Si me hubieras dicho… sería un pastel de verdad.
—No, es perfecto, justo lo que quería.
Aún sabiendo lo tarde que salíamos, tomó tiempo para terminar su pastel e invitándome a degustar con él.
Poco después seguimos nuestro camino, deteniéndose por mi culpa casi cada 5 minutos para tomar fotos del poblado e incluso para comprar algunas cosas.
En una de las tiendas encontramos juguetes artesanales, varios de ellos se me hicieron conocidos.
—A-Yuan.– Dijo Yibo.
—Es verdad, casi olvidé de dónde los conocía.
Tomando mi mano colocó una mariposa hecha de papel.
—¿Te gusta?.
—¿Podemos llevarla?.
—Mmm. También llevemos esto.
Subimos al auto con una mariposa en mi mano y unas lámparas de papel en las suyas.
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Después seguimos nuestro camino sin complicaciones ni retrasos.
Llegada la tarde saqué una pequeña caja bentō*, que compramos en el pueblo, nuestra comida estaba hecha a base de arroz, verdura y carne.
